¿Buscando piso? El pack de consejos que necesitas antes de mudarte con tu pareja

Muchas personas se lanzan a convivir con su pareja sin tener en cuenta ciertos asuntos que se deberían poner sobre la mesa mucho antes de empezar siquiera a buscar piso.

Estoy segura de que si estos puntos de los que te voy a hablar se dejaran claros antes, muchas parejas buscarían una alternativa, esperarían para madurar emocionalmente, o empezarían una convivencia que no está destinada al fracaso al pasar los meses de enamoramiento.

Así que si tienes pensado mudarte con tu churri en los próximos años, y aún no habéis empezado a mirar idealista como si fuese una botella de agua fresquita en Córdoba un dos de agosto a pleno sol, échale un ojo a esto, toma nota y siéntate con tu amorcito una tarde con un café caliente delante y hablad del tema.

Comprobar que los proyectos relacionados con la casa son similares:

Si tu sueño es vivir en una caravana viajando por ahí y tu pareja quiere construirse una casita en el campo, o si tú odias la idea de hipotecarte y tu pareja no quiere alquilar, hay cero unidades de compatibilidad en cuanto a convivencia a no ser que alguno esté dispuesto a ceder.

Saber que ambos en la pareja son adultos funcionales, que son responsables de sí mismos, de la higiene y del mantenimiento de un hogar:

Nadie quiere hacer de madre o padre enfadado porque su pareja-hijo adolescente tenía que [inserte aquí tarea del hogar aleatoria] y no lo ha hecho. Llegar de trabajar y que el otro no haya aportado nada haciendo alguna cosa en la casa no mola nada.

Asumir que una casa conlleva una serie de gastos:

Así que deberíamos tener claro quién aporta qué, además de contar con un pequeño colchón con el que cubrir gastos inesperados, y también con una fuente de ingresos estable que nos permita hacer frente en equipo a la inversión económica que supone la vida una vez descubres que perteneces al grupo de adultos independientes. Está claro que llegarán baches en los que tú o tu churri cobréis menos o estéis en el paro, pero no caer en el modelo de nodriza y aportar los dos más o menos equilibradamente a la economía de la casa sería lo ideal.

Conocer los hábitos/hobbies que nos gustan menos de nuestra pareja:

Y saber si convivir con ellos nos va a terminar restando muchísimo  (si no suele madrugar, si es impuntual, si le pierde una fiesta hasta el amanecer, si los videojuegos aparecen en su información genética, si es de las personas que dejan el cartón de leche vacío en el frigo y el rollo de papel gastado para indicar que «x estuvo aquí»…).

Asumir que otros hábitos, costumbres, modos de hacer de nuestra pareja, no siempre nos van a gustar:

(Maneras de limpiar y qué productos prefiere, como suele doblar ropa, tender…), y cuáles no tienen importancia y que debemos ceder en lo no trascendente o simplemente llegar a acuerdos. Estaría bien haber llegado a un nivel de autoconocimiento suficiente para saber en qué momento nos encontramos más intolerantes y por qué (trabajo, estrés, falta de sueño, poco tiempo libre, problemas económicos…), para poder distinguir si estamos siendo objetivos o no a la hora de trabajar este mismo punto y el anterior.

Implicación familiar de ambos:

Y existencia de límites que se le ponen a los miembros que no forman la pareja. No hace falta mencionar lo incómodo que es que por ejemplo tus suegros entren y salgan de tu casa sin avisar antes, o tu pareja deje que sus padres decidan en pasos que sólo os competen a vosotros.

Implicación y relación con amigos, y límites que se les ponen:

Puedes leer el punto anterior y cambiar padres por amigos. Los amigos son amigos, podemos quererlos muchísimo y querer que formen gran parte de nuestra vida, pero si vas a llevar a amigos a casa, debes pensar que contigo convive otra persona y deberás respetar sus tiempos de descanso, privacidad… que esa persona te comunique. Y que tanto tus amigos como los suyos perciban vuestra casa como un sitio a respetar. Tampoco mola mucho que después de una reunión de colegas (los de tu pareja, por ejemplo), dejen el salón hecho un asco y no se hagan responsables de la limpieza y de dejar todo como estaba.

