Recuerdo cuando vi por primera vez el capítulo 1×06 de Sexo en Nueva York. En él se habla del sexo secreto y de convertirse, sin querer, en el amante de alguien que no quiere mostrarte al mundo. Lo recuerdo porque como con tantos otros capítulos de esta serie, no es la misma sensación la que se te queda cuando lo ves con 20 años, que con 30. Lo que antes simplemente te hacía gracia o te parecían cosas peliculeras que solo podían suceder en la Gran Manzana, ahora te han pasado a ti y te pasas los 20 minutos del capítulo asintiendo con la cabeza como una imbécil.

Que alguien quiera ocultarte es de las cosas más duras que pueden ocurrirte sentimentalmente y tiene todas las papeletas de mermarte la autoestima hasta hacerla desaparecer. El problema es que cuando te das cuenta de que ese ser con el que estás liada tiene la intención de mantenerte en secreto, sueles estar ya pillada hasta las trancas y no consideras la opción de salir huyendo.

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Por un lado están los follagordas, de los que ya hemos hablado anteriormente y que se caracterizan por ser fans de la carne, pero siempre que nadie se entere. Sobre todo que jamás lo sepan sus coleguis, no vayan a pisparse de que tienen una novia gorda y vayan a dejar de hablarle, claro ¬¬.

Pero no hace falta estar gorda para haberse visto envuelta en una situación en la que la persona a la que tú consideras tu pareja te oculta del resto del mundo.

Conseguirán que te plantees si es tu culpa. Si es que no eres lo suficientemente guapa, o lo suficientemente lista, o lo suficientemente divertida. Conseguirán que te obsesiones con el tema, que te pongas pesada y así puedan darle la vuelta para decirte: ‘si es que el problema es tuyo, que estás loca del coño’. En el peor de los casos te esforzarás, como yo hice en su día, en ser la pareja ideal por si al fin consigues que cambie de idea y te muestre al fin sin miedo fuera de la cueva. Pero eso no sucederá, porque amiga, la culpa no es tuya y por mucho que te esmeres las cosas no van a cambiar.

Si asientes ante más de uno de los siguientes puntos, te encuentras ante un ‘ocultador’ profesional:

– No te presenta a su familia o amigos.

– Prefiere evitar los restaurantes y pubs, mejor siempre cenar en casita.

– Evita quedar en lugares que sabes frecuentan vuestros conocidos.

– No se plantea irse de viaje contigo, y si lo hace no comenta nada en su entorno ni sube fotos a sus redes sociales.

 

¿Qué motivos pueden llevar a alguien a ocultar a su pareja?

1. Es un follagordas.

2. Tiene (otra) novia. O mujer. O mujer e hijos.

3. Que no quiera comprometerse.

4. Que se avergüence de tu nivel cultural o tu apariencia física.

 

Sea por la razón que sea, evita a toda costa pillarte de estos energúmenos que lo único que harán será agotar tu energía y convertirte en un mar de inseguridades. Alguien a quien le gustas y quiere estar contigo, no solo no sentirá vergüenza de que te vean a su lado, sino que elevará la cabeza orgulloso llevándote de la mano.

Si crees que tu chico tiene toda la pinta de ser un ocultador, hazme un favor y… ¡HUYE!

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