Como esta es mi primera entrada, quiero hacerlo dando unos consejillos sobre cómo afrontar un programa de pérdida de peso con garantías, que no es lo mismo que rapidez.

Pero antes de meterme en harina me gustaría dejar claras una serie de cuestiones.

El peso, el maldito peso que nos atormenta es tan solo un falso indicador de nuestros propósitos. Me refiero a que el peso nunca es uniforme ni constante. Este puede variar incluso durante todo un día cerca de dos kilos. Ningún día pesamos lo mismo a pesar de no introducir cambios importantes en nuestra alimentación. Obsesionarnos con él es el inicio del camino del fracaso. En esta entrada sobre la obsesión con la báscula se habla precisamente de lo que quiero decir.

Otra cosa importante que quiero aclarar es el motivo para bajar de peso. A pesar de que el aspecto físico es muy importante ( y me atrevería a decir que el más importante para muchas personas), no debemos perder de vista los beneficios de bajar entre un 5 y un 10 % de nuestro peso. El sobrepeso mantenido y la obesidad constituyen un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como la hipertensión, cardiopatías, diabetes, etc…  En este otro post se explica muy bien lo que quiero decir.

A pesar de todo esto, y de lo que viene después, quiero apuntar que yo parto de una premisa esencial para entender un poco mejor todo lo relacionado con la obesidad y el sobrepeso. No siempre fue un problema para el hombre. Es más, creo que si estamos hoy aquí es porque en su día la naturaleza favoreció a los individuos que tenían la capacidad de almacenar grasa en su cuerpo como estrategia de supervivencia frente a otros. Se puede decir que es un buen mecanismo de supervivencia con unos desastrosos efectos secundarios.

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Sí, mi querido James Gandolfini que en paz descanses, ya voy.

Si pretendéis iniciar un proceso definitivo para bajar de peso, anotad estas pautas:

  1. No fijarse nunca en los kilos que queremos perder como meta final. Establecer pequeñas sub-metas con periodos más cortos de tiempo. La importancia de las expectativas es enorme para nuestros resultados. Si nos creamos unas expectativas muy altas, con toda probabilidad fracasemos en el intento. Poco a poco. Paciencia y perseverancia.
  2. Valorar al final de cada día o de cada periodo (sub-meta) lo que hemos conseguido y el esfuerzo que hemos realizado para obtenerlo. El poder de los refuerzos que nosotros mismos nos damos es de vital importancia. Nos harán tener presente todo nuestro esfuerzo y nos servirá como un excelente motivador para la siguiente fase.
  3. Hacernos conscientes de que si la gente que nos rodea y nos aprecia prefiere vernos más delgados/as o más felices. Muchas veces nos cambia hasta el humor cuando nos ponemos a perder peso por la vía rápida. Pero , ¿es eso lo que queremos?. ¿Qué pensáis que prefiere la gente que nos aprecia de verdad, vernos más delgados, o vernos felices?
  4. Aceptar que los kilos que marca la báscula es solo una parte de nosotros pero no somos “todo” nosotros. Nosotros somos mucho más que lo que marca la báscula. Otra creencia algo estúpida es pensar que la báscula nos dice cómo somos. Cuando nos levantamos y nos miramos al espejo somos algo más que lo dice la báscula. Somos personas, amigos, amantes, esposas, compañeros, hijos, padres, fontaneros, panaderas, dependientas, abogadas, mecánicos,….reímos y lloramos, cocinamos y paseamos, hablamos por teléfono y leemos, animamos a quien lo necesite y nos dejamos aconsejar por quien apreciamos. Y todo esto no nos lo dice la báscula, nos lo decimos nosotros.
  5. Entender que nuestro sobrepeso es la consecuencia de unos malos hábitos mantenidos durante mucho tiempo, pero estos pueden corregirse. En efecto, nuestro peso es la consecuencia de malos hábitos y si corregimos esos malos hábitos, los resultados serán diferentes. Decía Albert Einstein que si queremos resultados diferentes, no sigamos haciendo lo mismo.
  6. Mentalizarse y tomarse este trabajo como un aprendizaje a largo plazo que nos aportará otra manera de relacionarnos con la comida. Dicen los estudios que para consolidar un hábito hacen falta como mínimo 21 días de práctica regular. No queramos cambiar una tendencia de años o de toda una vida en dos días. Trabajo, paciencia y perseverancia. Lo fácil no funciona y lo que funciona no es fácil. ¿Conocéis a alguien que haya conseguido algo importante en esta vida sin nada de esfuerzo?
  7. Huir de los productos, dietas o sistemas que prometen resultados inmediatos y a corto plazo sin esfuerzo. ¿Por qué están inventando constantemente nuevos productos, dietas o sistemas para bajar de peso rápidamente si son tan buenos y tan efectivos? Luchar contra la naturaleza nunca ha dado buen resultado. Todo lo que merece la pena en esta vida requiere esfuerzo. Y cuanto más merece la pena, más esfuerzo.
  8. No tengáis miedo de que no vamos a ser capaces de cambiar cosas. Si nos ponemos en buenas manos y le ponemos ganas, os aseguro que los resultados llegarán. Lo que se repite se aprende y el cerebro responde a esta disciplina. Nuestro objetivo es cambiar la relación con la comida para siempre. Ese es el objetivo principal, la bajada de peso es tan solo una consecuencia.
  9. Y para finalizar, quiero hacer una reflexión en voz alta a pesar de arriesgarme a meterme en un buen charco de barro, y es que necesitamos hacernos conscientes de la manipulación publicitaria con fines puramente económicos. La industria nos crea la necesidad y después nos vende el remedio. Como suelo decir la industria no está para hacernos más guapas, más delgados, para alimentarnos adecuadamente, para quitarnos las arrugas o para hacernos crecer el pelo. Su único objetivo es ganar dinero, y para ello nos intentan ( y lo consiguen) manipular con la publicidad.