Marcos y Lucía: capítulo 14

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    Moetsi on #213077

    EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:

    Me desperté sobresaltada al escuchar el timbre y miré el reloj, eran casi las cuatro de la madrugada.
    Descolgué el telefonillo sin imaginar lo que me esperaba al otro lado.

    -¿Lucía Gil? Le habla la policía ¿puede abrir la puerta, por favor?

    No me lo podía creer.

    Esto no podía estar pasando.

    -¡Ábrenos la puerta o empezaremos a cantar!

    Estuve a punto de no hacerlo, pero si no les dejaba subir, sabía que montarían un espectáculo.

    -Subid sin hacer ruido por favor, no son horas de armar escándalo.

    Me miré al espejo y me limpié un poco la cara como pude, tenía los ojos hinchados de llorar y no me había desmaquillado, parecía un mapache.
    Abrí la puerta y allí estaban los dos, Alberto y Marcos, borrachos como una cuba a las cuatro de la madrugada en la puerta de mi casa y tan felices, como si nada hubiera pasado.
    Alberto se abrazó a mí tropezándose y Marcos tuvo que sujetarle para que no terminara en el suelo.

    -Hemos tenido una idea fantástica Lucía- dijo Alberto- Marcos me estaba llevando a casa, pero quería verte y hemos pensado que podíamos tomar aquí la última copa.
    -¿Habeis venido hasta aquí conduciendo?
    -Si- dijo Marcos enseñándome las llaves del coche- pero yo estoy bien, todavía controlo.

    Se balanceaba de un lado a otro y arrastraba las palabras al hablar.

    -Esto es increíble, joder- contesté.

    Le quité las llaves de la mano y las guardé en el bolsillo del pijama.

    -¿Nos pones una copa, o nos vamos a tomarla a un bar?- Alberto seguía insistiendo mientras intentaba sentarse en el sofá.
    -Creo que deberíamos irnos, Lucía no está de humor- dijo Marcos en tono jocoso- ¿Me devuelves las llaves?
    -No pienso dejarte conducir en este estado. Debería daros vergüenza, sobre todo a ti- dije señalándole.

    Marcos se aproximó sonriendo, pero le corté enseguida las intenciones.

    -No te atrevas a acercarte a mí. Siéntate en el sofá con Alberto, voy a preparar café.

    Les puse un café bien cargado que no sirvió de nada, habían bebido tanto que ya no les hacía efecto.
    Alberto se había quedado medio dormido en el sofá, Marcos me miraba en silencio y cuando hizo intención de hablar, le interrumpí.

    -Lucía…
    -Ayúdame a llevar a Alberto a la cama, será mejor que durmáis un poco antes de iros.
    -Podríamos dejar aquí a Alberto y dormir tu y yo juntos.

    Le fulminé con la mirada.

    -Esto es alucinante. Pero tú, ¿qué es lo que esperabas esta noche presentándote así en mi casa, Marcos?
    -Solo quería verte y pasar un rato contigo ¿podemos al menos hablar?
    -No creo que estés en condiciones de mantener una conversación. ¿Vas a ayudarme con Alberto o tengo que llevarlo yo sola?

    Llevamos a Alberto hasta la cama, le quité los zapatos y salí de la habitación.

    -Tú puedes descalzarte solo, duerme aquí esta noche y mañana cuando se os haya pasado la borrachera, salid los dos de mi casa.

    Me fui al salón y cerré la puerta, dejando claro que no quería que me molestase, estaba tan enfadada con él, que en ese momento le hubiese abofeteado.
    No pude dormir casi nada en lo que quedaba de noche, poco después de las 9 me levanté y fui al baño para asearme un poco.
    Los dos seguían durmiendo, así que regresé al salón y me senté a desayunar en la barra de la cocina.
    Encendí el teléfono mientras tomaba mi café, tenía un par de llamadas de Eva después de marcharme del hotel y un mensaje suyo.

    “Luci, ya se lo que ha pasado. Mamá me contó su versión, pero sé que la tuya es diferente. Mis amigas estaban a lado y se enteraron de todo. No te preocupes por nada. Solo espero que estés bien. Llámame cuando quieras y hablamos.”

    Al menos me consolaba saber que no estaba enfadada conmigo.
    Tenía una llamada más de Marcos, la había hecho poco antes de llegar a mi casa esa madrugada, pero antes de eso, nada.
    Me molestó más aún pensar que mientras yo lo estaba pasando mal y le había necesitado, él había estado por ahí bebiendo y divirtiéndose, sin preocuparse por nada, ni siquiera me había preguntado qué tal había ido la fiesta, se había limitado a aparecer en mi casa borracho de madrugada y a saber con qué intenciones.
    Cuanto más lo pensaba, más enfadada me sentía y necesitaba tranquilizarme, o terminaría pensando que mi madre tenía razón, que al final me quedaría sola, porque a nadie le importaba lo suficiente, ni siquiera a Marcos.
    Recordé nuestra última noche en la playa y todos los momentos que compartimos.
    Marcos era mi hogar, entre sus brazos siempre me había sentido amada, deseada y protegida y por primera vez sentí miedo ante la posibilidad de perder lo que tenía con él.
    Pero por mucho que intentara ser positiva, tenía tanta rabia en ese momento, que lo único que quería era irme y dejarlos allí.
    No tenía fuerzas para enfrentarme a Marcos, pero estaba en pijama, si entraba en la habitación a por ropa los despertaría y así no podía salir a la calle, solo se me ocurrió una cosa.
    Dejé preparadas un par de tazas, una caja de aspirinas, las llaves del coche de Marcos y una nota encima de la barra de la cocina.

