Si alguna cosa he hecho en mi vida, ha sido aprender. De enana me esforcé mucho en aprender todo lo que podía y más en la escuela, y con el tiempo, he seguido absorbiendo conocimiento hasta más no poder. Aunque es cierto que de pequeña aprendía de los libros escolares del Grupo Edebé… estando ya más crecida aprendí de algunas de esas bofetadas que te da la vida. Porque te las da.

A lo largo de más de un lustro de Navidades, he vivido todo tipo de situaciones. Y sí, de todas he sacado algo bien provechoso. Por eso, me gustaría mostraros mis 7 aprendizajes de la Navidad. Todos ellos relacionados, of course, con Body Positivity, Psiconutrición y Psicología. Y es que l@s psicólog@s sacamos aprendizajes de debajo de las piedras, o al menos, lo intentamos.

Feliz y Navidad NO es lo mismo

Por muchas luces de Navidad, decoraciones, regalos y turrones que haya, la Navidad no tiene por qué ser un periodo agradable. Sobre todo cuando nos falta alguien querido y/o cuando el que falta es el propio autoestima.

En Navidad confluyen un sinfín de situaciones sociales que pueden alterar el propio bienestar e intento de amor propio de cada un@. Por eso, he intentado recopilar algunos de los aprendizajes personales que me han ayudado (y sé que han ayudado a muchas otras personas).

Espero, con ello, que puedas pasar unas mejores Navidades. Y si no, KEEP CALM, ¡siempre acaban más rápido de lo que pensamos en un inicio! (Ese es un aprendizaje TOP)

¡Ahí van los aprendizajes!

Empieza y acaba de comer turrón cuando te dé la gana

Y quien dice turrones, dice polvorones, mazapanes y bombones. Aparecen en los supermercados en noviembre y cada vez hay más variedad y son más accesibles. Sin embargo, estamos inundad@s de consejos de “Cómo mantener la línea en Navidad” que nos dicen que NO DEBES empezar a comer estos alimentos hasta que lleguen las fechas señaladas. Es decir, 4 ó 5 días en todas las Navidades (una recomendación: desconfía siempre de aquella persona/cuenta de Instagram/web/ lo que sea,  que te dice lo que DEBES y lo que NO DEBES hacer).

Esto sólo lleva a la restricción. Y la restricción lleva al exceso y el exceso suele venir acompañado de la culpabilidad.

Si nos permitimos comer turrón (o lo que sea) cuando realmente nos apetece, no lo veremos como una “manzana prohibida” y, por lo tanto, saciaremos nuestros deseos sin necesidad de comer de una sentada todo aquéllo que no nos hemos permitido comer anteriormente.

Y lo mismo sucede con cuándo comer el último bocado. Parece que a partir del día 7 de enero tengamos que vivir en hambruna. Tiramos los turrones (o los guardamos para el año que viene) y nos decimos a nosotr@s mism@s que debemos compensar por todo lo comido en Navidad. Pues no. Turrones puedes comer hasta cuando quieras, de hecho, si los dejas de ver como algo tan exclusivo de la Navidad, tu deseo de comer e hincar el diente a ese Turrón de Schuchard hasta devorarlo, decrecerá mucho.

Que no hayas podido seguir el calendario de adviento no es ningún fracaso

Lo reconozco: No me gustan nada los calendarios de adviento. Sé que no es una opinión muy popular, y admito la gracia y el arte que tienen muchos de estos calendarios y figuritas de chocolate.
Pero son muchas ya las personas a las que oigo decir que se saltan los días y prácticamente se lo comen de una sentada. Por lo que acaban comprando otro. Y aunque es una tradición de origen alemán (antes se encendía una luz por cada día) bonita, no deja recordarme a patrones de restricción y atracón.

Por un lado, estamos “obligad@s” a comer una figurita de chocolate cada día y por el otro, tenemos prohibido comer más figuritas si nos apetecen.

Así que es totalmente comprensible lo que muchas personas hacen con estos calendarios. Por ello, no te sientas culpable si te comes más de un día o si has dejado de comer tu figurita algunos días E incluso puedes hacer como yo: Cuando me regalan un calendario de adviento, lo agradezco con total sinceridad, y abro uno a uno los días, guardo las figuritas de chocolate en una cajita con dibujos navideños y me los como cuando me apetecen, sin restricción ni culpa.

En Navidad sigues siendo vegan@, vegetarian@, celíac@ y/o intolerante a lo que sea que seas el resto del año

Como algunos sabéis, en mi alimentación apenas hay productos de origen animal. No me pongo ninguna etiqueta porque no me siento a gusto con ellas (pero eso es otro tema a parte).

Como no me declaro abiertamente de ninguna manera, muchas personas esperan que vaya a comer carne, embutidos, etc en Navidad cuando para mí, eso supone un esfuerzo inmenso (para nada Intuitive Eating)

Y aunque las personas con las que celebro estas fiestas ya están acostumbrad@s a que coma canalones de espinacas en vez de carne o a que en vez del redondo de pavo, coma tofu con la misma salsa que los demás… me ha costado tiempo superar esta barrera mental que yo misma me ponía: Y es que me sabía muy mal pedir modificar un poco mi menú de Navidad.

Pero aprendí que yo también tenía derecho a deleitarme con cada bocado. Así que con asertividad y mucho cariño, he ido comunicando esta preferencia. Explicándole e intentando ayudar en lo posible al/a anfitrión/a.

