Voy a ser dura. Lo aviso en estas primeras líneas ya que siempre he intentado ser objetiva con todo lo que suelo escribir. Pero en esta ocasión no será el caso. Este tema no merece ni un ápice de pros y contras.

El mundo está cambiando, como es lógico la sociedad en la que vivimos se adapta como el agua a todo lo que le rodea. Tecnología, naturaleza (ejem…), innovación o avances. Aquí el que más o el que menos intenta caminar siempre hacia adelante. Se le llama evolución.

Si a todo esto le sumamos que vivimos en la era de la información, el resultado es un compendio de personas con datos de todo tipo, ideas que van y vienen y opiniones de lo más variadas. Todo muy colorido e insuperable.

Y dentro de esta diversidad tan bien avenida aparece una nueva corriente. Un ideario que decide romper con esa evolución de la que antes hablábamos para echar por tierra lo que años y años de estudios han conseguido. Los señalo con letras muy grandes, LOS ANTIVACUNAS.

 

Estoy casi segura de que habéis leído algo sobre este tema. En lo últimos meses por desgracia los titulares de diferentes medios han tratado este asunto dada la alarma que ha saltado en ciertos puntos del planeta.

El planteamiento que presentan los seguidores de esta horripilante moda es que las vacunas, esas que salvan vidas, no son más que un mero ‘sacacuartos’ de las farmacéuticas y que además son totalmente nocivas para la salud.

Aquí freno un instante para tomar aire y suspirar de la rabia. Continúo.

No está en mis planes el darle más chance a los argumentos de esta gente. Sino que como muchos actualmente, me sumaré a las críticas más radicales solicitando medidas de urgencia contra todo padre que decida no vacunar a sus hijos.

Hablamos ya de casos de enfermedades erradicadas que vuelven a resurgir por culpa de personas no inmunizadas. Hablamos de cientificuchos que dan charlas sobre la necesidad de ser antivacunas sin encontrar ningún tipo de traba para hacerlo. Hablamos de la vida de nuestros hijos y de que están terminando con el trabajo de cientos de expertos.

Por fortuna, no son pocos los profesionales que hoy en día dedican su tiempo a denunciar esta tendencia. Pediatras como Lucía Galán destina buena parte del espacio de su blog profesional y sus redes sociales para difundir todas las barbaridades que los antivacunas están llevando a cabo en el mundo.

tweets pediatra lucía

La propia OMS (Organización Mundial de la Salud) ha destinado un apartado de su web para responder a todas las dudas sobre la seguridad de este proceso. Preguntas como la importancia de cumplir con el calendario de vacunación o la tranquilidad ante un procedimiento estéril, se acumulan en esta importante sección.

Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas regularmente una vez comercializadas. Los científicos también siguen constantemente la información procedente de diferentes fuentes en busca de indicios de que una vacuna pueda tener efectos adversos. La mayoría de las reacciones a las vacunas son leves y temporales, tales como el dolor en el lugar de inyección o la febrícula. Los raros efectos colaterales graves notificados son investigados inmediatamente.

La noticia ahora es la medida tomada por algunos centros infantiles y escolares tanto españoles como de otros países. Todo niño que no presente su cartilla de vacunación al día, no podrá ser escolarizado. Aplaudo muy fuerte, como madre y como ser humano también.

Pues esta corriente no solo pone en riesgo la vida de los no vacunados, sino que acrecienta muy considerablemente las probabilidades de propagación de enfermedades letales ya desaparecidas. Personalmente creo que esta imposición debería ser obligada en cada uno de los colegios y guarderías del planeta.

Cortar de raíz toda aquella moda que nos haga caminar hacia atrás. Es lo que deberíamos hacer. Señalarlos y situar a su alrededor una enorme hilera de obstáculos que no les permitiera dar un paso no sin antes haber cumplido con la sociedad.

Rechazo de las vacunas
Imagen tomada del informe sobre ‘Estrategias para responder a argumentos de padres antivacunas’ del Jefe Asociado del Servicio de Pediatría del Hospital de Villalba, Roi Piñeiro Pérez.

Porque este concepto de locos comenzó siendo un precepto de un pequeño grupo y actualmente los grupos en redes sociales como Facebook ya acumulan decenas de miles de seguidores. Hay que pararlos, no podemos permitir que un movimiento tan perjudicial llegue a más.

Yo vacuno y obligo a vacunar, ¿y tú?

Mi Instagram: @albadelimon