¿Te divorciarías si él le regala un collar a otra? Así surgió este artículo, discutiendo sobre el bueno de Alan Rickman en Love Actually cuando, tras un tonteo fuerte con su secretaria, le compra un collar caro-caro por Navidad y a su mujer un CD (de Joni Mitchell, vale, pero un triste CD). Independientemente de que Alan sea adorable y que todas suframos por Emma Thompson, la duda que se abre es del tamaño de la falla de San Andrés y en Weloversize hemos sacado las pinzas para tratarla.

(Probablemente tenemos a un@s cuant@s que han pasado directamente de leer el texto y, sin ni molestarse a llegar a este párrafo, ya están vomitando bilis en la sección de comentarios. ¡Bienvenidos a vosotros también!)

El caso Love Actually

En este caso, ¿qué pensáis vosotros? Habrá gente que dirá que hasta que no se consuma, nada de eso puede considerarse infidelidad; habrá quienes dirán que eso son cuernos igual en el momento en el que se sobrepasa la barrera de fantasear. Él hace un gesto y eso nos lleva a pensar que si la mujer no lo hubiese descubierto “a tiempo” se hubiese traducido en “algo físico entre ambos”.

Sí, para mí eso son cuernos igual

Creéis que Alan Rickman, comprando el collar, va más allá de la mera fantasía y no piensa en su pareja ni en el daño que le puede hacer, sino que actúa en su propio beneficio (¿alimentar esa fantasía? ¿Acercarse lo suficiente al fuego?). En este sentido, supone una pérdida de confianza porque no son cuernos consumados pero conlleva la misma falta de respeto y va más allá. ¿Podríais confiar en una persona que os hace eso?

No, eso no son cuernos para nada

Aceptáis que en una relación todo lo que entra en la barrera de lo no físico es pasable. Es decir, que traducís infidelidad por sexo únicamente. Si hacen gestos románticos, si tontean o fantasean con otra persona pero, en resumidas cuentas, eso se queda en algo inocente o en el mundo de la imaginación, entonces no hay nada que reprochar.

Pasar la barrera fantasía

Entonces, exactamente, ¿lo que sobrepasa la barrera fantasía son cuernos? Esta que parece la diferenciación básica cuando la gente se lanza a hablar de infidelidad, me lleva a una duda grande: si durante el sexo tu pareja piensa en otra persona, ¿son cuernos?

Porque no estamos en la cabeza del otro, no sabemos si piensa en otros y es algo incontrolable. Por lo que vamos a ponernos en la tesitura de que nuestra pareja, que no está rozando, mordiendo, lamiendo ni besando nada que no sea tuyo… tiene los ojos bien cerrados pensando que no eres tú. ¿Sentirías que te están siendo infiel si te pasa eso? Desde luego, si fantaseas una vez con que tu novio es Michael Fassbender, alegría al cuerpo Macarena. Si necesitas pasarte por todas las estrellas de paseo de Hollywood para llegar al final de cada polvo, entonces es que has de plantearte que tu relación no va bien. Pero como los pensamientos no son acciones…

Cuando el pensamiento hace más daño que lo físico

Esta es también una línea complicada de trazar. Si aplicamos la lógica de “pensamiento=no cuernos” pero “algo físico=cuernos” entonces, ¿qué haríamos en la siguiente circunstancia?: Tu pareja puede darle un pico tonto a alguien o darse dos muerdos a otra persona y no tener más importancia, sin embargo, puede estar contigo en casa viendo una peli e imaginarse todo el rato que ese momento no lo está compartiendo contigo sino con otra, o compartir instantes privados e íntimos pero sin sobrepasar en ningún momento la barrera de lo físico. Ha creado un vínculo emocional con otra persona, estrechado un lazo de confianza basado en sentimientos.

