EL GHOSTING 

PARTE II: CUANDO SE LO HACES A ALGUIEN (INCLUYE TIPS PARA SER HONESTA) 

Seguramente tú también le has hecho ghosting a alguien y sabes que no actuaste bien. Lo hecho hecho está, no podemos cambiar el pasado, pero sí tomar conciencia de nuestros actos y de las repercusiones que tienen en los demás. 

Después de hablar sobre ghosting desde el punto de vista de la “víctima” ahora nos toca ponernos en la piel de la fantasma perpetuadora de esta pesadilla. 

Voy a dividir el ghosting en dos tipos: el directo y el indirecto: hacemos ghosting directo cuando le dejamos de hablar a alguien sin más, empezamos a contestarle poco los mensajes, con menos efusividad, hasta que al final ya directamente ni los contestamos.  

Hacemos ghosting indirecto cuando provocamos de manera pacífica y “disimulada” que la persona con la que nos estábamos viendo pierda el interés en nosotras. En lugar de dejar de hablarle o contarle la verdad nos limitamos a contestarle y a seguirle un poco el rollo, pero ponemos excusas cada vez que nos propone quedar y si accedemos a quedar mostramos una actitud poco receptiva y algo altiva.  

Probablemente el ghosting indirecto sea todavía peor que el directo, no solo para la víctima sino también para el fantasma. Alarga de manera agónica una situación desagradable para ambos. ¿Por qué lo hacemos? Es algo sencillo de comprender en realidad pero rebuscado a la vez. Podríamos atribuirlo a dos causas (aunque supongo que pueden haber miles): necesidad de agradar y complacer por un lado y pereza y poco coraje para decir la verdad por el otro. 

En el primer caso entramos en una dinámica de complacencia hacia el otro bastante tóxica. Desde pequeñas nos enseñan a portarnos bien para obtener recompensas, y algunas personas más que otras buscamos constante validación y la satisfacción que nos produce ser felicitadas por buen comportamiento, saber que gustamos, caemos bien y se nos tiene bien consideradas. Tanto, que a veces anteponemos “tener a todo el mundo contento” antes que a nosotras mismas.  

Otro motivo por el cual es posible que nos cueste decirle la verdad a alguien a quien le estamos haciendo ghosting indirecto es el aprecio por esa persona. Parece contradictorio, ¿Verdad? Si alguien te importa le dices la verdad. Pero es que la verdad es cruda…

De repente te “cansas” y te deja de gustar alguien. No ha pasado nada, simplemente ya no te pone como antes y no te hace la misma ilusión quedar con esa persona. Hablando desde una perspectiva absolutamente personal debo atribuir este rechazo repentino a una cuestión mayormente física y de atracción sexual. Creedme que yo también he intentado comprender por qué en cuestión de días o semanas he pasado de tener ganas de quedar con frecuencia con una persona y tener fogosos encuentros sexuales a no tener ganas ni de que me toque. Puede que ya existieran ciertas dudas desde el principio o que hubieran ciertos atributos en esa persona que no me gustaran y que había decidido ignorar durante un tiempo, hasta que por algún motivo ya no los pude ignorar más y pasaron a ser lo único que pude ver.  

Creo que follar con alguien que no te pone es terrible. ¿Pero cómo le dices eso a una persona sin destrozarla? Difícill. Creo que a todas nos sentaría mal, de ahí la estrategia de “escurrir el bulto” y mentir piadosamente para intentar salir airosas de la situación sin hacer llorar al otro.  

El problema de las mentiras piadosas es que se nos pueden ir de las manos. A veces, cuando intentamos justificar nuestra conducta partiendo desde el conocimiento (infundado o no) de que lo que hemos hecho o estamos haciendo está mal y va a hacer daño acabamos siendo un poco falsas. Tanto maquillar la verdad para que no duela acabamos creando una realidad paralela. Puede estar bien mentir un poco para no decir tal cual “no me pones nada y me da grima que me toques. No me apetece volver a fornicar contigo” pero en lugar de decir algo que por lo menos se acerque lo máximo posible al mensaje real pero de manera más delicada como “lo siento, no me siento atraída como debería” acabamos diciendo algo como “no estoy atravesando un buen momento/si no me entiendo a mí misma y estoy mal conmigo misma no puedo estar contigo…” y derivados.  

Es difícil, sí, pero en estas situaciones deberíamos intentar aplicar aquello de “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” que nuestras madres o abuelas nos han repetido hasta la saciedad.  

El ghosting puede ser más anecdótico que doloroso para esos pre-fantasmas que estaban en el mismo punto en la relación, no muy implicados emocionalmente y simplemente centrados en pasar un buen rato. Pero todas sabemos que a menudo las cosas no van así, y con frecuencia una de las dos personas empieza a estar más implicada o a sentir más apego emocional que la otra. Esa persona podemos ser nosotras, pero también puede ser la otra, y le debemos el mismo respeto y la misma “explicación” que nosotras querríamos tener. 

No es fácil “dejar” a alguien. La mayoría de las veces que lo he hecho lo he gestionado un poco mal, intentando evitarlo hasta que ya era inevitable y elaborando excusas y mentiras piadosas para maquillar la realidad y hacerlo todo menos doloroso (según mi cuestionable criterio). Pero recientemente lo he hecho mejor: alguna vez me he mirado las palmas de las manos y he visto como podía ver a través de ellas, ¡Estaba desapareciendo! Me estaba convirtiendo en un fantasma, así que reuní el valor necesario y quedé con la persona con la que me estaba viendo y tuve la decencia suficiente como para, por lo menos, intentar ser lo más honesta posible, pero sobre todo dejarle muy claro mis futuras intenciones con ella.  

Admito que alguna vez he recurrido a la cobarde estrategia de hablarle cada vez menos, ser más sosa, borde o buscar excusas para vernos hasta que sea él quien se canse. Honestamente: eso es aun peor que desaparecer por completo. Por favor no lo hagáis. Si te das cuenta de que estás haciendo eso, páralo, y elige comportarte como un ser decente y comunicar cómo te sientes de verdad antes de convertirte en fantasma. 

No es agradable tener que decirle a alguien a quien aprecias o con quien te lo has estado pasando  bien durante un tiempo que por A o por B ya no quieres seguir viéndole de la misma manera, pero  somos adultos y el respeto es fundamental en cualquier relación humana. Intentémoslo.  

Selene B.