Este verano ha sido de risa la verdad. Me ha pasado de todo (no malo) pero sí divertido y con anécdotas que contar. Una de ellas tiene que ver con la familia de mi novio y son de esas historias en las que no sabes si reír o llorar, la verdad. Sinceramente, mi pareja y yo no sabíamos que mi suegro estaba en casa y lo supimos muy tarde… muy pero que muy tarde. Y esa anécdota será contada hasta los confines del infinito.

Todo ocurrió cuando estas vacaciones mi suegro vino de Francia a pasar un mes en nuestra casa. Él y su ex mujer llevan divorciados más de 30 años y se llevan bien. Tuvieron dos hijos y cada vez que puede viene a España a visitarlos. Nosotros somos los únicos que en este momento tenemos hueco en casa ya que tenemos una habitación vacía y no nos importaba que se quedase aquí en vez de en un hotel… Mala elección…

Digamos que a la semana, una que yo me sé estaba hartita… El pobre, no es su culpa, simplemente es un señor mayor que toca los cojones porque sí. Se pone la tele a toda hostia, se deja las luces encendidas, y lo que más me repatea, lo que más me revienta: cuando se va a dormir y cuando se despierta, PONE EL MÓVIL CON EL VOLUMEN COMO SI QUISIERA QUE LO ESCUCHASEN EN FRANCIA. Joder… que si lo pone alto….. En fin, que por mucho que le dijéramos que lo bajase parece que su móvil se ha vuelto en nuestra contra porque según él “está más bajito” y sigue retumbando toda la casa. Ahora, eso sí, no veas con el móvil… vaya potencia tío, ni el mío tiene tanto volumen…

Bueno, donde quiero llegar es que desde que estaba en casa, entre que no dormíamos bien, nos despertaba temprano y estaba SIEMPRE EN CASA, pues no había forma de tener sexo. Así que un día aprovechamos que nos dijo que pasaría la tarde entera con su otro hijo viendo la ciudad. Nos escribió para decirnos que se iba y que volvería para cenar, así que vimos nuestro momento.

Fuimos a casa raudo y veloz, nos metimos en el cuarto y lo hicimos a lo salvaje, empotrándome contra la pared y gritando como si no hubiera un mañana. Al salir de la habitación fuimos a la cocina a beber algo (teníamos que reponer fuerzas), y de repente, escuchamos un ruido en el otro cuarto… Nos quedamos petrificados, super quietos, como los que salen en las películas cuando ven a un fantasma.


En ese momento nos miramos a los ojos y dijimos con la cabeza “no”, porque no podía ser verdad. Justo leyéndonos la mente, sale mi suegro como si nada de la habitación y nos saluda en la cocina. Sutilmente le preguntamos qué hacía allí ya que nos había dicho que se marchó, y nos comentó que tuvo que volver porque su hijo estaba muy cansado y que lo dejarían para otro momento. Así que hicimos lo que teníamos que hacer… comportarnos como si nada hubiera pasado. Todos sabíamos que nos había escuchado, era obvio y no íbamos a mentir. Tampoco es nada malo, así que solo pudimos reírnos interiormente y seguir como si nada. Ahora, la anécdota de que mi suegro estaba en casa y lo supimos muy tarde, viajará durante siglos.

 

Anónimo

 

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