Llevo masturbándome desde los 12 años y os juro que este año es como si mi chichi se hubiese tomado unas vacaciones. Entre el estrés del trabajo, la ruptura con mi ex y mi falta de tiempo libre, lo último que me apetece al llegar a casa es darme una alegría en el chumi. ¿Está deprimida mi vagina? Pues puede ser.
No encuentro otras palabras que no sean “me da pereza masturbarme”, así que decidí probar algunos truquitos para innovar y volver a gozarlo.
No centrar toda la estimulación en el clítoris
Sé que el clítoris es la parte más divertida, pero una forma de darle más gustito a la masturbación es estimular otras zonas. Empieza acariciándote el cuello a ti misma bajando poco a poco por tu pecho.
Si sueles utilizar el Satisfyer, puedes probar a colocarlo en tus pezones. A mí me pone como una moto. También podéis utilizar pinzas, pero hacedlo con cuidado para no haceros daño (aunque del dolor al placer hay un paso).
Viva el hielo
Es lo más barato del universo y puede añadir mucho placer al momento. Comenzad por el cuello, bajad a los pezones, luego al vientre y finalmente en la zona del clítoris con toquecitos muy suaves.
No tengas prisa
A veces el cuerpo nos pide una alegría express, pero de vez en cuando es necesario tomarnos nuestro tiempo y disfrutar. Aprovecha el fin de semana para dedicar una hora o más al autoamor. Ponte música, acaríciate, estimúlate y cuando estés a punto para. Repite esto unas cuantas veces hasta que no aguantes más. Fliparás con el orgasmo.
Probad un vibrador líquido
Estos geles son un poco caros, aproximadamente unos 20 euros, pero son una fantasía. Yo tengo el “strong” (que es mas potente que el resto) y me encanta.
Te pones un poquito (el tamaño de un guisante) en el dedo y masajeas el clítoris. Esperas un minutito y notas un cosquilleo brutal en la zona. Es como si te hubiesen echado peta zetas. Un locurote.
No infravaloréis un buen lubricante
Si soléis usar juguetes eróticos, el lubricante es un producto indispensable. Yo suelo utilizarlos con base de silicona porque duran más y se asemejan mucho a la lubricación natural. El problema es que son más caros y difíciles de encontrar, pero merece la pena la inversión.
