Amiguis, hoy vengo a hablar con vosotras de ese bochornoso momento cuando tienes una primera cita y sale mal. Quedáis (probablemente vía Tinder que es lo que se estila ahora). Te arreglas para causar una primera impresión fetén. Sales de casa. Te das cuenta de que te han entrado ganas de cagar por los nervios. Vuelves al cómodo baño de tu casa. Ya sí que sí, sales. Le ves. ¿Dos besos? ¿Un abrazo? ¿La mano? Superados los nervios iniciales, vais a un bar a tomar una cerveza y perder la vergüenza. Abre la boca. Te dice que ni machismo ni feminismo. Huyes haciendo la croqueta.

Esto me ha pasado REAL, y traumatizada de la vida escribí a mis buenas amigas buscando un poco de compasión. Imaginaos un grupo de 18 tías fabulosas que no se ven nunca porque vivimos cada una en una punta de España hablando sobre tíos, citas y desastres amoriles. Total, que aquello desembocó en un “pues eso no es nada, a mí…”, rememorando todas nuestras citas más cutres. Cómo lo bueno hay que compartirlo, aquí estoy recopilando sus historias.

  • Me dijo que iba afuera porque tenía una llamada del curro y no volvió a entrar en el bar. Me tocó pagar la cuenta, que no era precisamente barata.
  • Me empezó a hablar de las tías que tienen el ano más oscuro que el resto del culo. Yo flipaba. Luego me empezó a preguntar por el mío. ¿Y yo qué cojones sé? Me dijo literal: “si lo tuvieses moreno te someterías a un blanqueamiento de ano”. PRIMERA CITA SEÑORAS, PRIMERA CITA.

  • En el minuto cero vi que era más fantasma que Casper. Se pasó toda la cita alardeando de que conocía a todos los cantantes que a mí me gustaban. Amigo íntimo de Ivan Ferreiro, decía. Que se conocieron en un concierto porque estaba en primera fila y a Ferreiro le cayó en gracia, así que le invitó al backstage y se volvieron inseparables. ¿Alguien se cree esto?
  • Llegué al bar en el que habíamos quedado, me senté, nos dimos dos besos y lo primero que me dijo fue: “dime ya si vas a friendzonearme o si vamos a echar un polvo, para no perder el tiempo”. Tal y como vine me fui.
  • Conocí a un tío en Tinder y tras hablar un par de semanas decidimos quedar en su casa para ver una peli (traducción, follar). Pues para mi sorpresa, él quería ver una peli de verdad… CONMIGO Y CON SUS PADRES. Jamás habían tardado tan poco en presentarme a mis suegros. Me cayeron bien, pero no hubo magia.
  • Quedamos en una cafetería y yo me pedí una tostada de jamón y una caña. Él se pidió una magdalena, le dio un muerdo y se pasó toda la cita destrozando el resto de magdalena mientras me hablaba tan normal. Muy turbio, hacía miguitas, cogía las miguitas, las volvía a soltar, hacía figuras con las miguitas. Una locura.
  • Me empezó a preguntar insistentemente por a quién había votado en las últimas elecciones. Al principio no quería decirle nada porque soy muy recelosa de estas cosas, pero me insistió mucho y me dijo que no me iba a juzgar aunque tuviésemos diferentes ideales políticos. Total, que le dije que había votado a Podemos y me llamó puta perroflauta, me dijo que me estaba cargando el país, que era la lacra de esta sociedad. No aguanté mucho más y me piré. ¿De dónde sale esta gente?

  • Se pilló un pedo tremendo y me llamó durante toda la noche “Julia”. Al parecer, así se llamaba su ex.
  • Era una cita a ciegas. Cuando me preguntó por mi trabajo y le dije trabajaba como neurobióloga, empezó a soltar cuñadeces. Me dijo que las mujeres somos más tontas porque nuestro cerebro es más pequeño. Le dije que tenía cagalera y me fui a casa.

¿Cuál ha sido tu peor cita?