Querida amiga Kate,

Hace 8 años que te conozco y sigo admirada de lo maravillosa que estás siempre. Esos ojos azules, siempre rodeados de un maquillaje perfecto, tu pelo, tan rubio, siempre con unas ondas recién salidas de la peluquería. Y tu ropa, siempre con un estilazo que ríete tu de la Milan Fashion Week.

De verdad, tu parece que no tienes malos días. Ni cuando me he quedado a dormir en tu casa te he visto con un pelo fuera de su sitio, o como un puto oso panda porque ese día no te ha salido la raya.

Aún me acuerdo del día que te vimos en el tren de casualidad, y nos pediste perdón por las pintas, cuando ibas 100 veces más glamurosa que cualquier otro pasajero del vagón.

Asi vas tu siempre

Te escribo esta carta porque la última vez que nos vimos me confesaste que siempre me habías admirado y que, en cierto modo, hasta me envidiabas. ¡Tú a mí! Si debiera de ser al revés y, en cierto modo, lo es. ¡Envidiarme tu a mí! Y todo por “atreverme a salir de casa tal cual, sin maquillar, casi sin peinar, de cualquier manera”. (Tus palabras, no las mías).

La verdad es que esa confesión me pilló tan desprevenida que no supe ni qué contestarte. Pero quiero hacerlo ahora.

Querida amiga Kate, lo que yo soy es vaga.

Donde tú ves valentía por atreverme a salir de casa sin pasar antes por chapa y pintura, no hay más que pereza y ganas de sofá. El maquillaje nunca se me ha dado bien, será porque tampoco lo he intentado, pero para que yo consiga algo medio decente y que no parezca que me han disparado con la escopeta de Homer, necesito invertir al menos una hora de mi tiempo. Y qué quieres que te diga, en el sofá espanzurrada se está muy a gustito.

Ese pelo recogido en un moño despeinado con el que sueles verme no está hecho así a propósito. Probablemente habrá sido una coleta aceptable en algún momento del día que se ha deshecho cuando me he tirado a dormir la siesta. Luego se me ha echado el tiempo encima, y no me ha dado tiempo a peinarme.

Porque así soy yo. Llena de planes que luego no hago por pereza.

¿Tú sabes cuántas veces me he propuesto salir de casa bien vestida, bien peinada y maquillada?  Y estoy decidida a cumplirlo…hasta que para hacerlo tengo que levantarme del sofá.

Yo pienso, hemos quedado a las 7, a las 5 me pongo en pie y en marcha. A las 5 pienso bueno, quedan 16 minutos para que acaben el capítulo, lo termino y me pongo. Me levanto, voy a mi cuarto, y ¡Pum! de repente son las 06:45 y yo llevo una hora sentada en la cama mirando videos de limpieza de alfombras en Facebook en bragas y sin arreglar. ¡A tomar por el culo las buenas intenciones! Solo queda tiempo para ponerme lo primero que pille y a salir pitando.

Esta soy yo al ver la hora

Mi propósito de Año Nuevo este último año fue simplemente usar crema hidratante al salir de la ducha. Así, algo facilito que no lleve más de 2 minutos. ¿Sabes que puedo contar con los dedos de una mano las veces que me he puesto crema, y que seguramente hasta me sobren?

Cuando tuviste a tu hija, la mayor, en el fondo deseaba que no te diera la vida para todo. Pero seguiste ahí, perfecta como siempre. Y lo mismo cuando nació el pequeño.

Mientras tanto, yo sigo aquí. Desde que tengo a los mellis me doy por satisfecha si me lavo los dientes todos los días.

Realmente no hay ninguna meta en esta carta, ni me voy a poner a analizar por qué somos como somos. Simplemente quería decirte que no soy tan valiente ni digna de admiración como aparento.

Supongo que todos tenemos lo nuestro.

Andrea.