Dramamá: No soy capaz de ayudar a mi hijo con sus tareas de primaria

 

Cuando se habla de maternidad y paternidad nadie te cuenta lo que pasa a partir de que los niños llegan a tercero de primaria.

Es cierto que hay muchas otras cosas de las que no se habla y que, a esas alturas, ya estás más que curtida en los miedos, las noches sin dormir y el resto de las características inherentes a la maternidad.

Pero, al menos en mi caso, nada me ha venido tan inesperado y tan grande como lo que ocurre a partir de tercero de primaria. Os lo juro.

Será que soy la primera de mis hermanos y de la pandilla de amigos en procrear. Será por eso que no lo vi venir, pero ni por asomo.

Yo estaba feliz con mi familia y mis hijos.

Lejos quedaban ya esas primeras etapas de cansancio y dependencia absoluta.

Mis niños eran ya minipersonitas relativamente autónomas, con los dos en el colegio la conciliación también era más sencilla… Para mí era la mejor etapa. La más tranquila y equilibrada, al menos.

"<yoastmark

Hasta que el mayor empezó tercero.

Y empezó a tener deberes a diario.

Y exámenes.

Dramamá: No soy capaz de ayudar a mi hijo con sus tareas de primaria

Hasta que nos vimos forzados a introducir en nuestra rutina ese rato de las tardes para hacer las tareas. El rato de estudiar, explicarle lo que no comprende… Ayudarle a entender que esa es su responsabilidad y que, igual que sus padres trabajan, él tiene que hacer ejercicios y preparar controles.

Todo esto mientras su hermano pequeño se la seguía rascando y mientras yo me cagaba en todo por dentro. Porque lo que menos me apetece hacer a las siete de la tarde, después de pasarme el día trabajando, es corregir multiplicaciones.

Pero de mejor o peor gana, lo asumimos.

Asumimos que es lo que hay y con el tiempo lo fuimos llevando todos un poco mejor.

Entonces el menor llegó a ese punto de inflexión en la vida de los chavales de primaria, el dichoso tercer curso.

Mi marido sigue siendo autónomo con horario desconocido.

Yo sigo trabajando y corriendo para llegar a todas partes.

Mis hijos siguen siendo unos críos que se pasan más horas en el colegio que yo en la oficina.

Y ahora los dos traen tareas, sí o sí, todos los malditos días lectivos. Además de que tienen sus exámenes cuando toca y los controles de rigor cada dos por tres.

De modo que, mucho más a menudo de lo que me gustaría, me encuentro en mi casa intentando que ese par de dos se centre. Ayudando y corrigiendo ejercicios al mismo tiempo que trato también de limpiar el baño, tender la ropa o hacer la cena.

"<yoastmark

¡¿Quién me iba a decir que iba a echar de menos aquellas tardes de parque?! Cuando éramos felices y no lo sabíamos…

Y estoy hasta el culo porque yo ya fui al cole y, llamadme ilusa, nunca pensé que me iba a tocar volver. Como si mis padres no hubieran hecho lo mismo por mí por aquel entonces…

Francamente, no les di el mérito que se merecían y del que ahora soy consciente.

Sin embargo, con todo esto que os he contado, no he llegado aún a la peor parte.

Lo peor de todo es que no soy capaz de ayudar a mi hijo con sus tareas de primaria. ¡De primaria!

Que vale que ya está en quinto, pero, leches ¡lo que me queda!

Hay cosas que me veo obligada a tirar de Google, porque es que no tengo ni flores del tema. En plan que me planteo si en mi época estudiábamos eso. Otras que me suenan, pero… nah, no recuerdo.

En mi comunidad tenemos un segundo idioma oficial que, oh sorpresa, ha cambiado. Resulta que lo hablo mal. Igual lo tengo que sacar del CV aunque sea mi lengua materna, porque, por lo visto, ha cambiado tanto en una sola generación que yo no podría aprobar uno de los exámenes de mi hijo.

Hay otras cosas que el problema es que las explican de otra manera. Y parece que la antigua ya no vale. Que digo yo, si el resultado es el mismo, ¿qué más dará?

"<yoastmark

Pues no, no vale como yo lo aprendí.

Y si insisto y no me actualizo, lo que hago es liar al chaval, que ya bastante cacao tiene.

Pero lo que peor peor llevo, son las matemáticas.

Dramamá: No soy capaz de ayudar a mi hijo con sus tareas de primaria

En matemáticas voy muy mal.

Yo no sé qué he hecho con mis conocimientos sobre esa materia. He debido meterle encima nombres de concursantes de las chorrocientas ediciones de gran hermano y OT o algo, que no los encuentro.

Que yo no soy muy lista, pero tampoco muy tonta, calculo que estoy en una media muy normal.

Y me saqué la ESO con muy buenas notas, de verdad que sí.

Pero hoy por hoy saco los resultados con la calculadora del móvil y cruzo los dedos para que al niño le haya dado lo mismo. Porque yo lo que es dividir con dos cifras, ya me cuesta.

No quiero ni pensar en raíces cuadradas, despejar X… Muero.

Así que estoy en un momento en el que no sé si ir buscando clases de refuerzo para cuando mis hijos lo necesiten y su madre ya no sea de ayuda. O si apuntarme yo directamente y ver si aún tengo la capacidad de aprender.

En cualquier caso, además de estar hasta el culo de las tareas de cada día, me siento bastante inútil y cortita.

Y no me mola nada.

 

Anónimo

 

 

Envíanos tus Dramamás a [email protected]

 

Imagen destacada de Julia M Cameron en Pexels