Marcos y Lucía: capítulo 12

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    Moetsi on #210017

    Nuestra complicidad era evidente a los ojos de los demás, siempre lo fue, aun cuando Marcos y yo solo compartíamos una amistad.
    Aunque habíamos optado por ser discretos en cierto modo, pocas semanas después, todo el mundo daba por hecho que estábamos juntos.
    Lógicamente Marcos había hablado con Alberto, al igual que yo lo hice con mis amigas, pero no necesitamos verbalizarlo ante el resto de la gente que acostumbraba a vernos, mi compañera Estela, Maite la dueña de la librería, y los clientes habituales del bar con los que teníamos trato.
    Vicente, Loli y Rocío también lo sabían, y aunque insistí en pedirle a Marcos que delante de sus padres fuese un poquito más discreto, en algunas ocasiones seguía haciéndome sonrojar con sus comentarios o robándome algún beso que su familia presenciaba con sonrisas y miradas cómplices.
    Adquirimos una especie de rutina, nos veíamos todos los mediodías y casi todas las tardes, y cuando no podíamos hacerlo, nunca faltaba un mensaje o una llamada a última hora de la noche.
    Algunas veces nos quedábamos en el bar y otras Marcos venía a buscarme a la tienda y salíamos a dar una vuelta, y los fines de semana los alternábamos, uno lo pasábamos juntos y el otro lo dedicábamos a amigos y familia.
    Yo tenía mi noche de chicas y Marcos salía con Alberto algunos sábados y los domingos los pasaba en la parcela.
    A finales de marzo, coincidiendo con Semana Santa, Vicente y Loli se fueron a pasar unos días a la playa.
    Rocío y Ángel, su marido, tenían vacaciones, ellos cubrirían las horas del bar por las mañanas mientras Marcos iba a clase y después de comer era Marcos el que se hacía cargo, así su hermana también podía pasar las tardes libres con su familia.
    Susana, Elena y Marta se marcharon esos días a una casa rural, pero yo tenía que trabajar el sábado, en la empresa no nos dejaban coger libres esos días, así que cuando salía de trabajar por las tardes me iba con Marcos, le hacía compañía hasta la hora del cierre y después me llevaba a casa.
    El jueves y viernes como eran festivos y yo no trabajaba, aproveché las mañanas para hacer comida y algo de limpieza en casa y me iba al bar después de comer, coincidiendo con el cambio de turno de Marcos y Rocío.
    Fueron días muy divertidos y lo pasamos muy bien juntos.
    Yo nunca había trabajado en un bar y no tenía ni idea de lo cansado que era, pero aprendí algunas cosas sobre vinos, Marcos me enseñó a usar la cafetera y rompí un par de vasos por no saber llevar la bandeja con una sola mano.
    El viernes cuando llegué Marcos aún no había bajado, estaba en casa con Alberto instalando un programa en el ordenador y apareció unos minutos después.
    Alberto se quedó un rato charlando conmigo y le propuse organizar otra cena con las chicas, así Belén podría conocerlas un poco más.
    A Marcos también le pareció buena idea que en alguna ocasión reuniésemos a nuestros amigos, así que acordamos organizarlo para el mes siguiente.
    El bar estaba en una zona relativamente tranquila, era un bar de barrio y los festivos y fines de semana solían ser tranquilos, pero a media tarde empezó a llover y se llenó de gente.
    A penas tuvimos tiempo de parar a descansar ni cinco minutos.
    Mientras Marcos atendía a todo el mundo yo le ayudaba como podía sirviendo algunas consumiciones, rellenando los servilleteros, recogiendo y limpiando las mesas que iban quedando libres y poniendo lavavajillas.
    Eran casi las 11 de la noche cuando el local se quedó vacío.
    Él aprovechó a rellenar las cámaras y yo me quedé barriendo el suelo y colocando todo el mobiliario, parecía que había pasado un huracán por allí.
    Cuando terminé, me senté en mi taburete fuera de la barra, mirándole embobada mientras cargaba con aquellas cajas llenas de cervezas y refrescos.
    No eran pocas las veces que había observado a Marcos así, pero no me cansaba de hacerlo.
    Sonreí, mordiéndome el labio inferior, y lo hice aún más cuando me descubrí a mí misma realizando ese gesto que tantas veces le había visto hacer a él.
    Marcos interrumpió mis pensamientos.

