Ya lo decía Franz Kafka: ‘El ocio es el padre de todos los vicios’.

Y no es que estando recién parida disfrutes de mucho tiempo libre ni de grandes momentos de ocio, precisamente, pero, en mi caso particular, fue durante mis dos bajas de maternidad cuando adquirí dos de mis últimos vicios.

Durante la primera baja me enganché a todos los programas de decoración de la parrilla televisiva de esa época. Me pasé dieciséis semanas, más catorce días laborables de lactancia, alternando entre los hermanos Scott, Minicasas y House Rules. Joder, cómo los echo de menos, estaba a puntito de sentirme preparada para derribar con mis propias manos la pared del salón y hacer una planta baja with an open concept and a finished basement cuando me reincorporé al trabajo. Maldición.

En la segunda, todavía con las grapas de la cesárea en mi vientre y después de acostar en su cunita a una pequeñaja satisfecha, me senté en mi sofá y cogí el mando con toda la intención de zapear un rato y averiguar qué se cocía por los canales incluidos en mi paquete de televisión.

Ay, qué disgusto más tonto al no dar con ninguno de mis programas favoritos, vamos a culpar a las hormonas…

Lo intenté, sin éxito, cada vez que tuve la posibilidad de despatarrarme un ratito delante del televisor. Y en esas andaba cuando, una mañana como otra cualquiera, me detuve por error, o por la pila gastada del mando, en un canal que no conocía y que solía pasar rápidamente y por alto en mis sesiones de zapping.

Iba a presionar de nuevo el botón de PROG+, pero las vi y algo me hizo abandonar el mando sobre el reposabrazos del sofá.

Eran la Kim Kardashian esa y sus hermanas, puaj… Qué triste, ¿cómo es que la gente veía esa mierda de reality desde hacía más de diez años?

En serio os lo digo, si no queréis engancharos a esa familia como un yonki a su droga, como Homer a la cerveza, como un anciano a sus pastillas para cagar, no veáis más de diez minutos de cualquier capítulo de cualquier temporada de Keeping Up With The Kardashians. Avisadas estáis.

Ya es tarde para mí, tardísimo de hecho, y eso que durante mi segunda baja maternal solo pude ver dos temporadas. En realidad, me bastó una parte de ese primer capítulo que vi, entre la repugnancia y la curiosidad, para cambiar radicalmente el concepto que tenía de la más mediática del klan. Y una temporada fue suficiente para que la familia al completo se hiciese un hueco en mi corazón, os lo juro, que nadie me las toque que yo por las Kardashian maaa-to.

No, no mato, eh. Pero sí que me puedo poner ligeramente agresiva, lo confieso.

Son una panda de mujeres adictas a la cirugía plástica, el countouring, el lujo extremo y la moda más exclusiva, y sé que muchas no compartiréis mi admiración por la gran Momager y su prole, pero para las que podáis tener curiosidad y un poco también por contribuir a lavar la mala imagen que yo misma tuve de ellas, aquí os dejo diez razones por las que amar al Klan Kardashian (o no):

   1. KRIS JENNER

Empecemos por la creadora del fenómeno y madre que parió a todas estas mediáticas criaturillas, que Gucci la bendiga. Kris, como madre y mánager, es una metomentodo, cotilla y bocazas recalcitrante que se pasa la vida desquiciando a sus hijos, esto es así. Pero, por otro lado, la mujer lo hace siempre con la mejor de las intenciones para con sus vástagos y con la preocupación constante por su bienestar y, sobre todo, en aras de mantener a la familia unida y a sus polluelos cerca.

O no, a lo mejor sus lágrimas y explicaciones no son más que la pose con la que oculta sus ansias de protagonismo y de ser siempre el perejil de todas las salsas. En cualquier caso, las risas que te echas viendo cómo la vacilan sus hijos, no tienen precio. Pobriña mía.

  1. CAITLYN JENNER

A Caitlyn le tengo un cariño especial, adquirido principalmente durante las temporadas grabadas antes de su transición y de su divorcio. El tierno y adorable Bruce, siempre preocupado por sus hijos, ya fueran estos engendrados por Robert Kardashian o por él mismo. Una implicación que la mitad de las veces no es correspondida, da penica ver cómo lo ningunean todos, desde Kris hasta la pequeña Kylie, cómo le ocultan cosas, y, en general, como pasan de su culo y de su opinión.

