Hace tiempo ya confesé por aquí que yo soy ex-delgada. Yo sé lo que es entrar en una talla 38 sin que te apriete el chocho y sé lo que es poder relacionarte con todo tipo de gente sin que a nadie le llame la atención en absoluto tu peso. Quizás por eso, porque yo no llamaba la atención, recuerdo mi época de delgada como la más aburrida del mundo.

Supongo que, siendo delgada, yo era una chica normal. Era una chica estándar. Estudiaba mi carrera, salía con mis amigos, me eché un novio… y nada más. También es verdad que yo había sido siempre una niña muy «bienqueda», lo que nuestra abuela llamaría una persona muy bien educada, siempre sonriente para los demás, de estas que le sujetan la puerta a las viejas y les ceden el asiento en el autobús y de paso le dan conversación.

Cuando empecé a engordar, no lo voy a negar, me preocupé. Al principio siempre piensas «bah, cinco kilos, esto en cuanto me ponga lo bajo», o «bueno, tampoco quiero obsesionarme, no pasa nada por haber subido una talla», aunque en el fondo de tu corazón estás asustada. No puedes evitar preguntarte por qué tu cuerpo está cambiando. Y cuando ya son quince, veinte, los kilos engordados, la cosa sí que cambia. Pero por suerte, conmigo cambió para bien. Lo que al resto del mundo podría parecerle un drama shakesperiano (¡engordar veinte kilos, oh dichosa fortuna, prefiero la muerte!) a mí me trajo la felicidad y me supuso una liberación.

tragic

¿Por qué? Porque empecé a llamar la atención. Porque la gente me miraba, algunos horrorizados, viendo que había perdido «la figura» que gané. Porque todo el mundo necesitaba decirme su opinión y darme sus consejos. Porque me había vuelto una persona diferente, fuera de la norma. Y aprovechando que ya era vista por los demás como algo «raro», aproveché para sacar el resto de mis rarezas que habían estado reprimidas durante tantos años. Hasta dejé a mi novio y me cambié de ciudad. Nunca me había sentido tan libre ni tan satisfecha. ¿Será que, «los normales», sabiendo que ellos no se atreven a ser libres, necesitan cuestionar la libertad de los demás, mientras que, si eres uno de ellos, puedes ser aceptada sin problemas en su aburrido grupo de normalidad?

tumblr_nmtfl834bI1u5wdu4o1_500

Nunca me he sentido tan bien como cuando pesaba 80 kilos. Nunca me sentí tan segura de mí misma. ¡Y cómo me sentaba la ropa de la talla 44! Lo malo es que mi cuerpo no paró ahí y siguió engordando hasta los 115 kilos que he llegado a pesar. Ahora mismo estoy luchando cada día por dejar de ser una persona obesa, y mentiría si dijese que no mataría por volver a esos 80 kilos. Pero como matar ya no forma parte de la libertad de cada individuo, sino que se castiga con la cárcel, he decidido hacerlo por el método tradicional e ir poco a poco, cambiando hábitos y con ayuda psicológica.

Eso sí, si algo tengo claro es que no quiero volver a los 60 kilos. ¿Os podéis creer que miro mis fotos de entonces y casi me desagrada lo que veo? Simplemente es que no me veo. Esa no soy yo. No me reconozco. Con esa cabeza tan grande en comparación con mi cuerpo y esos ojos sin brillo… ¡y sin tetas! Paso total: yo no valgo para estar delgada. Me he enganchado a la curva, me encanta mi cuerpo ahora, así que con toda seguridad os puedo decir: ¡Que le den a los 60! ¡Yo soy más de los 80!

raw