    -¿Tienes hambre?
    -La verdad es que sí.
    -Pues siéntate en esa mesa- dijo señalando al fondo- termino con esto enseguida.

    Sacó un par de cervezas y una tortilla de patatas que Rocío había dejado preparada y nos sentamos a cenar.

    -Voy a tener que pagarte por el servicio de hoy, has venido para estar conmigo y lo único que has hecho ha sido trabajar.
    -Pero he trabajado contigo y además he aprendido cosas, ese es mi pago.
    -Gracias, me has ayudado mucho- dijo con una sonrisa cariñosa.

    Terminamos de cenar, recogimos y limpiamos todo lo que quedaba y a las 12 pudimos cerrar.

    -Tengo que subir a casa, me dejé las llaves del coche arriba cuando vine con Alberto.
    -Te espero aquí.
    -¡No! Sube conmigo. Será un minuto, pero no voy a dejarte sola en la calle.

    Marcos vivía justo encima del bar, su casa era grande, no pude verla con detalle, pero tenía al menos 4 habitaciones, un salón y una cocina bastante amplios y dos baños.
    La habitación de Marcos estaba al fondo del pasillo, cuando entré me pareció el camarote de un barco.
    Todas las paredes estaban forradas de madera con dos ventanas pequeñas, un armario empotrado, una cama grande vestida con una colcha azul y unas estanterías en la parte frontal donde Marcos tenía varias fotos de su familia y el coche que Alberto le había regalado cuando regresó de Afganistán.
    Bajo las estanterías había un escritorio con el ordenador y un montón de libros y apuntes apilados.
    Era un dormitorio clásico, los muebles eran de madera maciza y tenían cierto aire antiguo, pero estaban cuidados.
    Paseé por la estancia, observándolo todo y Marcos se apoyó en el escritorio.

    -No debí traerte aquí.
    -Tus padres no van a sorprenderse si se enteran, no creo que yo sea la primera chica que entra en tu cuarto.
    -No, pero eres la única que logra desconcentrarme. Hasta ahora, este era solamente el lugar en el que dormía y estudiaba, pero después de esta noche será diferente, porque tú has estado aquí, y la próxima vez que suba y no estés, solo podré pensar en ti.
    -Pues busca las llaves y vámonos rápido, no quiero ser la culpable de tus suspensos, ni tampoco de tu insomnio- dije bromeando.

    Arrugó la nariz con un gesto extraño que no supe identificar muy bien.

    -Si nos vamos ahora, lo que recordaré cuando no estés es que quisiste marcharte. Ya que estás aquí… deberías dejar un buen recuerdo.

    Su gesto cambió de nuevo, y el que tenía ahora lo reconocía perfectamente, sonrisa de medio lado, ojos brillantes, labio inferior entre los dientes.

    -¡Tú no tienes vergüenza ni la conoces!- dije riendo- Marcos es tarde, yo mañana trabajo y estamos cansados.
    -Se me ocurren varias formas de relajarnos.
    -¿Sabes qué? Mejor te espero fuera antes de que sea tarde.

    Caminé hacia la puerta, pero al pasar por su lado, estiró una pierna cortándome el paso.

    -Ya es tarde- dijo negando con la cabeza- no tengo ninguna intención de dejarte salir de aquí.

    Me sujetó la mano atrayéndome hacia él y lo hizo con tanta fuerza que tropecé con mis propios pies cayendo sobre su cuerpo y provocando que la mesa del escritorio diese un golpe contra la pared.
    Reí apoyando las manos en sus hombros en un intento por sujetarme, Marcos me rodeó por la cintura, haciéndome girar y con una facilidad sorprendente me sentó sobre el escritorio, colocándose entre mis piernas y besándome de manera intensa y provocadora.