Con eso y todo, en cada una de las temporadas de KUWTK que he visto ha habido cancha para lucir su calidad como persona y el reconocimiento de esta por parte de los demás miembros del klan. Ojito a sus momentos en el episodio especial con motivo de la boda de Khloe y Lamar Odom, más lindo.

O no, lo mismo fue todo un giro dramático del guión, sin más.

  1. KOURTNEY

Es la mayor y quizá por ello la más independiente y despegada. También es la más fría y serena, pero hasta que le tocan la moral, porque cuando sobrepasan lo que ella considere la línea, se transforma y no tiene inconveniente en liarse a puñetazos con sus hermanas, o enfrentarse a toda la familia y exigir, por ejemplo, que empiecen a tratar bien y respetar al padre de sus hijos.

Me costó pillarle el punto, pero empecé a empatizar con ella cuando me di cuenta de que ni la fama, ni el dinero, ni una personalidad dura, altiva y distante son suficientes para librarte de caer en la trampa de una relación tóxica que, por cada cosa buena que te aporta, te abofetea con cinco que bien se podía ahorrar. Kourtney orbita alrededor de la gran burbuja en la que vive el resto de la familia sin llegar a integrarse del todo, pero los quiere incondicionalmente, apoya a sus hermanos siempre que la necesitan y no le cuesta reconocer cuando se equivoca ni pedir perdón.

O no, tal vez lo hacía porque necesitaba mantener el vínculo con los suyos, la fama y el reality para poder conservar ese tren de vida que llevan, quién sabe.

  1. SCOTT

‘Lord’ Scott Disick no me gusta. O sea, me gusta, pero lo odio… digamos que odio a la persona, pero amo al personaje, no sé si me explico. Es un niño rico mimado, capullo, mujeriego y fiestero con complejo de Peter Pan que le ha dado muy mala vida a mi Kourtney y muchos disgustos al resto, así, en pocas palabras. Pero el reality sin él no sería lo mismo, es vital para el éxito del show.

O no, pero eso ya nunca lo sabremos.

  1. KIM

Kimberly Noel Kardashian West. Esa amiga/asistente personal/aguántameelbolso de Paris Hilton que saltó a la fama tras la filtración y posterior viralización de un video porno casero. Este es un tema que es mejor que no saques en su casa porque lo pasó muy mal, eh, la de lágrimas que derramó por ello. Y que las malas lenguas digan que fue su propia madre quién lo filtró… hombre, por favor. Pues Kim, esa mujerona sexy, pelín borde, segura de sí misma, la que no sonríe… esa, esa es la Kim Kardashian expuesta a los flashes. La Kim expuesta solamente a las cámaras de la ‘intimidad de su hogar’ es otra totalmente diferente. Mi Kim es protectora, empática, familiar, super sensible, sabia consejera, cariñosa, abnegada ¡y hasta divertida! Me encanta.

O no, tal vez sea tan falsa como sus tetas (y esto no lo digo yo, he escuchado varias veces a su hermana Khloe poniendo en duda la naturaleza de sus pechos).

  1. KHLOE

No lo voy a ocultar, Khloe es mi Kardashian favorita. Es tan bruta, maleducada y malhablada como espontánea, sincera y divertida. A mí la gente que de cada tres palabras que suelta, dos son palabrotas, ya me tiene medio ganada, pero lo que me enamoró de Khloe, y definitivamente contribuyó a abrir mi mente con respecto a esta familia, fue ver cómo encara los reveses que le va dando la vida.

Mi Khloe es la menos afortunada de la saga. Ha pasado por un cáncer, un fallido matrimonio express, problemas de fertilidad… y por si esto fuera poco, se ha pasado años lidiando con ser la Kardashian fea (a mí no me lo parece, pero le han dado y mucho con eso), arrastrando tras de sí los resultantes complejos e inseguridades. No ha debido ser fácil estar en sus zapatos, por caros que estos fueran.

O no, quizá sea simplemente una efectiva estrategia con la que camelar a una parte de los detractores de su beautiful familiy.

 

  1. ROB

Descubrí Keeping Up With The Kardashians en la temporada 8 y 9, si no recuerdo mal, y Robert estaba un poco distanciado de la familia en la época en que se grabaron esos episodios, de modo que directamente me caía mal, porque no puedes pertenecer al klan por derecho propio y pasar de tu familia. ¿Estamos locos o qué? Pero ahora que Netflix tiene en catálogo las cuatro primeras temporadas he descubierto a un chico inocente, bonachón y tan amorosito que te lo quieres comer, además de un tío con un gran sentido de la justicia y capaz de plantar cara a su madre y hermanas cuando estas hacen presa en alguien sin justificación (normalmente Bruce o Scott).

