Sofía y yo fuimos compañeras de Universidad y solíamos esquivar las clases de Lógica para tomar café y despotricar contra lo apestoso de nuestras vidas amorosas. Teníamos 19 años y el amor, como el aire mismo, era imprescindible para nuestra supervivencia. «Nunca terminas quedándote con el amor de tu vida. Terminas quedándote con la persona que te entiende», vaticinó, categórica. Siempre recordaré el instante en que soltó tamaña frase como un momento cataclísmico, desolador, donde el amor de pronto se volvía un ente utilitario y pragmático. Lo negué. “El amor no es lo que piensas”, Sofía reafirmó.

1Pasaron los años y Sofía procedió a casarse con un hombre que la entendía de puta madre. Yo, que soy de índole quimérica, seguí creyendo en los mecanismos poco rígidos del enamoramiento. En la complicidad compartida y en un amor que fuese un reto pero que a la vez no tuviese que descifrar. Seguí creyendo en el amor contaminado de humor (sin tensiones ni agitaciones) y al que no me avergonzase empujar con los puños en aquellos días de heriditas internas. Alguien que no tuviese miedo de llevarme la contraria para llegar a lugares míos desconocidos, para colarse en mis miedos, para desafiar mis “¿yo? jamás”. Alguien que me quisiese bien aunque a veces me sacase de quicio, aunque no nos entendiésemos siempre, aunque nos desentendiésemos a veces.

Luego de analizar minuciosamente el panorama amoroso de mis últimos años al volante con el carnet de soltera, el resultado pinta más o menos así:

2

Si señoras, así me ha ido.

Todo esto me ha hecho plantearme dos cuestiones fundamentales:

1) ¿Dónde coño liga una con gente que no dé ganas de llorar?
(En serio. Estoy un poco hasta los mismísimos de llegar a casa tras las citas y terminar tumbada en la bañera a todo vapor sollozando “¡Me siento sucia!” y escuchando “Sin miedo a nada” de Alex Ubago. Indigno. #marielladignidad)

2) ¿Para qué me someto yo a todo esto, si no tengo ningún problema con estar soltera y, más bien, tengo un huevo de problemas al momento de ligar (QUEREDME)?
¿Para mantener la especie? Dormir con un tipo para reproducirme con un tipo para tener un mini-tipito para no dormir nunca más
¿Para follar a secas? Dejar de soñar que follo, o lo que es peor aún, soñar que me imagino que follo
¿Para sentirme completa y segura? Más segura que con un pack de Ausonia en la entrepierna
¿Masoquismo puro y duro? Hombre, quizás. Y es que en mi analfabeta experiencia, el amor es como el monstruo del lago Ness: muchos afirman haberlo visto, pero nadie sabe con certeza dónde está. 

«Pero busca a alguien que te entienda. Olvida al amor de tu vida, Mari.» Bah, Sofía. Quizá todo esto sea un despropósito y al final de esta historia lleves tú la razón, pero aún no me he curado del espanto y sigo creyendo en lo segundo sin desmerecer lo primero. Porque, Sofía, creo que tu afirmación está basada en una premisa incorrecta: ¿Dónde pone que alguien que esté loco por mis caderas no pueda ser también la persona que me entienda? No sé qué opines al respecto: yo por mi lado opino que debimos tomar menos café e ir más a nuestras clases de Lógica.

3

YouTube video

Imagen destacada de la película «Begín Again»