Hace lo que me parece una eternidad que mi pareja y yo decidimos dejar de tomar anticonceptivos para intentar tener un hijo. Sabíamos cómo va la cosa. Que no me iba a quedar a la primera ni la segunda y que había que tener paciencia. Creo que no miento si digo que durante más o menos el primer año, la tuvimos. La paciencia, digo. Nos limitábamos a mantener relaciones sexuales sin protección y ya estaba. Porque se suponía que la cosa iba así. Si bien para nosotros… no iba. Los meses pasaban y mi regla siempre estaba ahí, puntual como un maldito reloj suizo. Fue a partir del segundo año cuando la cosa se empezó a complicar.

Fuimos al médico, empecé a tomar ácido fólico y comenzamos también a controlar en qué momento teníamos relaciones. En mi humilde opinión, es un error grave eliminar la diversión de la ecuación. Una vez que lo que prima es el aumento de las posibilidades de concepción, en lugar de las de entregarte a la pasión para obtener un buen rato con tu pareja, la cosa se va un poco a la mierda.

Pero lo de perder interés en el sexo por placer no es lo peor. Lo peor en mi caso es que me he acabado volviendo un poco loca. Es que llevo ocho años embarazada, pero nunca lo he estado. Llevo ocho años tomando vitaminas, cuidando lo que como y lo que no y, entre otras cosas, rechazando el consumo de alcohol y los baños en jacuzzi. Todo porque… ¿y si? ¿Y si este mes sí que me he quedado? ¿Qué pasa si estoy embarazada de dos semanas, o de tres días y medio y lo echo a perder por comer queso sin pasteurizar? No puedo correr ese riesgo.

Aunque confieso que mi paranoia va mucho más allá. No es solo que me cuide ‘porsi’. Lo hago porque todos los meses creo que ahora sí. TODOS. LOS. PUTOS. MESES. Sin excepción.

Me noto los pechos más duros. Me encuentro muy cansada. Siento que estoy como más sensible. A veces incluso tengo mareos y náuseas. Y siempre sin motivo, o a causa del síndrome premenstrual, supongo.

Llevo ocho años embarazada, pero nunca lo he estado
Foto de Cottonbro Studio en Pexels

El tema es que es me pasa y que no lo puedo evitar. Por más que lo intento, soy incapaz de parar de hacerme ilusiones y de somatizar e inventarme movidas. El nuestro es un caso de infertilidad inexplicada. Se supone que mi cuerpo funciona bien, que mis óvulos son buenos. Se supone que el esperma de mi pareja es de buena calidad. Y se supone también que nuestra genética es compatible o como se diga. Sin embargo, no conseguimos que nuestras células más básicas se pongan de acuerdo.

 

Llevo ocho años embarazada, pero nunca lo he estado

 

Por tanto, imagino que voy a seguir así, constantemente embarazada sin estarlo, mientras nos armamos de la paciencia que requiere también el proceso de adopción. No sé, puede que incluso después. Tanto como sigamos sin poner barreras a un posible embarazo. Lo mismo ya se ha cronificado y me paso el resto de mi vida así.

 

Anónimo

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada