Marcos y Lucía: capítulo 10

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    Moetsi on #205953

    Ese lunes me desperté especialmente cansada pero curiosamente me daba igual.
    Tenía agujetas en las piernas y juraría que en la cara también, de tanto sonreir.
    Estaba feliz, casi había olvidado lo que se sentía cuando todo parecía ir bien.
    Al mediodía como siempre, emprendí mi camino hacia el bar, con mi mp3 conectado y tarareando bajito todas esas canciones que había escuchado con Marcos la tarde anterior.
    Era un día extraño, a pesar de estar en febrero y vivir en una ciudad con inviernos bastante fríos, había un sol cegador.
    Bajé del autobús sin apenas ver dos pasos más allá de mí, el sol me daba de frente mientras intentaba acercarme a la parte derecha de la acera, buscado algo de sombra.
    No fui capaz de enfocar la mirada hasta pasados unos segundos y cuando lo hice, la imagen que encontré ante mis ojos no podía ser más tentadora.
    Marcos estaba allí apoyado contra la pared, vaqueros oscuros, camiseta blanca, esa cazadora de cuero negra que le sentaba tan bien ajustándose en la parte superior de los brazos, las manos metidas en los bolsillos, gafas de sol y una sonrisa de medio lado que combinaba a la perfección con su vestuario.

    -¿Qué haces aquí?- pregunté.

    No me dio tiempo a decir nada más, él tampoco pronunció ni una sola palabra.
    Me besó con ansia, sujetándome por la nuca y enredando sus dedos en mi pelo al mismo tiempo que me agarraba por la cintura con fuerza, como si creyese que iba a escaparme.
    Fue un beso profundo, húmedo y lleno de intenciones.
    Me pareció que incluso sobrepasaba lo moralmente aceptable para estar en un lugar público, pero respondí igualmente, porque ya era inevitable para mí negarme a ese placer.

    -No me parecía apropiado hacer esto en el bar, hoy está mi padre. Y tampoco iba a quedarme con las ganas, así que he salido a buscarte.

    Podía sentir como me ardía la cara por el sofoco y me quedé inmóvil, realizando verdaderos esfuerzos por introducir aire de nuevo en los pulmones, me había dejado literalmente sin respiración.

    -¿Y te ha parecido apropiado hacerlo aquí, en mitad de la calle?
    -Si no estuviésemos en la calle, esto no se habría quedado solo en un beso- dijo mordiéndose el labio.

    Aquel gesto había adquirido un nuevo significado, sus ganas de besarme ya no solo eran solo eso, ahora implicaban ganas de mucho más.
    Y por mucho que de mi boca saliesen palabras que le hacían creer que me había parecido casi indecente, mi cuerpo expresaba algo muy distinto, y es que, durante aquel intercambio de frases, no había sido capaz de separarme ni un centímetro de él.
    Nos dirigimos al bar como si nada hubiese pasado, Vicente me recibió con una sonrisa y un café con leche calentito, aunque mi temperatura corporal en ese momento pedía a gritos unos cuantos cubitos de hielo.
    Marcos entró en la barra y su padre aprovechó ese ratito para irse a descansar un poco.
    Me contó que por la mañana había estado en una de las academias que me enseñó la tarde anterior, estaba cerca del bar y las clases eran muy completas así que al final se había decidido por aquella y empezaría la semana siguiente.
    Asistiría a clase algunas tardes, y tendría que reducir las horas de gimnasio pero no le preocupaba demasiado porque en la academia también le preparaban para las pruebas físicas.
    Iba a estar más ocupado durante el día, lo bueno es que la mayoría de las tardes ya estaría libre a las 8, así podríamos coincidir algo más entre semana.

    -¿Qué harás esta tarde?- preguntó.
    -He quedado con mi hermana, los días que he pasado por casa de mis padres no estaba y no la veo desde navidades. Creo que tiene un novio nuevo y me quiere hablar de él así que iremos a tomar algo y me pasaré dos horas escuchando lo guapo que es y lo feliz que la hace, como los tres últimos novios que ha tenido.
    -Y tu ¿le hablarás de mí?- preguntó curioso.
    -Las consecuencias serían terribles. Si le hablo a mi hermana de ti, ella se lo contará a mi madre, y eso puede provocar que un día sea capaz de presentarse aquí solo para verte, después me llamará y me enfadaré con ella porque como siempre, dirá algo que probablemente me moleste.
    -¿Algo como qué?

    Miré el reloj, me quedaban pocos minutos para entrar a trabajar, no podía seguir hablando con él y tampoco estaba muy segura de cómo explicarle que mi madre nunca le vería como alguien adecuado para mí.

    -Te lo cuento mañana ¿vale? Ahora tengo que irme.

    Marcos salió de la barra mientras yo me ponía el abrigo, vi sus intenciones de lejos y le advertí.

    -Tenemos que modificar el acuerdo al que llegamos ayer, te dije que no había condiciones, pero creo que voy a tener que ponerte algunas.
    -Me has dejado a medias con la conversación, y no sé si es porque tienes prisa o porque hay algo que no quieres contarme, por tu cara intuyo que es más lo segundo, así que al menos, no me dejes también con las ganas de besarte.
    -Te lo contaré, pero no es algo para explicar con prisas y de verdad, tengo que irme o voy a llegar tarde a trabajar y tu padre puede aparecer en cualquier momento o un cliente o…

    Me hizo callar con un beso, aunque esta vez más corto y bastante más prudente.

    -Puedes ponerme todas las condiciones que quieras, la única que no pienso aceptar es que me prohíbas besarte cuando me apetezca, eso no es negociable.
    -Hablaremos de esto- dije intentando hacerme la seria, aunque no pude evitar que se me escapara una sonrisa.

    Había quedado con mi hermana en la puerta de la tienda, pero al salir vi que tenía un mensaje suyo:

    “Me hago pis y no aguanto más, te espero en el bar de enfrente, el del ventanal grande y el camarero guapo.”

    Genial, de todos los sitios donde podría haber entrado de camino a la tienda, tenía que ser en el bar, y con Marcos allí.
    No es que me importase verle a él, todo lo contrario, pero no con mi hermana delante, que era bastante cotilla y más bien poco discreta.
    Solo me quedaba confiar en sacarla de allí cuanto antes.
    Ilusa de mí.
    Cuando llegué, los dos charlaban animadamente, como si ya se conocieran, pero no me extrañó, a Eva le gustaba tanto hablar que no necesitaba conocer a la persona que tenía delante, le podía contar su vida al primero que se cruzase con ella haciendo cola para comprar el pan.

    ¿Tú no habías quedado con tu hermana?- dijo sorprendido al verme.
    -Si, pero se hacía pis y me ha dicho que me esperaba aquí.
    -¡Lucía! – me increpó Eva al escucharme decir aquello- no era necesario darle tantos detalles.
    -Si salieses de casa con las cosas hechas no tendrías que estar parando a medio camino.
    -Si tu no fueses tan intolerante con los horarios podría haber llegado 5 minutos tarde y haberlo hecho en casa antes de salir.
    -No soy intolerante, pero es que tú nunca llegas 5 minutos tarde, siempre me haces esperar una hora cuando quedamos.

    Marcos nos miraba como en un partido de tenis, con cara de no entender nada.

    -¿Es tu hermana?- preguntó señalando a Eva.
    -¿Le conoces?- preguntó Eva señalando a Marcos.
    -Si y si- dije respondiendo a los dos- ¿Nos vamos Eva?
    -No, quiero quedarme aquí. Me gusta el sitio, y me gusta el camarero, es bastante más simpático que tú, si me aburro contigo siempre puedo seguir hablando con él. Ponle una cerveza- dijo dirigiéndose a Marcos.

    Resoplé y me senté en un taburete.
    Eva era de ideas fijas, además, la conocía lo suficiente para saber que Marcos le había gustado y no iba a poder sacarla de allí fácilmente.

    -Os dejo que habléis tranquilas- dijo él retirándose un poco.
    -¿Tu has visto lo bueno que está este chico?- dijo.
    -Eva por favor, vengo aquí todos los días, no me hagas pasar vergüenza y baja un poco la voz.

    Marcos la había escuchado perfectamente y le vi sonreir a pesar de que no nos estaba mirando en ese momento.

    -Yo ahora estoy con Álvaro, pero podría acostumbrarme a pasar por aquí de vez en cuando, este bar tiene unas vistas estupendas.
    -Sabía que tanta insistencia para quedar tenía algo que ver con un chico. Va, cuéntame quien es Álvaro.