    -¿Para esto me has hecho subir?
    -No lo había planeado, pero ya que estamos aquí… lo único que quiero es meterte en mi cama y que mis sábanas huelan a ti.

    Sus manos se colaron por debajo de mi jersey, deslizándolo hacia arriba hasta deshacerse de él.
    Se quitó la camiseta y tiró de la cintura de mis vaqueros bajándome de la mesa, desabrochó el botón y metió las manos por dentro, sujetando mis caderas, sin apartar sus labios de los míos.
    Ya no había vuelta atrás, ya era tarde.
    De nada servía intentar detenerle cuando yo lo deseaba tanto como él.
    Terminamos de desnudarnos con prisa, y allí en su habitación, en su cama, y entre sus sábanas, nos dejamos llevar por la necesidad que teníamos uno del otro.
    Nos quedamos allí unos minutos, acomodándonos, el sueño y el cansancio comenzaban a ser evidentes.

    -Quédate aquí esta noche- dijo.
    -Marcos no puedo, mañana trabajo y aquí no tengo ni el uniforme ni las llaves de la tienda, tengo que ir a casa.
    -Está bien, pero la próxima vez que entres en mi habitación no vas a salir tan fácilmente.
    -¿Te parece que esto es salir fácilmente de aquí?- reí.
    -Un fin de semana quiero llevarte a la parcela, cuando llegue el buen tiempo. Hay piscina, podemos bañarnos y pasar unos días juntos. ¿Te apetece?
    -¿Tu y yo solos?
    -Pues claro, no quiero que haya público observando las cosas que quiero hacer contigo en esa piscina, ni en el césped del jardín, ni en el sofá, ni en la cama…
    -Suena apetecible, lo pensaré- dije sonriendo.

    El sábado cuando salí de trabajar me fui a casa, tenía que preparar lavadoras y organizar algunas cosas, a media tarde había terminado y me subí al bar.
    Fue una jornada bastante más tranquila que la anterior, pasamos la tarde hablando entre nosotros y con algunos clientes, a última hora no había nadie y Marcos decidió cerrar un poco antes.
    Los domingos cerraban por descanso, así que recogimos todo y nos marchamos a mi casa.
    Preparé unos sándwiches para cenar y después nos tumbamos en el sofá descalzos a descansar un rato mientras veíamos una película.
    Esa noche ponían Postdata: te quiero.
    Había leído el libro varias veces y había visto la película otras tantas, pero no me cansaba nunca ¡Me gustaba tanto!
    Mi escena favorita era cuando Gerry le cantaba a Holly una canción justo después de conocerse.

    I just want to see you when you’re all alone
    I just want to catch you if I can
    I just want to be there when the morning light explodes
    on your face it radiates
    I can’t escape, I love you till the end
    I just want to tell you nothing you don’t want to hear
    All I want is for you to say
    Oh, why don’t you just take me where I’ve never been before
    I know you want to hear me catch my breath
    I love you till the end

    Estaba recostada junto a Marcos, tarareando aquella canción mientras él acariciaba mi pelo con la yema de sus dedos.
    Me besó en la frente, después en la mejilla y después en los labios, y sus manos comenzaron a descender por mi espalda.
    No importaba si estábamos cansados o si teníamos sueño, cuando estábamos cerca, cuando nuestros cuerpos se rozaban, algo se activaba entre nosotros y era imposible resistirse a aquella sensación, pero no podía concentrarme, no dejaba de darle vueltas a algo en lo que llevaba pensando un tiempo y Marcos, que me conocía bien, se dio cuenta enseguida.

    -Estás distraída ¿Te pasa algo? Si estás cansada podemos dejarlo…
    -No, es solo que estaba pensando que tu… es que… quiero pedirte algo, pero me da un poco de vergüenza.
    -Soy yo ¿recuerdas? puedes contarme cualquier cosa.
    -Yo… puse esas luces en el cabecero de la cama y quiero que hagas algo por mí. Pero no quiero que pienses que te lo pido porque me debas nada, lo hice porque quise. La otra noche fue increíble, nunca había experimentado algo así y… me gustaría hacer algo parecido contigo.
    -Lucía, me estas poniendo nervioso, habla- dijo impacientándose.
    -¿Confías en mí?
    -Claro que sí.
    -Ven conmigo.