¿Qué es peor? Porque en el primer caso sería más fácil la contención del asunto, incluso llegar a reírse de la situación si es inocente, si no tiene importancia para ninguno. Pero unos cuernos emocionales son de traca e infinitamente más hirientes que un estúpido beso. Imagínate a tu pareja encadenada al Whatsapp, sonriendo durante horas por comentarios de otra persona, el enganche que tiene que prefiere hablar con persona antes que contigo, quedar y tomar un café cuando habíais quedado, le cuenta algo que le pasa antes que a ti. ¿Sigues pensando que eso no son cuernos? Porque que se acueste con esa persona ya es casi lo de menos.

EL TONTEO

Sí, en mayúsculas, porque entramos en el ruedo con este tema y depende mucho de la susceptibilidad de cada uno. Si eres de las que piensa que si tu pareja tontea con otra persona es porque busca fuera lo que no tiene en casa, entonces es que no vas a confiar mucho en ella y lo que te diga te sonará a misa. Si tienes confianza y reconoces que a tu pareja le gusta sonreír y apartarse el pelo así como de lado, cual entretenimiento de bar, como quien juega a los dardos, entonces no te importará que te cuente de manera ocasional que cuatro se le hubieran tirado encima pero que declinó alegremente.

Porque hay algo dentro del tonteo en nuestra pareja que nos gusta también, y es el hecho de saber que otros codician lo que es, vamos a decirlo así, “nuestro”. Parece que hay un orgullo detrás de “tontea, hijo, tontea, que me gusta pensar que le encantas a 20 pero con quien acabas es conmigo”.

Luego está el tonteo oculto, este que es peligroso, llega hasta el borde de la valla donde un cartel con una calavera pone DANGER: HIGH VOLTAGE. Cerca, pero no lo suficiente como para que se haya hecho algo “malo”, tan solo no se cuenta a la pareja y “ojos que no ven…”. Si tras una buena sesión de tonteo lo cuentas es porque sabes que a tu pareja no le va a importar. Si se lo cuentas y le molesta, entra a debate si deberías hacerlo o no… Imagino que aquí lo que aclararía si consideramos tontear como cuernos es la intencionalidad: hacerlo como quien sale a correr maratones, o como quien tontea con otra intención final, con premeditación.

Lo que está claro es que el tonteo se reduce a qué le molesta a tu pareja y qué harías o dejarías de hacer para respetarla (siempre y cuando no coarte tu libertad como individuo). Otro tema es hasta qué punto tu conciencia está tranquila y, por lo tanto, tu pareja debería de estar tranquila también.

El respeto y los errores

Sea como fuere, en el momento en el que uno siente que su pareja le ha faltado al respeto, le ha mentido, ha hecho daño deliberadamente y no se ha impedido de nada, eso cuenta como infidelidad. Hablar con la pareja, poner límites, dejar claro qué molesta a cada uno, y no esperar a que las acciones del otro hayan hecho mella y daño para darse cuenta.

Uno puede cometer errores, pero también es lícito que quien está en la senda de la infidelidad se sabe en ella, o al menos se da cuenta de que está está jugando con fuego y se puede quemar. Y hablamos de cosas serias, no de “le he mirado las tetas a la camarera” porque eso raramente rompe una relación, a no ser que tengas celos paranoides.

CUERNOS0

Orfeo y Eurídice podrían haber tenido una charla

Desde luego no todo es blanco o negro, no existe una tabla de: esto sí es cuerno, esto no, hay muchas tonalidades de gris, pero todas se mueven en el terreno pantanoso al que se llega cuando tu pareja o tu hacéis algo que pueda faltar al respeto al otro.

El amor se construye también sobre renuncias y es evidente que estando en pareja hay que renunciar a cosas (como acostarte con otros si la tuya no es una relación abierta), aunque dentro de lo cabal, lo lógico sería llegar a un «acuerdo», si se le puede llamar así, sobre qué hace daño y qué no a tu pareja y, a partir de ahí, pues tirar millas.