Tienes derecho a disfrutar de cada comida, así que expresa tus necesidades alimentarias a los/as anfitriones/as con el mayor tiempo posible para que puedan adaptar el menú.

No es necesario que pierdas peso antes o después de Navidad

Y es que parece que la primera mitad del mes de diciembre consista en perder peso para que en la segunda mitad podamos atiborrarnos sin miedo a engordar. Y que la segunda mitad de enero sea una vuelta al hambre y la restricción.

Perder peso no debería ser vivido nunca como una obligación, debería ser algo pensado por uno mism@ y puesto en práctica de un modo saludable, físicamente y mentalmente. Someterse a dietas estrictas y rígidas, con mucha restricción antes de las Fiestas para poder perder peso y así no temer ganarlo por los festejos Navideños ES UN ERROR, para el cuerpo y para la mente.

No necesitas ninguna pérdida de peso para permitirte comer durante unos días lo que quieres. ¡Puedes comer lo que quieras SIEMPRE! Perder mucho peso en unos días para después sobreingerir en Navidad, volverá loco a tu metabolismo. Además, alterará el equilibrio del mecanismo hambre-saciedad que todos tenemos.

Y por último, ¿qué mensaje le estarás transmitiendo a tu cuerpo? Le estarás diciendo que la Navidad es ese momento del año en que el comes en exceso, te indigestas y (aunque hayas perdido peso) te sientes mal después. Es decir, ese momento del año en el que te olvidas de él.

Acepta a tu cuerpo tal cómo es y disfruta ya con él de estos momentos pre-navideños, navideños y post-navideños tan especiales.

No hace falta que hagas versiones «healthy» de los platos típicos navideños

No te digo que no lo hagas, te digo que no lo sientas como una obligación. Vivimos continuamente bombardead@s de mensajes que casi nos obligan a comer de determinada manera, cómo si fuera un delito salirse de lo que se lleva ahora (y que tanto vende en Instagram), conocido como “sano” o “healthy”(Aunque definir lo que se considera “sano” actualmente daría para un post completo, así que no me voy a ir por la tangente).

En determinadas circunstancias es una necesidad adaptar las recetas tradicionales para que toda persona las pueda disfrutar. Pero si no existe una necesidad física real, tenemos derecho a liberarnos de la necesidad psicológica. De la necesidad de comer “bien” absolutamente siempre, de tener que quedar bien y complacer a todo el mundo, de no comer según qué porque no está de moda.

La mayoría de recetas típicas navideñas las comemos solamente una vez al año. Si te apetece turrón tradicional y no hay ninguna condición física que te lo impida, come turrón del “normal y corriente”. Si quieres cordero, sopa de galets o tortel de reyes y nada te impide médicamente comerlo al “estilo tradicional”… ¡disfrútalo! Que es una vez al año. Suficientes obligaciones tenemos durante el año como para ponernos otras más a nuestra espalda a costa de nuestro bienestar psicológico.

Puedes dejarte el plato sin terminar si no puedes más

A no ser que tú quieras realmente seguir comiendo. La Navidad es una época asociada a multitud de excesos de todo tipo. Uno de ellos, es el exceso de comida en la mesa. Y es algo que se va repitiendo a lo largo de los días. Y aunque suelen ser auténticos manjares, también es cierto que podemos llegar a sentir cierta saturación.

A veces, nuestros familiares y amig@s nos pueden incitar a terminar toooodo el plato, por mucho que ya no podamos seguir comiendo e incluso nos empecemos a sentir desagradablemente llen@s. Y en muchas ocasiones, cedemos a su invitación, por lo que creemos que es educación (pues así nos han enseñado).

Pero también en estas comidas y cenas hay espacio para el respeto propio. Hay espacio para comer conscientemente. Y de hecho, no sobrepasando tus límites te sentirás mejor y disfrutarás más de las texturas, aromas y sabores. Y no, no es de maleducad@s, pues estoy segura que si hablamos desde el amor y el aprecio por ese plato y por el Ser querido que nos lo ha preparado, no puede haber ninguna maldad en ello.

Comunícate con asertividad, expresa cómo te sientes desde el respeto y el cariño a la otra persona. Y oye, ¡incluso igual salen tuppers para el resto de la semana! La comida tiene que ser placer, no malestar.

THE BIG ONE: No sentirse feliz en Navidad ESTÁ BIEN

Para muchas personas, la Navidad es una época de emociones. Para otros, no significa nada. Respecto a las primeras, habrá personas que sientan en Navidad emociones agradables y otras, sentirán esas emociones que generan malestar. Hay que dar espacio también a esas emociones. Con tanta presión por vivir «la magia» de la Navidad, esas emociones pueden llegar a reprimirse y enquistarse. Y de un modo u otro, acabarán saliendo, más tarde o más temprano.

No eres un rollo, no eres un/a aguafiestas, no eres el/la «Grinch» de la Navidad. Eres tú, tú y tu mochila vital. Tú y aquello que hace que la Navidad no sea un periodo de alegría. No pasa nada. Respétate y cuídate como necesites. E intenta alejarte de aquéllo o aquellas personas que no respetan tu propia vivencia.

A veces, el significado de la Navidad cambia, y de repente, podemos vivirla con algo más de alegría. Otras veces, nunca vuelve a significar nada positivo. Y está bien. Está bien porque eres tú, tú y tus emociones. Y no puede haber nada de malo en ello.