Antes de empezar quiero decir que esto no es ni por asomo una prueba testada y definitiva que nos vaya a servir a todas. Es lo que yo hice para conseguir que la relación con mi suegra fuera mejorando poco a poco.

 

Voy a ir paso a paso:

  • El primero es el que todas hacemos si o si: Asumir que es una persona que formará parte de nuestra vida (para bien o para mal) y decidir hasta donde queremos implicarnos con ella. Esta última parte irá relacionada con el vínculo que tenga vuestra pareja con ella. Si es bueno, formará parte del su día a día, del tuyo, y del de tus hijos (o por lo menos tienes claro que la verás asiduamente). Si es malo, no tienes nada más que leer. Habla con tu pareja, acordad visitas rutinarias o de compromiso que no excedan las 5 horas y sobrevivid. Si su relación es muy, pero que mala, seguramente ni la conozcas.

suegra

  • El segundo paso es el primero a conseguir: Conocer a esa mujer y sus limitaciones, saber cuáles son sus manías y aprender a gestionarlas cuando estás con ella. Se trata de armarse de paciencia y adquirir nuevos dotes relacionales para superar situaciones que, de ser otra persona no tan próxima, no harías el esfuerzo.

 

Estas dos son la base para mantener una relación cordial: Comunicarle a tu pareja lo que te molesta y llegar a un acuerdo entre vosotros cuando aparezcan situaciones que te incomodan. En mi caso salía a la terraza o al parque a jugar con los niños y no volvía hasta que me venían a buscar cuando había finalizado la vorágine.

 

Con el paso del tiempo, y gracias a hablar las cosas tanto con mi pareja como con mi cuñada, hemos visto que todos estamos de acuerdo con lo mismo, pero que nunca nadie había dicho nada.

Entonces llega el paso tres (o mejor dicho «la prueba de fuego» con tu suegra):

 

  • Consiste en que sus hijos le digan a tu suegra que es lo que incomoda a todos y el porqué, hacerle entender que confiamos en que puede cambiar y que se le repetirá cada vez que lo haga. En caso de que no acepte las críticas o no quiera ver sus errores, no hay más que hacer y la pelota está en tu tejado: Vuelve al paso dos y decide hasta donde quieres implicarte y ya. En caso de que atienda a razones (siempre a su manera) y veas que está cediendo, la relación empezará a cambiar: Tú no te sientes tan incómoda y ella va viendo que al relajarse y escuchar a su familia, todos están más próximos, quieren pasar más tiempo con ella y no hay tantas disputas.

Nosotros tuvimos la suerte que ella entendió el mensaje que se le estaba dando y con el tiempo ha ido reduciendo la presión y aceptando que sus hijos tienen razón, aunque de vez en cuando se le vaya de las manos otra vez. Al llegar a un acuerdo (dentro de los límites de cada un@) aparecen momentos mágicos en los que empiezas a compartir tu opinión (en lugar de quedarte mirando tu plato mientras los demás discuten) y a confiar más en tu suegra: Te apetece ir para que vea a los nietos, le preguntas a tu pareja como está, incluso piensas en ella sin agobiarte.

suegras

Si has llegado aquí, está perfecto. Reto conseguido.

Pero nosotras fuimos todavía un poco más lejos. Por pura casualidad de la vida. Fuimos a comer con ella mi hijo, mi marido y yo. Después de la siesta el niño quería ir al parque, así que salimos los tres. Yo me senté en un banco y como el niño quería jugar con su padre, ella se sentó conmigo. Pocas veces hemos estado «así». A solas. Entonces sucedió.

Empezamos a hablar de nosotras como mujeres y de nuestra vida pasada, no como suegra – nuera

 Mi suegra me confesó muchos miedos que tiene todavía y el dolor que había sufrido con los años (perdió a su hermano, a su marido y a su madre con poco tiempo de diferencia) y porque ahora se aferraba TANTO a sus hijos y a «hacer las cosas como antes». Entendí muchas cosas. Hablamos de su matrimonio, de su trabajo, de su familia. Y me di cuenta de algo: Se sentía sola. Había pasado su vida cuidando a los demás (a su hermano y a su madre) y después su marido la había abandonado con dos adolescentes. Él también falleció. Preocupada por su familia y su trabajo, había perdido todas las amistades. Estaba sola (la verdad).

 

Y me di cuenta. Somos lo único que tiene y por eso se esfuerza TANTO en que todo sea perfecto y de película. Aunque a nosotros nos dé igual que el precioso centro de mesa de Navidad esté torcido o no donde ella lo había puesto.

 

Con esto quiero redimirme y compartir mi error. Me centré en ver lo que me molestaba y todo lo que ella hacía. Me fijaba más en el «que» que en el «porque». Por eso escribo estas palabras, porque a veces para entender a alguien hay que conocer sus motivos (no sus acciones).

 

Moreiona