    Le sujeté de la mano y le llevé hasta la habitación, se quedó de pie junto al borde de la cama mientras yo bajé la persiana, cerré las cortinas y apagué todas las luces.
    Solo quedó un pequeño haz de luz que provenía del salón, suficiente para que pudiese desplazarme por la habitación sin problemas.
    Me acerqué a él y acaricié sus mejillas, todo estaba en silencio, tanto que se podía escuchar el sonido que provocaba el roce de mis dedos en su barba.

    -Esa noche encendimos las luces, pude mirarte a los ojos y sentir lo que tu sentías, quiero que hoy seas tú el que se ponga en mi lugar.

    Comencé a desnudarle lentamente al mismo tiempo que yo también me quitaba la ropa ayudada por sus manos, que se dejaban llevar por mí.
    No quería alejarme demasiado de él, quería que supiera en todo momento lo que estaba haciendo, sin dejar de tocarle estiré la mano hacia el perchero y cogí un pañuelo que había colgado.
    Marcos seguía en silencio, y le escuché suspirar de manera profunda, intentando relajarse.

    -Solo quiero que pongas atención a cada sonido, a cada roce, a cada movimiento- dije mientras le vendaba los ojos y le guiaba hasta la cama.

    Me senté tras él rodeándole con mis brazos, paseando las manos por su pecho, masajeando sus hombros, acariciándole la espalda mientras besaba su cuello y lo recorría con mi lengua desde la clavícula hasta la mandíbula.

    -¿Te sientes cómodo?- susurré en su oído.
    -Si, me gusta escuchar tu voz, sigue hablándome.

    Le insté a tumbarse en la cama y me recosté a su lado.

    -Quiero que intentes sentirme y verme como yo lo hago contigo, aunque no haya luz.

    Marcos se estremeció inhalando aire profundamente cuando comencé a descender hasta la zona baja de su vientre besando y acariciando su piel, no podía verle, pero no lo necesitaba, su respiración y las reacciones involuntarias de su cuerpo me hicieron saber que aquello le gustaba.
    Los latidos de su corazón parecían propagarse hasta la zona más sensible de su anatomía y allí es donde me dediqué a proporcionarle placer durante varios minutos, lentamente y con suavidad.
    La lengua húmeda, las manos firmes, el roce delicado de mis labios y los sonidos que se desprendían de mi garganta provocaron en Marcos aún más excitación.
    Ascendí de nuevo por su torso desnudo y con la piel erizada, a pesar del calor que desprendía su cuerpo.
    Le besé mientras enredaba mis dedos en su pelo y pude distinguir una sonrisa en mitad de aquel baile de lenguas y labios que se rozaban con antojo y ambición, queriendo más.
    Dirigí su mano a través de mi cuerpo hasta llegar a mis muslos y separé las piernas haciéndole entender perfectamente lo que deseaba.
    Marcos se acomodó reclinándose ligeramente sobre mí, su mano izquierda se enredaba en mi melena sujetando algunos mechones de pelo mientras la derecha continuaba perdida entre mis muslos, tensando mi cuerpo en cuestión de segundos.
    Mis manos rodearon su cuello, posé mis labios en su hombro y me acerqué a su oído, susurrando:

    -Más despacio Marcos…

    Necesitaba alargar aquella sensación el máximo tiempo posible, pero hizo caso omiso de mis palabras al escuchar mi respiración entrecortada, mi voz pareció excitarle aún más y descendió hasta la zona más baja de mi vientre, hundiendo su lengua entre mis piernas, moviéndola con ligereza, su brazo estirado sobre mi cuerpo sujetando mi cuello con una mano mientras la otra se colocaba bajo mi cadera, impulsándola hacia él.
    Mi temperatura corporal aumentó rápidamente, coloqué el dorso de mi mano en la frente y me ardía la piel, sabía que no podría contenerme mucho más.

