Carta IV: (25 de Septiembre)
No quiero hablar del amor sin sentimientos,
del amor porque sí,
del amor por aburrimiento.
No;
No hablo de subir fotos a redes sociales,
ni de ponerle un nombre a lo nuestro con una puta etiqueta,
ni de tener la sensación de que podría reemplazarte por cualquier persona.
Porque yo no hablo de eso.
Yo no hablo de amor exprés,
ni de rollos de una noche,
ni de conversaciones interesantes que sólo lo son a corto plazo
porque son un medio y no una meta sentimental.
No.
No te hablo de fingir que regalo mi corazón otra vez,
y otra vez y otra vez y otra vez,
ni de fingir que nada me importa porque no es cierto y…
yo te hablo del amor.
Yo te hablo de nuestro amor,
porque es lo único de que de verdad me ha hecho sentir viva
y con ganas hasta de pasarme 100 años en una jaula,
pero es la jaula del amor si estoy contigo.
Yo te hablo de eso.
Me da igual cuantas veces hayas dicho «te quiero» o a quién.
Me da igual cuantos labios equivocados he besado y seguiré.
Porque el amor no se mide ni se ve,
pero lo que sí sé es que cuando no se tiene duele,
duele tan profundo como una puñalada, una bala o yo que sé…
Y no sé ni cuantos días han pasado,
ni cuantas noches ni cuantos años desde la primera y última vez que te amé.
Y sabes que quiero enterrar mi pasado
pero es que te miro y mi corazón entra en paro,
y mi cabeza vuela imaginando que aún estamos tumbados
recién follados y dios…
puedo dar fé de que tus ojos oscuros son los únicos en los que me he consolado.
Y ya no escribo tanto,
antes era todos los días pero ya no tanto,
ten por seguro que no te escribo sino es porque ardo.
Cuesta acostumbrarse a lo malo y yo me he acostumbrado.
Pero a veces sueño que andamos de la mano,
y que sigues viendo la luz que encendiste en mí
en un mundo que es cada vez más inhumano.
A veces me armo de valor y te hablo,
dándole vueltas a la cabeza gritándome,
¿qué coño hice mal si esto era amor real?,
¿cómo puedo seguir teniendo ilusión por todo lo que está por llegar
si tu ya no estás y eras el único que me hacía sentir algo?
Si hasta tú mi vida me has traicionado,
¿qué más me cabe esperar…?
Y hoy la luna está llena.
Y aunque sé que estamos bajo el mismo cielo
no creo que sepas cuán frío y roto tengo el corazón,
ni por qué esperaría bajo tu balcón,
con el alma en la mano y un río en los ojos,
sólo para decirte que aún te quiero mi amor…