    Eva me contó que había conocido a su nuevo chico en el trabajo, ella era auxiliar en una clínica veterinaria y él, comercial farmacéutico.
    Habían quedado 4 o 5 veces en los últimos dos meses, y estaba convencida de que aquello iba en serio.
    La relación más larga que mi hermana había tenido fue con un gato que se llevó de la clínica a casa, porque tuvo que medicarlo por las noches durante 8 semanas.
    Su vida sentimental nunca había sido muy estable, Eva era mayor que yo, pero a veces su comportamiento era el de una niña pequeña caprichosa que quería tenerlo todo y tenerlo ya, y con los chicos actuaba igual.
    En el fondo era una idealista, quería encontrar a su príncipe azul, casarse, tener hijos, vivir feliz y comer perdices, el problema era que lo quería todo tan rápido que, si las cosas no sucedían al ritmo que ella deseaba, se cansaba enseguida de sus parejas.
    Pero con Álvaro quería hacer las cosas despacio, conocerlo y asegurarse de que era tan bueno como parecía.
    Media hora después, me había contado tantas cosas de él que incluso a mi empezaba a gustarme aquel chico sin haberle visto nunca.

    -Luci ¿te has dado cuenta de que el camarero no deja de mirarnos? A lo mejor le gustas, aunque antes me ha parecido entender que tenía novia.

    -¡¿Cómo?! ¿Pero tú qué clase de preguntas le has hecho?
    -¡Pues lo normal! Le he preguntado si el bar era suyo, y me ha dicho que era de sus padres, que él les ayuda pero está estudiando para ser policía, y le he preguntado la edad y si tenía novia, me dijo que estaba con alguien pero justo has llegado tú y no he podido saber más.
    -Claro, y ti te parece normal preguntarle esas cosas a cualquiera sin conocerlo de nada.
    -A cualquiera no, a él. El chico parece interesante y ya sabes que yo soy curiosa.
    -Cotilla Eva, lo que eres es cotilla.

    A Marcos aquello parecía divertirle mucho, no paraba de sonreir cuando escuchaba a mi hermana soltar alguna impertinencia.
    Di gracias por haber llegado en el momento justo antes de que él le contase más cosas que la hicieran sospechar.

    -Y tú ¿no tienes nada que contarme? Deberías buscarte un novio Luci, o terminarás sola y rodeada de gatos.
    -Eres digna hija de tu madre. Tengo 25 años Eva, y toda la vida por delante. Además, ya cuido de un gato y no me parece tan horrible, mi vecina me lo deja de vez en cuando, tiene un amigo que la visita con frecuencia y es alérgico.
    -¿Tu vecina la cuarentona? Hasta ella liga más que tú.
    -Estar sola no es tan malo ¿sabes?
    -Pero tú siempre has creído en el amor.
    -¿Y quién te ha dicho que haya dejado de hacerlo? Simplemente no tengo tanta prisa como tú.
    -Con Alex parecías tenerlo muy claro.
    -De eso hace ya muchos años Eva, además Alex me hizo mucho daño, no era bueno para mí y está claro que me equivoqué. Eso no era amor, eran fantasías de adolescente. Alex me engañó y me destrozó quitándome los sueños y las ilusiones.

    Miré a Marcos de reojo, seguía pendiente de nuestra conversación, pero su gesto había cambiado, parecía estar más serio.

    -¿Sabes qué, Eva? Si que hay alguien en mi vida, alguien que de verdad merece la pena, alguien que ha hecho que no pierda la esperanza y que recupere poco a poco todas esas cosas que creía perdidas.

    Marcos estaba secando unos vasos y se quedó parado, su gesto cambió de nuevo, ahora sonreía mientras paseaba su lengua entre los dientes, como intentando retener las palabras que querían salir de su boca. Cogió aire al mismo tiempo que dirigía su mirada hacia nosotras, pero en ese momento mi hermana cortó sus intenciones con un montón de gritos.

