Yo era una plus size de 120 kg orgullosa, que se miraba al espejo y que se sentía guapa, poderosa y sin muchos complejos.
Un día me cambió el chip y empecé a interesarme por la nutrición, empecé a leer etiquetas, a dejar el azúcar, a fijarme en lo que comía…
Lo importante de este hecho es que yo no decidí hacerlo por estética si no porque comencé a entender de verdad lo que era bueno y lo que no para mí. Comía muy sano, muchos hidratos de calidad, fruta, verdura, repostería realfood, y lo más importante, disfrutaba de ello.
Con estos cambios como por arte de magia empecé a dejar kilos, comencé a hacer deporte y a encontrarme mucho mejor, más ágil y ligera.
Al cabo de un año había perdido algo más de 25 kilos, llegando a perder 30, me quedé en 89 hasta que me estanqué.
Dejé de perder.
Fui al nutricionista y perdí un par de kilos más pero para mi era insostenible llevar una dieta cerrada porque sufría y lo pasaba mal.
Ahí comenzaron las frustraciones, dejé de disfrutar comiendo sano, volví a ganar algo de peso y empezaron los complejos que antes no tenía, me comparaba con todas las chicas que estaban más delgadas que yo, sufría si me pasaba comiendo, vivía en una dieta constante haciendo muchísimo deporte y sin ver grandes cambios.
Este verano he vuelto a subir, podéis imaginar mi autoestima, tirada por los suelos, pesándome todos los días e intentando bajar aunque fuese un mísero kilo.
Un día fui al médico y por casualidad me encontré con uno que me había visto hacía varios años, me dijo que dejase de obsesionarme con el peso, que con lo que había perdido ya había ganado muchísimo en salud y que quizás con mi metabolismo tardaría mucho tiempo en llegar a donde quería, que viviese, que me cuidase y que fuese feliz. Otro médico me habría dicho que aún tenía sobrepeso y que debía dejar otros 20 kilos, él no. Se lo agradezco.
¿Por qué os cuento mi historia?
Porque me he dado cuenta de que la autoestima no va de la mano de los kilos, va de cómo tú te sientas, de lo que veas cuando te mires al espejo.
Yo aprendí que con 30 kilos menos tenía menos autoestima que antes de perderlos, no baséis vuestra pérdida de peso en un factor estético como nos exige la sociedad, basadlo en vuestras necesidades, en vuestra salud, pero no pensando en qué estaréis más guapas.
La belleza es subjetiva a los ojos del que la mira y vosotras tenéis que miraros todos los días en el espejo viendo lo bonitas que somos independientemente del número que haya en la báscula.
Hoy intento quererme más, intento sentirme bien, intento aceptar que vuelvo a llevar una talla más de pantalón.
La salud física es muy importante pero a veces descuidamos la mental que es muy poderosa para ganar nuestras batallas.
Quiérete, con 70, con 90, con 120.
No somos números,
somos personas
y somos maravillosas.
Yo a día de hoy sigo intentando aprender a quererme como lo hacía antes.