Imagina que estás bañándote en la playa despreocupadamente cuando de repente te das cuenta de que tus pies no alcanzan a tocar el suelo. Te asustas y nadas hacia la orilla, pero las olas te alejan más y más, y cuanto más te esfuerzas en las brazadas más distancia te separa de la arena. Eso es la ansiedad, una continua lucha física y mental que agota.

En esa lucha no solo tienes que lidiar contigo mismo, sino que también te toca enfrentarte a los comentarios -muchas veces bienintencionados- de personas que saben más bien poco acerca de los trastornos de ansiedad.

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Ilustración de Where’s My Bubble?
  1. “Bueno, intenta relajarte.”

Esta es LA FRASE. ¿No te has parado a pensar que si pudiese relajarse lo haría? Lo único que vas a conseguir es presionarle haciendo que se sienta culpable por no lograr calmarse, como si estuviese en su mano conseguirlo.

  1. “Te entiendo tan bien, yo también estoy súper agobiado en el trabajo.”

En primer lugar, podrás pasar todo el tiempo del mundo junto a una persona que tiene un trastorno de ansiedad, pero si tú no lo experimentas, jamás lograrás entender totalmente aquello por lo que está pasando.

En segundo y último lugar, la ansiedad y los trastornos de ansiedad no son lo mismo. Ansiedad tenemos todos, básicamente porque es una reacción emocional innata, pero no equipares el estrés que sientes en tu vida cotidiana con el trastorno de ansiedad que está padeciendo otra persona, porque no tiene ni pies ni cabeza.

Aunque tu intención sea buena y quieras empatizar, en el fondo estás restando importancia a su situación.

  1. “¿Y los ansiolíticos no te calman? Tómate una tila.”

Ya lo dije en el artículo “10 consejos que no deberías dar a alguien con depresión”, pero lo repito porque a mucha gente no le queda claro. Opinamos con demasiada alegría sobre la medicación de las personas con problemas mentales, cuando no se nos ocurriría jamás dar esos consejos a alguien con cáncer, diabetes o cualquier enfermedad física.

¿Le dirías a una persona diabética que sudase de la insulina y cambiase el azúcar por Stevia? Pues no, porque es una gilipollez. Aplícate el cuento cuando se trata de trastornos mentales.

Los psicofármacos son complejos, requieren de un seguimiento psiquiátrico muy riguroso y a veces tardan en hacer efecto (o incluso pueden presentar efectos secundarios), pero no por ello son menos efectivos. No aconsejes a alguien que deje su medicación como si estuviese tomando ibuprofeno.

  1. “Venga, salgamos de fiesta. Así seguro que se te olvida.”

Imagina que estás encerrado en un ascensor. Sudores fríos, palidez, miedo, mareo, confusión. Imagina ahora que estás sintiéndote como si estuvieses encerrado en un ascensor, pero con música a todo volumen, rodeado de desconocidos y con alcohol de por medio. ¿De verdad te parece la situación idónea?

  1. “Es que eres tan angustias… Normal que estés así. Haz como yo y pasa de todo.”

De ti sí que debería pasar si le das ese consejo, porque lo que estás haciendo es culpabilizarle por sentirse de esa forma, como si mereciese tener un trastorno de ansiedad por el mero hecho de ser una persona ansiosa.

Puede que tengas razón y que sea un poco agorero, que se angustie con facilidad o que tenga predisposición a la ansiedad, pero no sirve de nada soltarle algo así a alguien con este trastorno ya que sabe mejor que tú sus problemas respecto a esas preocupaciones incontrolables. ¿Qué significa incontrolable? Pues que son ajenas a su control y que por mucho esfuerzo que haga le resultará casi imposible manejar su ansiedad.

Tras tanta reprimenda pensarás “¿y entonces qué digo?”, pero por suerte hay muchas cosas que puedes decir y, sobre todo, hacer para ayudar a una persona con ansiedad.

  • Parece una tontería, pero pregúntale cómo puedes ayudar durante sus ataques de ansiedad. Cada persona es un mundo, y a lo mejor a ti te gustaría que te dejasen solo, pero otra persona prefiere que le agarren fuerte de la mano.
  • Igualmente, no te sientas ofendido si necesita su espacio. Es importante aprender a respetar los límites y necesidades de la otra persona sin pillarte una rabieta.
  • En vez de pedirle que se relaje, dile que te cuente cómo se siente. Al desglosar su ataque de ansiedad, podrá ver con más claridad sus emociones y así aumentará su sensación de control.
  • Presta atención a las señales previas al ataque de ansiedad. Por ejemplo palidez, sudoración, mareo, mutismo, falta de atención, hiperventilación, etc. Una vez las conozcas, te será más sencillo prepararte para ayudar durante el ataque.
  • Evita crear situaciones que generarían ansiedad incluso a una persona sin un trastorno de ansiedad, como por ejemplo decirle “tenemos que hablar”.
  • No hagas planes o promesas que no vas a poder cumplir. De nada sirve decir que “vas a estar ahí para lo que necesite” si a la primera de cambio haces bomba de humo.
  • A veces algo tan sencillo como un Whatsapp preguntando cómo está, puede ayudar inmensamente. Demuéstrale que te importa con los detalles más simples.
  • En vez de invitarle a salir de fiesta, proponle planes más calmados como ir a dar un paseo al aire libre. Así puedes ayudarle a desconectar un poco. Aun así, lo mejor es que le preguntes cuál es el plan que más le apetece.
  • Recuerda que esas situaciones que para ti son la mar de sencillas, como llamar a alguien por teléfono, descambiar una prenda de ropa o conocer al amigo de un amigo, para alguien con ansiedad pueden suponer un mundo.
  • Valora todos los esfuerzos que hace para manejar la situación en vez de recalcar que podría hacerlo mejor.
  • Intenta en la medida de lo posible hacer planes cerrados. Evita los “ya quedaremos”. Si no puedes quedar mejor no digas nada. También es mejor decir “me paso a buscarte a las seis de la tarde” que “esta tarde me paso por allí”, ya que los planes inciertos pueden aumentar la falta de control en la otra persona, incrementando la ansiedad.
  • En vez de asumir que le entiendes, dile que te gustaría entenderle. Así te explicará cómo se siente y encontrará en ti un punto de apoyo.
  • Simplemente quédate a su lado y escucha. A veces es lo único que necesitamos cuando estamos mal.

Si tú o alguna persona de tu círculo sufre un trastorno de ansiedad, ponte en contacto con un profesional.