Hace varios años, tuve un follamigo que, a la vez que follaba conmigo, estaba en una relación abierta. Vamos, que el chico parecía el colmo de la libertad.

Yo en ese momento acababa de salir de una relación seria y estaba bastante decepcionada con el amor, básicamente no creía en él, y por mi mala experiencia, creía que la monogamia significaba posesión, así que me conformaba con cualquier tipo de relación en la que me trataran bien y me dejaran a mis anchas, por decirlo así.

Y me metí en este jaleo con este chico. Me pareció genial que tuviera una relación abierta, así menos probabilidad de que saliera bien la cosa, porque el amor era una mierda, y total, nunca sería para mí. Pero la cosa ya no me gustó tanto cuando vi que quedábamos para darle al tema y que no me decía nada acerca de su novia.

Pasaron tres meses y yo sabía poquísimo de su relación con su novia. Además, el chaval parecía el típico cordero degollado cuando sacábamos el tema, e incluso se le ponían los ojos llorosos y empezaba a tartamudear. Así que yo solía hacer un “pasapalabra” y cambiábamos de tema.

El chaval iba de comprensivo y de liberal, iba de feminista y de que llevaba muy bien la situación. Pero la verdad era que yo era la tercera en discordia, que a mí se me ocultaba toda la información y que la relación principal era de ellos, así que yo solo contaba para tener un escarceo y para que él se sintiera todo un hombre, y luego se fuera a casa a vanagloriarse de las tías con las que se lo montaba.

Un día le dije que, habiendo probado la relación, ya no me satisfacía. Que ese tipo de relaciones no eran para mí, y que quería dejarlo.

A lo que me respondió que no, que él estaba dispuesto a dejar a su novia de hacía 10 años. Al día siguiente me dijo que lo habían dejado. Que ella no había sabido manejar toda la situación de tener una relación abierta, que era una inmadura, y que él se había dado cuenta. Y que podíamos seguir juntos. La cara que se me quedó fue un poema. Según él, la chica se ponía muy celosa cuando estaba con otras, pero a la vez era partidaria de tener una relación abierta. No entendí nada, pero claro, como nunca pude conocerla, nunca lo sabré.

Total, que seguimos saliendo unos meses, y en una cena con amigos me enteré de que se había liado con otra. En ese momento me dio asco. Me dio grima el pensar lo liberal que se consideraba y lo abierto que decía ser, pero luego lo llevaba todo en secreto y no contaba nada a nadie. Si eso era tan normal, ¿por qué no lo decía? ¡Cobarde! A saber lo que pasó realmente con la novia, no me podía fiar un pelo.

Fue el típico caso del lobo con piel de cordero. Llegó un punto en que yo vi que ya no me satisfacía en la cama ni fuera de ella. Que el chico se volvió necesitado, que me insistía demasiado al ver que a mí ya no me gustaba. Y lo dejé. Y fue una de las mejores decisiones que he tomado. Me aplaudo cada vez que lo recuerdo.

Lunaris