    -Marcos… más despacio…- repetí en un hilo de voz.

    Me retorcí inquieta, él pareció advertir lo que estaba a punto de suceder y alzó la cabeza, deteniendo todos sus movimientos.
    Me quedé paralizada unos segundos y cuando pude reaccionar, me incorporé sujetando su cara entre mis manos, podía adivinar su sonrisa en la oscuridad y retiré el pañuelo de sus ojos deshaciendo el nudo que lo sujetaba.

    -Lo siento-dijo -normalmente soy bueno obedeciendo órdenes, pero contigo no puedo evitarlo.
    -Te gusta llevar el control- sonreí.
    -No Lucía, es todo lo contrario, contigo lo pierdo- dijo acercándose a mi oído- ese pañuelo es un poco incómodo, pero ha resultado útil, imaginar tu cara cuando te toco, escuchar tu voz y tu respiración agitada, el sonido de tus manos acariciando mi espalda… eso me ha vuelto loco, tú me haces perder el control.

    Rodeé su cuello con el pañuelo y tiré de él, acercando su boca a la mía.

    -Y ahora que lo has recuperado ¿qué quieres hacer?
    -Quiero continuar donde lo habíamos dejado.

    Me sujetó por las caderas, girando mi cuerpo y colocándome de espaldas a él, rodeándome con sus piernas, abriendo las mías y colando de nuevo su mano entre ellas.

    -No quiero más pañuelos, pero seguiré tus normas, sin luz, sin mirarte a los ojos. Quiero seguir concentrándome en tus sonidos.

    No dijo nada más, ninguno de los dos lo hizo.
    Ya no había palabras, solo suspiros, jadeos, sus dedos deslizándose con habilidad y destreza, mis manos alzándose para sujetarme a su cuello, los labios de Marcos rozando mi hombro, un gemido que se escapa de mi garganta, sus manos envolviendo mis caderas, elevándome sobre sus piernas e introduciéndose en mi cuerpo con movimientos suaves.
    Su respiración agitada en mi oído, músculos que se contraen, mi cuerpo reclinándose, las palmas de mis manos sobre la cama, sus rodillas clavadas en el colchón, el roce de nuestra piel, su mano sujetando mi pelo.
    Pulsaciones aceleradas, suspiros cada vez más profundos.
    Mi cuerpo se estremece, su cuerpo se tensa.
    Mentes que se elevan a lugares de placer al mismo tiempo.
    Mi cabeza sobre el colchón, su cuerpo sobre mi espalda.
    Y de nuevo, el silencio, cuando los dos caemos rendidos sobre la cama.
    La respiración más calmada y su mano en mi espalda.
    Mis ojos cerrados intentando averiguar qué dibujan las yemas de sus dedos sobre mi piel.
    Él, que parece adivinar mis pensamientos.
    Su voz:

    -El símbolo del infinito, como el tatuaje que llevas en la muñeca. Así quiero que sea lo nuestro.

    Mi mano en su mejilla, sus labios sobre los míos y un beso lento y profundo que puso fin a una noche de sexo alucinante.

    Pero con Marcos nunca era solo sexo, siempre había algo más, fue así la primera vez y todas las que hubo después.
    Las cosas que compartíamos, las cosas que aprendimos uno del otro, y el amor que sentíamos, lo hacían todo aún más intenso, más completo.
    Juntos éramos perfectos, o al menos lo fuimos durante un tiempo.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Invitado
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #210028

    Quuuuuué!?
    Cómo es eso de «juntos éramos perfectos, o al menos lo fuimos durante un tiempo»

    No me asuuuustes Moetsi

    #YoQuieroUnMarcosEnMiVida

    Responder
    Su
    Invitado
    Su on #210029

    Durante un tiempo?????? Noooooooo!!!!???

    Responder
    Lau
    Invitado
    Lau on #210033

    Perdón???? Durante un tiempo???

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #211165

    Pues eso ¡Un tiempo! Es mucho más que nada :P
    ¡Pronto el capítulo 13! Y preparaos porque será intensito :D

    Responder
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