Me aburren soberanamente los polvos largos, y no es que tenga establecido un tiempo máximo a partir del cual empiece a aburrirme, pero sí tengo claro que los coitos que se alargan más de lo estrictamente necesario me parecen soporíferos.  Tediosos hasta decir basta.  Un “ARGG” en toda regla, vamos.

Los preliminares son otra historia, eso sí que puede alargarse hasta el infinito y más allá, pero lo que es el puro y duro mete-saca ¡breve y conciso por favor!  No puedo con los hombres que creen que para hacerte disfrutar tienen que durar horas penetrando, y están ahí dale que te pego, pensando en cosas frías para no correrse mientras que tú estás pensando exactamente en lo contrario, en cosas calientes para seguir mínimamente excitada.  En cosas calientes y en “hostia tío, córrete ya que me estoy aburriendo como una ostra”.  Y gimes desaforadamente, y tratas de imitar las caras y los movimientos de las actrices porno, pero no hay manera.  Hasta tiras de artillería pesada y finges el orgasmo, a ver si aunque sea sólo por empatía, termina él también.  Pero nada, ahí sigue pensando en hielo y dejándote a ti igual. FROZEN

A veces echo de menos los rollos de antes, los rollos de cuando era virgen y excepto meterla, se hacía de todo.  Esos besos apasionados que te mojaban entera, esas caricias por debajo de la ropa que hasta dolían.  El momento ese en que te apartaba las bragas y sentías ¡por fin! sus dedos (torpes) explorándolo todo.  El instante justo en que te congelaba las tetas con sus manos heladas.  Los calentones eternos del cine, del reservado de la discoteca o del banco del parque.  Los calentones en el portal antes de subir a casa que podían durar horas sin que bajase el nivel lo más mínimo.  On fire completamente durante todo el tiempo, y “todo el tiempo” siempre era poco, porque siempre queríais más.

Es triste reconocer que tuve más orgasmos simplemente frotándome, con toda la ropa puesta con el noviete de turno en algún rincón oscuro, que con algunas parejas sexuales.

Es más, ya no es que no te corras, es que te aburres.  Y para más inri, con tanto mete saca te queda la zona dolorida e irritada como si hubieses estado restregando la fañagüeta contra un cactus, o en el mejor de los casos, como si un barbas, te la hubiese estado comiendo con el hambre de una semana.

 

La vetusta bloguera