    -¡¿Qué?! ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¡Cuéntamelo todo!
    -Lo único que necesitas saber es que me importa lo suficiente como para no querer que nadie lo estropee, y esa es la razón por la que no voy a contarte nada más.
    -En algún momento tendrás que hablarme de él ¿o piensas tenerlo escondido? Venga Luci, prometo no decirle nada a mamá.
    -Ya me conozco tus promesas Eva. No voy a decirte nada, ahora no, lo haré cuando crea que es el momento.
    -¡Qué rancia eres! Dime al menos si el chico es guapo.
    -Ya lo juzgarás tu misma si algún día te lo presento, pero estoy convencida de que te gustará- dije riendo.

    Marcos se acercó a nosotras y nos preguntó si queríamos otra ronda.

    -No gracias- dijo Eva- yo tengo que irme, pero ¿puedo preguntarte algo?

    La miré con recelo, conociéndola era capaz de soltar cualquier cosa.

    -Mi hermana suele venir a este bar ¿la has visto aquí alguna vez con compañía masculina? Digamos con un chico guapo y joven, espero.
    -¡Eva!- grité reprendiéndola.
    -Si no me lo dices tú, tendré que investigar por mi cuenta.

    Marcos se echó a reir, apoyó los codos en la barra y se dirigió a mi hermana como el que quiere contar un secreto y yo quise que me tragara la tierra.

    – He visto a tu hermana con dos hombres en este bar, uno soy yo y el otro es aquel señor que está sentado al fondo, que es mi padre. ¿Eso te sirve?
    -No, la verdad es que no- contestó Eva resignada.
    -Venga, te acompaño a casa- dije mientras me ponía el abrigo.

    Quería sacarla de allí antes de que se pusiera pesada y siguiera interrogando a Marcos, solo Dios sabe qué podría terminar preguntándole.

    -Voy un momento al baño y nos vamos- dijo.

    Aproveché esos minutos para decirle a Marcos que acompañaría a mi hermana y regresaría al bar, quería hablar con él, necesitaba explicarle por qué no quería contarle nada a Eva sobre nosotros.
    Veinte minutos después estaba de vuelta, y Marcos estaba en la puerta del bar esperándome.

    -¿Damos un paseo? Llevo toda la tarde aquí metido.

    Caminamos uno junto al otro mientras nuestros hombros se rozaban, miré a Marcos un par de veces y me devolvió la mirada con una sonrisa mucho más pequeña de lo habitual en él, y me pareció que algo le incomodaba.

    -¿Qué te pasa?- pregunté.
    -Que me siento un poco extraño, no sé cómo comportarme contigo ahora.

    Me detuve ante él, mirándole con el ceño fruncido.

    -Como siempre Marcos, de eso se trata, de que nada cambie.
    -Quiero besarte aquí y ahora, en la calle, en el bar. O darte la mano mientras caminamos o abrazarte, pero tengo la sensación de que, si lo hago, vas a molestarte conmigo. No me gusta tener que esconderme ni disimular, o tener que medir mis palabras y contener mis gestos.
    -La única razón por la que no quiero que me beses en el bar es porque me da vergüenza que tus padres nos vean, pero tampoco quiero que nos escondamos, no quiero que esto sea un secreto. Y no quiero que pienses que voy a molestarme si me besas en mitad de la calle, aunque lo hagas de una forma casi pornográfica- dije sonriendo.

    Marcos pareció relajarse al escucharme, extendió su mano esperando que aceptase la invitación y entrelacé mis dedos con los suyos.

    -Sé que has escuchado toda la conversación con mi hermana, y por eso he vuelto, porque quiero explicarte la razón por la que no he querido contarle nada.

