Recibí críticas negativas por uno de mis textos en WLS y esto fue lo que sentí 

Escribo esto después de ver uno de mis últimos textos publicado en WLS. Como escribo con seudónimo, pero mis redes tienen mi nombre real, no suelo dejar comentarios. Eso sí, suelo leer lo que comentáis. 

Escribí un texto y lo mandé. Sabía que no era de lo mejor que había escrito, pero mira, me apeteció escribir sobre ello y lo hice. Además, es una buena forma de salir de bloqueos creativos. Escribes lo que sea, aunque no sea lo mejor que puedas escribir y dejas que salgan poco a poco textos mejores. 

No esperaba una gran acogida porque, como admito, no era para echar cohetes. Pero al menos intenté escribir desde el humor, de buen rollo. Cuando leí los comentarios, había molestado a mucha gente sin intención de hacerlo. Y quien no estaba molesta, mostraba claramente su opinión y su opinión era que aquello era una soberana estupidez. 

Salí de las redes y me tomé un momento para asimilar lo que acababa de ver. E inevitablemente, mi mente viajó al año 2021, cuando escribí por última vez algo que resultó ofensivo sin desearlo. Si alguna ha hecho algo por lo que se ha sentido terriblemente culpable, os sabréis poner en mi piel. 

Empezaré por entonar el mea culpa, pues la verdad debe ir por delante y no tengo excusa. En aquel momento, tomé malas decisiones y me dejé llevar por mi lado más oscuro. Era una persona muy bromista. El problema es que algunas bromas eran muy pesadas. Si bien nunca había tenido conflictos por ello y la gente que me conocía sabía que yo no lo hacía con maldad (era un rato imbécil e inconsciente, pero en realidad no pensaba que hiciera daño con ello), llegó el momento en el que se me fue la mano y algunas personas salieron injustamente dañadas por mis bromas. 

Pedí perdón de todo corazón y me sentí fatal por ello. A priori, mis disculpas fueron aceptadas. Pero, sin saberlo, yo misma me había colgado el sambenito y era imposible cambiar la idea que se tenía de mi persona. 

¿Qué ocurrió? Pues que llegó el día en el que todo saltó por los aires. Llevaba días sintiéndome fatal dentro de mi grupo de amigos (eran amistades online) de entonces. No paraba de darle vueltas a cómo expresarlo, pues no quería hacer daño una segunda vez. Hasta que decidí dar el paso y expresarlo de la mejor manera que sabía y podía. Y pasó lo último que deseaba: los enfadé a todos. Y de paso, descubrí que no se me había perdonado por aquella broma dañina. 

Tomé el camino de desaparecer de sus vidas. Al día siguiente, recuerdo pedir cita con un psicólogo. El motivo: por favor, ayúdeme a dejar de ser tóxica. Porque así me sentía. Como si a Chernobyl le hubieran salido patas y estuviese arrasando con todo a su paso. Yo no era una persona que había tomado malas decisiones. Yo era un monstruo que no sabía hacer ni decir sin hacer daño. 

Cerré mis redes sociales. Dejé de escribir a aquellas amistades. Dejé de escribir en cualquier lado, incluido WLS, porque no era posible escribir nada sano ni que valiese la pena. Desaparecí de la faz de la tierra. Toqué fondo. 

Un mes más tarde, empecé terapia. Ya había hecho terapia antes por otros problemas, pero fue la primera vez que lloré. Me había convertido en una versión de mí que odiaba con toda el alma y quería acabar con ella. 

Aprendí y sigo aprendiendo mucho con mi psicólogo. Aprendí a aceptar mis errores, pero también a analizar con más calma las situaciones. Aprendí que yo tenía muchas conductas a corregir, pero también que, incluso con todo el cuidado del mundo, algunas veces haría daño sin querer. Aprendí que no podía saber lo que no sabía antes de aprenderlo. Pero si ahora lo había aprendido, tenía la responsabilidad de no olvidarlo. Y que cada cual interpreta los discursos, la vida y el mundo de un modo diferente. 

Cuando leí vuestros comentarios negativos, pensé si esa persona tan dañina había vuelto. Pensé si me había pasado de la raya con mi humor. Si había insultado a alguien. Si había dicho algo ofensivo. Leí de nuevo mi propio texto para entender qué había hecho mal. Era un texto desacertado, con un humor que quizá solamente entendía yo. Pero no había traspasado el límite de ofender a personas ni colectivos. No había maldad en mis palabras. Así que respiré. 

No siempre escribiré algo que os guste. Vuestros comentarios no siempre me van a gustar. Y estoy en paz con ello.

 

Mia Shekmet