 

 

  1. KENDALL

La modelo de Victoria’s Secret. La mayor de las hijas de Kris y Caitlyn, aunque se llevan como un año solamente. La más discreta e independiente, de hecho, va bastante a su bola. Es quizá la menos conocida a nivel personal y eso, tratándose de una Kardashian, es digno de admiración. Me gusta porque va a la suya, pero también porque, junto a Kylie, la hemos visto crecer en el reality. Hemos sido testigos, capítulo a capítulo, de su transformación de niña a mujer y, en ocasiones, hemos podido notar su sentimiento de exclusión con respecto a la piña que forman el resto de sus hermanas, lo cual no deja de ser curioso porque a todas luces este distanciamiento, si existe, es provocado por ella misma. Como persona insegura y con tendencia a los complejos paranoicos, la comprendo y amo por ello.

O no, porque a lo mejor solo es una mimada con ganas de llamar la atención y hacer sentir mal a los demás.

  1. KYLIE

La benjamina de la familia. Otra a la que hemos visto crecer y transformarse. Kylie es una mujer hecha a sí misma, figurativa y literalmente. La niña pizpireta y traviesa de las primeras temporadas apenas tiene un ligero parecido físico con la mujer que es hoy en día, pero ojito, que la tía apuntaba maneras desde la más tierna infancia.

Temporada 4, Kylie contaba con once años cuando empezó a maquillarse para ir al colegio, para escándalo y mayor indignación de su tradicional padre. A partir de ahí y con el apoyo de su madre y hermanas, no se ha vuelto a ver a la chavala con la cara lavada. Y puede que esos hayan sido los cimientos de la que actualmente es su exitosa marca de productos de cosmética y belleza. No sé cuál es exactamente la fibra que me toca, pero me encanta Kylie.

O no, puede que lo único que me guste, como a muchos otros, sea la vida de lujo y cochazos que expone a diario en sus redes sociales, y todo eso a sus tiernos veintitrés añitos…

 

  1. LOS PEKES

Mason, Penelope, Reign, North, Saint, Chicago, Psalm, Stormi, True y Dream. Creo que no se me olvida ninguno y, madre mía ¡es que son todos tan cuquis y tan monos y ya tan mediáticos! Menuda Kantera, amigas, no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro de los herederos Kardashian.

BONUS TRACK: LOS KASOPLONES

Si, como yo, habéis conocido a las Kardashians de la cuarta temporada del reality en adelante, alucinaréis cuando veáis las dos primeras. Menudo salto de clase y poderío económico el suyo, máxime teniendo en cuenta que este se ha producido en menos de una década. La casita familiar en la que vivían los ocho al principio debe de tener el tamaño del cuarto de baño del dormitorio principal de Kim y Kanye, o el de la casita de juegos del jardín de Stormi, aproximadamente. Y eso que, a ojos del europeo medio, el tamaño del chalecito no era nada desdeñable.

A mí personalmente me ha divertido ver la evolución inmobiliaria a través de las independizaciones de los vástagos de Kris y las numerosas mudanzas que se han ido trasmitiendo en el show. No sabría deciros con cuál me quedaría.

En resumen, que os recomiendo ver con otros ojos y que les deis una oportunidad a mis amiguis las Kardashian-Jenner porque son la caña de Calabasas (voy a iniciar una petición en change.org para que le cambien el nombre a Kalabasas, yo creo que es más que justo), porque, aunque ya sabemos que su reality está guionizado como al noventa y nueve por ciento y que abusan un poquito bastante de las redes para vendernos sus productos, estas tías, sus movidas familiares, sus conversaciones llenas de referencias sexuales y palabrotas, sus discusiones, peleas y reconciliaciones, molan mil millones. El formato del programa las humaniza y te permite atisbar las personas reales que hay debajo de las divas. Real que te partes de la risa y que, con tan solo unos minutos de KUWTK, sabrás si las amas o las odias para siempre.

A ver si hay suerte y el anuncio de la cancelación definitiva del reality es una broma.

Y si no, siempre nos quedarán las diecinueve temporadas actuales para los momentos de nostalgia.