    Había muchas cosas que me separaban de mi madre, una de ellas era que siempre me había juzgado por cada decisión que tomaba, haciéndome sentir culpable si me equivocaba. Intentaba dirigir mi vida como a ella le gustaría que fuese, sin importarle lo que yo pensaba, lo que yo sentía o lo que yo quería.
    Cuando Alex me dejó también me culpó a mí, le tenía en un pedestal, y en el momento en que peor lo estaba pasando, en vez de intentar animarme, me hundió más haciéndome creer que si él me engañaba con otras era porque yo no le daba lo que necesitaba, porque no supe mantenerle a mi lado.
    Y la creí, durante mucho tiempo.
    Tanto que llegué a convencerme de que yo no era suficiente para nadie.
    No pretendía culparla a ella de mi baja autoestima, era algo que había ido forjando sola con los años, pero su actitud no me ayudaba y ahora que por fin sentía que empezaba a quererme, no podía permitir que me quitase eso.
    No me hubiese importado decirle a Eva que él era ese alguien de quien le había hablado, pero sabía que, aún sin malas intenciones, le faltaría tiempo para contarle a mi madre todos los detalles.
    Y sabía que mi madre recuperaría su discurso desconfiando porque alguien como Marcos se fijase en mí, casi podía escucharla diciéndome que aquello no iba a durar, que yo no estaría a la altura, que él era demasiado para mí.
    Ya había pasado por eso y no quería volver atrás.
    Mis miedos y mis inseguridades habían sido muy grandes, y me había costado mucho deshacerme de ellos, no estaba dispuesta a dejar que nadie los alimentase de nuevo.
    Era la primera vez que hablaba de esto con alguien, la primera vez que confesaba algo tan íntimo y que me atormentaba tanto, fue duro reconocer en voz alta que nunca me sentí protegida por mi madre, que ella nunca supo entenderme ni consolarme, nunca estuvo cuando la necesitaba.
    Mientras le confesaba todo eso a Marcos, intentaba contener las lágrimas, cerrando los ojos y tragando saliva, sintiendo que, a medida que hablaba, muchos nudos se deshacían en mi interior.

    -En lo que se refiere a mi familia, solo intento ser precavida y protegerme, protegernos de algo que sé que nos puede hacer daño. Tu eres especial para mí, y lo que tenemos es demasiado bueno para dejar que alguien lo estropee, si alguien tiene que hacerlo, que seamos nosotros, nadie más.

    Marcos detuvo sus pasos, abrazándome tan fuerte como pudo.

    -Nunca dejes que nadie te diga como tienes que vivir tu vida. Eres mucho más fuerte y más valiente de lo que crees y no estás sola Lucía, hay mucha gente a tu alrededor que te quiere, que te necesita, te protege y se preocupa por ti. Yo lo hago, ojalá supiera que más decir o hacer para que te sientas mejor.
    -No tienes que hacer ni decir nada más, solo necesitaba explicártelo y que me escuchases, con eso ya es más que suficiente.

    Me besó en la frente, después en los labios, y sus palabras y sus caricias me reconfortaron.
    En los dos últimos días me había sincerado con él más que en los últimos 6 meses.
    Marcos se había convertido en mi amigo, en mi amante, en mi confidente, era todas las cosas que necesitaba reunidas en una sola persona.
    Y sonreí, porque una canción empezó a resonar en mi cabeza haciéndome entender en solo 5 palabras lo que Marcos era para mí.

    -¿Por qué sonries?
    -Porque la música es mágica y cuando se trata de ti, las canciones aparecen de pronto.

    Me miró entre extrañado y divertido.

    -¿Qué es lo que tienes ahí dentro?- dijo deslizando la yema de su dedo por mi sien- ¿un reproductor mental conectado las 24 horas?
    -Sé que suena a locura, pero contigo es así desde el primer día. Podría resumir el último año solo con canciones.
    -Dime cual es, quiero escucharla.
    -La próxima vez que vengas a casa te la pondré.

    Habíamos dado la vuelta de regreso al bar y estábamos casi en la puerta.

    -Entonces te llevo ahora.
    -¡No!- reí- es tarde y tú tienes que ayudar a tu padre a cerrar.

    Marcos gritó a Vicente desde la puerta:

    -¡Papá! llevo a Lucía a casa, vuelvo en una hora.

    Tiró de mi hasta el coche que tenía aparcado unos metros más abajo.

    -Sube- y lo dijo casi como una orden.
    -No necesitas una hora para escuchar una canción.
    -Tardo quince minutos en llegar a tu casa y otros quince en volver, cinco minutos más para escuchar esa canción y el resto, es el margen que tengo para despedirme de ti, por si nos entretenemos un poco- dijo haciendo un guiño.

    Cuando llegamos al portal me quitó las llaves de la mano y subió corriendo las escaleras, abrió la puerta de mi casa y entró directo al salón para conectar el ordenador mientras yo aún no había llegado ni a la entrada.

    -Ponla- dijo girando la pantalla hacia mí.
    -¿Puedo quitarme antes el abrigo, por favor?- dije riendo un poco sofocada por las prisas al subir las escaleras- no podemos hacer esto de cualquier manera, las canciones importantes merecen ser escuchadas con calma.
    -Tienes razón, perdona, me puede la curiosidad por saber qué es lo que te pasa por la cabeza cuando piensas en mí.