Adicciones de ambos que puedan afectar a la salud de ambos y del hogar, al cumplimiento de responsabilidades, tanto sociales, laborales, económicas, al bienestar en casa:

Si tu pareja invierte salud, tiempo y dinero en sustancias que a ti no te van, y es posible que la economía, la rutina y en definitiva, el bienestar de la convivencia se vean afectados por este asunto, debéis hablarlo antes de buscar un piso que compartir y evitar el «ya se verá cuando llegue», porque esperar a entonces solo puede dar lugar a conflictos que os desestabilicen.

Si queréis hijos o no:

Muchas parejas comienzan el proyecto de convivir sin haber hablado si desean incluir en el futuro la crianza de otros seres humanos. Luego si tienen suerte, los dos quieren o ninguno quiere y ya está, el conflicto ha sido esquivado como si los miembros de la pareja fueran ninjas, pero al no haberlo hablado, la posibilidad de que uno quiera (y esté muy seguro de que quiere ser padre o madre), y el otro no, existe.

Y te puede pasar a ti que me lees si no te sientas y tienes esa conversación incómoda con tu amore. De hecho, a mí me gusta dejar estas cosas claras antes de formalizar la relación, porque encontrarse con esta diferencia cuando llevas ya unos cuantos años de estabilidad, puede provocar una ruptura muy dolorosa (o que uno de los dos se sacrifique y ¡tachán! Ronda de reproches y sentimientos de arrepentimiento en marcha para los próximos 20 años.

Creedme, hablar de las cosas antes de enfrentarlas os ahorrará muchos dolores de cabeza.

Conocer cómo se enfada tu pareja y cuáles son sus valores en cuanto a respeto, gestión de las emociones, cómo expresa su ira, frustración…

Es muy común ver que parejas que han pasado solamente por las etapas dulces de la relación, empiezan a convivir y terminan tirándose los platos a la cabeza y viviendo auténticos dramas que son totalmente innecesarios. Que de repente en un cabreo se lía a darle puñetazos a los muebles y piensas que con quién te has juntado, y qué cómo lo haces entonces para dar un paso atrás.

Comunicación y escucha activa:

Ojo, esto puede parecer una soberana idiotez, pero la realidad de hoy día es que hay mucha gente que no sabe comunicar eficientemente lo que le ocurre, qué siente o por qué. Es por ello que es obligatorio trabajar en ello de manera individual si es posible antes de empezar a buscar pareja estable para poder ser asertivo, empático y firme estando en una relación de convivencia y que pretendes que sea duradera.

Conocer cómo son los valores, la moral y la ética de la persona con la que vas a pagar una casa a medias:

Supongo yo que si te vas a plantear con tu pareja la opción de montar vuestro propio hogar es porque sabes que es súper buena persona, pero no está de más ponerlo en la lista. De todas formas, esto influye también en la confianza que tu pareja te va a generar.

La tranquilidad que sientes cuando piensas en el futuro junto a tu pareja depende en gran parte de si contáis ambos con un conjunto de valores trabajados y firmes. Acostarte sabiendo que tu mozo o moza es un cachito de pan es una gloria bendita. Mola mucho más que acostarte sabiendo que es una joyita porque oye, es que «los malotes dan mucho morbo».

Todo esto es lo que a mí me habría gustado leer antes de escribir «busco piso» en google, y que espero que os sea de ayuda a aquellas parejas que tengáis en mente empezar con vuestra misión hogar. Llevar a la firma de vuestro nido esta lista como deberes hechos es un gran paso para vuestra estabilidad y compromiso en convivencia.

Sin embargo, queridas futuras parejas convivientes, somos humanos y aun habiendo revisado punto por punto, sabed que en las malas rachas que vengan tendréis que ser un equipo que distinga que el problema es el enemigo y que no lo sois vosotros mismos.