¡Hola! Soy Soltera y Entera. Tal vez me recordarán de post como “Cómo descubrí que era demisexual” o “Me he pillado un Mambo para sustituir al Satisfyer que murió en acto de servicio”, y vengo a contaros otra de mis intentonas de incursiones en la vida sexual.

Spoiler: ni intentona, ni vida sexual.

Y me diréis ¿pero qué leñes nos vas a contar entonces? ¡Pues que soy una paaaaaaarda! ¡La historia de mi vida uuuuna y otra vez!

En fin, que me voy del foco. 

Resulta que no, que no encuentro a nadie que me encienda la chispa. No es que me vaya la vida en ello, pero ya sabéis, a una a veces le apetece intentarlo, piensa en sentirse deseada y en que le quiten las bragas de un manotazo previas cosquillitas en el cerebro, pero no, no hay manera en estos pueblos de la España profunda. 

Uno de los estándares que tiene que cumplir mi chico ideal es ser de ideas políticas próximas a las mías, aquello de “aunque pases una mala racha…” grabado a fuego on my mind, ladies. Por lo que si puedo empezar a conocer a alguien partiendo de que cojea del mismo lado que yo, mejor. Y aquí viene el tema.

Yo escucho un podcast maravilloso conducido por dos señores geniales y una reina absoluta a la que venero en el que a finales del año pasado tuvieron la feliz idea de lanzar en Instagram una versión de Tinder al que llamaron Tinder Bueno, en el que Benitos (Pérez Galdós) y Emilias (Pardo Bazán) se ponían en contacto y se lanzaban llamitas, pero llamitas de animal (fantasioso ¿a que sí?), a otros Benitos y Emilias.

Total que jijijajá, que buena idea es esto, y si participo, qué dices so pringá, inserte aquí pensamiento intrusivo de quién te va a escribir a ti con esa pinta, que vergüenza, mejor no. Y claro, no escribí. Peeeeeeeero leí. Leí comentarios de hombres y mujeres sin reparos que buscaban echarse unas risas, conocer gente y lo que surgiera. Gente mega ocurrente y gente que bah, pero sobre todo, gente que ya sabía que, si escuchaban el podcast al igual que yo, ya teníamos ahí un nicho de cosas en común.

Y lo vi a él. Un chico que se presentaba de forma clara y concisa con intereses interesantes y de una ciudad cercana a mi pueblitobueno. Con un nick (que se note que soy 90´s) de general cartaginés y un perfil de Instagram reducidito donde se veían amigos, libros y monumentos. 

Y no le escribí.

Le di al corazoncito de su comentario pero no le escribí.

Os espero en la puerta de mi casa a partir de las doce para darme un par de collejas por persona. En fila de a uno, gracias.

Mi cabeza:

-A ver si a él le da por abrir conversación, tú ya has hecho algo.

-No abre conversación ni siquiera te ha visto las historias. Ni te molestes.

-Han pasado días y nada, pasa del tema.

Y pasé del tema.

Un mes después, más o menos, ante el éxito de la iniciativa la repitieron y yo me dije toda flipada, venga, si vuelve a escribir le escribes tú. Pero no, me leí los casi trescientos comentarios y el general cartaginés no volvió a presentar su candidatura al trono ¿Le habría ido bien la primera vez? ¿Habría perdido el interés? ¿Era una ilusión óptica con barbas y sonrisa de cabroncete? Nunca lo sabré.

Tiempo después le busqué y le empecé a seguir con la promesa mental de que si reaccionaba positivamente, le escribiría. Y sube memes de un humor que me hace risa, comparte fotos de una cuenta que me gusta, socializa y tiene amigos con pinta de ser guays, pero la oportunidad de interactuar con él pasó y quizás no vuelva.

Como diría Mía Colucci: ¡Qué difícil es ser yo! (Bueno, no es difícil, pero sí requiere esfuerzo intentar quitarse de encima ese tomo de polvo llamado inseguridades desde los trece años + inadaptación a la vida moderna)

 

Moraleja: Soltera es especialista en dejar pasar trenes. Soltera se lamenta después. Soltera es idiota perdida. 

No seas como Soltera.