    Marcos se había apoyado en la mesa, junto al portátil, me acerqué a su lado y abrí el reproductor al mismo tiempo que intentaba explicárselo.

    -Después de lo que ha pasado en los últimos días, estaba pensando en todo lo que representas para mí, en todo lo que eres y ésta es la canción que ha activado mi reproductor mental.

    Dirigió su mirada a la pantalla, y allí apareció en letras grandes “El canto del Loco – La suerte de mi vida”.
    Pulsé el botón de inicio y la música comenzó a sonar.

    No sé si pensar si eres el ángel que cuida mi camino.
    No sé si pensar si merezco todo este cariño.
    ¿Qué has visto en mí? Que me regalas tu verdad y tu cielo,
    que en esta vida ya no quiero otros besos y cada día tú me das tu total.
    Te quiero pensar, quiero sentirte siempre muy cerca mío.
    Y quiero pensar que eres la suerte que me arropa del frio…

    Podía notar sus ojos clavados en mí y sonreí tímidamente, sin levantar la mirada de la pantalla del ordenador.

    …Y pienso que si no existes yo me muero, que en mi cabeza había un sueño y que se ha hecho realidad.
    Y quiero contarle al mundo entero que tu vida es lo que quiero, y que tú eres mi mitad…

    Hice intención de dirigirme a la cocina a por un vaso de agua, pero Marcos me retuvo sujetándome por la cintura.

    -Quédate a mi lado y mírame a los ojos, quiero escucharla contigo.

    Mantuve su mirada sin apenas pestañear, deseé que viese a través de mis ojos que, aunque no era yo quien los cantaba ni los había escrito, aquellos versos eran míos.
    Porque eso era Marcos, la suerte de mi vida.

    …Y voy a darte mi alma y mi verdad, borrar tus heridas y pensar que tú eres la suerte de mi vida.
    Y voy a mirarte, a morirme, y a luchar, llorar de alegría, quererte aún más, que tú eres la suerte de mi vida.

    Sujetó mi cara entre sus manos con firmeza y me besó, y sentí aquel beso como algo nuevo, porque contenía todas las cosas que él ahora sabía de mí, todas las cosas que yo veía en él y todo lo que éramos estando juntos.
    Y lo alargamos durante todos los minutos que nos quedaron libres aquella noche mientras esa canción se repetía en bucle.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía


    Responder
    Moetsi
    Invitado
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #205978

    Es que…bdkdjfusksjsksidusksksudidi!!
    No hay palabras para explicar este capítulo…me ha encantado!

    #YoQuieroUnMarcosEnMiVida

    Responder
    Pilar
    Invitado
    Pilar on #205980

    Me encanta! Cada día mejor!!! Con ganas de seguir leyendo.
    Gracias!

    Responder
    M. Ángeles
    Invitado
    M. Ángeles on #205981

    me encanta, estoy deseando leer más

    Responder
    Raquel
    Invitado
    Raquel on #205988

    Sí, sí, sí! Me encanta, además de que lo esperaba con ansias, menudo regalazo me acabas de hacer poniéndolo antes… Lo malo, que se me va a hacer eteeerno esperar al siguiente capítulo. Enganchada me tienes, gracias!

    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #206000

    Vaya enganchada! Marcos me tiene enamorada…desearía ser Lucía. GRACIAS MOETSI! Qué largo se hará hasta el.próximo

    Responder
    Sther
    Invitado
    Sther on #206006

    OMG!!!??? deseando que llegue el siguiente, enganchadita me tienes!!!! Gracias por regalarnos esta preciosa historia.

    Responder
    Alba
    Invitado
    Alba on #206033

    Tengo que decirte que me encanta, haces que lo que estoy leyendo lo vaya visualizando en mi cabeza y sobretodo transmites los sentimientos de los personajes de una manera brutal. Sigue desarrollando este talento que tienes

    Responder
    Lila
    Invitado
    Lila on #206159

    Ainsssssssss carne de gallina -Quédate a mi lado y mírame a los ojos, quiero escucharla contigo.
    Joder, te superas en cada capítulo. Eres fantástica escribiendo, Moetsi!!

    Responder
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