    “Espero que hayais dormido bien, cuando vuelva no quiero que estéis aquí”

    Cogí las llaves de casa y me marché a casa de Toñi, que se asustó al verme con las pintas que llevaba, pensando que me había pasado algo.
    Le conté un poco por encima toda la historia, mientras me limpiaba las lágrimas que volvían a brotar de nuevo.

    -Lo siento Toñi, pero no sabía qué hacer ni a dónde ir y no quería quedarme en casa.
    -Tranquila reina, puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites.
    -Desde tu ventana se ve el coche de Marcos, y no quiero volver hasta que se marchen.

    Me pasé casi dos horas sentada en su sofá mirando por la ventana y con Stark acurrucado entre mis piernas, hasta que los vi salir.
    Marcos miró hacia mi ventana unos segundos, no tenía buena cara, pero no era por la resaca o por el sueño, ni siquiera se le veía enfadado, estaba triste.
    Y me sentí fatal al verle así, por un momento me sentí culpable y me arrepentí de haberme marchado.

    -Ya se van- dije- puedo volver a casa.
    -¿Quieres que te acompañe? Por si acaso vuelve…
    -No, no te preocupes. Hoy no pienso abrirle la puerta a nadie.
    -Bueno, si necesitas cualquier cosa, estaré en casa todo el día, puedes venir siempre que quieras.

    Regresé a casa y vi que Marcos había dejado una nota en la mesa, junto a mi móvil.

    “Lo siento, lo siento mucho. Necesito que hablemos, llámame por favor. Te quiero.”

    “Menuda forma de demostrarlo” pensé.
    Después de darme una ducha y comer algo llamé a Eva, tenía que disculparme con ella.
    No tuve que darle demasiadas explicaciones, sus amigas le contaron todo lo que habían escuchado.
    Marta me llamó un poco más tarde para preguntar qué tal había ido la fiesta, y cuando se lo conté, insistió en que fuera a su casa para poder hablar más tranquilas.
    Estuve toda la tarde con ella, explicándole lo que había pasado con mi madre y con Marcos.
    Sobre mi madre no dijo mucho, Marta conocía la relación que teníamos y sabía, al igual que yo, que lo mejor que podía hacer era alejarme de ella, pero sobre Marcos sí que tenía algo que decir.

    -Lucía, sé que ahora no quieres escucharlo, pero te lo voy a decir igualmente, tienes que hablar con él. No disculpo su actitud, lo que ha hecho no está bien, pero esto te afecta más por lo que ha pasado con tu madre, tienes que darle la oportunidad a Marcos al menos de explicarse y tú también necesitas escucharlo. Luego puedes tomar la decisión que quieras, pero habla con él primero.
    -Estoy tan enfadada con él y con mi madre… y encima siento que yo soy la culpable de todo lo que me está pasando. Ayer era él quien no estaba en condiciones de hablar, y hoy soy yo la que no ha tenido fuerzas para hacerlo.
    -Lo sé, pero no puedes mantener esta situación eternamente, lo de tu madre puede que no tenga remedio, pero esto sí Lucía, esto podeis intentar arreglarlo.

    Marta tenía razón, si de algo estaba segura es de que quería a Marcos y no quería perderlo. No sabía muy bien cómo enfrentarme a esta situación, pero tenía que hacerlo.
    Regresé a casa con la firme intención de llamarle, pero no hizo falta, estaba esperándome en el portal cuando llegué.

    -Pensé que estabas en casa y no querías abrirme- dijo.
    -¿Y te has quedado aquí esperando?
    -Si, no sabía qué hacer, te he llamado un montón de veces.
    -No me he llevado el teléfono, no tenía ganas de hablar con nadie.
    -¿Puedes hacer una excepción conmigo?

    Abrí la puerta del portal y le hice un gesto invitándole a pasar.
    Entré en casa y miré el móvil, tenía nueve llamadas perdidas en menos de una hora.

    -La mayoría serán llamadas mías- dijo.
    -Ya, pues todo sería diferente si ayer hubieses hecho lo mismo.
    -Lo siento Lucía, sé que ayer era un día importante para ti y tienes todo el derecho del mundo a estar enfadada, pero Alberto se presentó así y no podía dejarlo solo.
    -No estoy enfadada por lo de Alberto, si a cualquiera de mis amigas le ocurre algo así, yo hubiese hecho lo mismo que tú. Hiciste lo correcto, pero no de la forma correcta. Era tan fácil como haberme llamado y contarme qué estaba pasando.
    -Quise llevarle a casa, pero me convenció para ir a tomar algo, nos liamos y… se me fue de las manos, sé que no tengo excusa, debí estar contigo en esa fiesta.
    -Me da igual la fiesta Marcos, la fiesta fue un desastre, lo que me molesta es que no te paraste ni un momento a pensar en mí, ni en cómo podía afectarme. Tuve que soportar que mi madre me avergonzase delante de todo el mundo porque no estabas allí, aunque no te culpo por eso, ella solo aprovechó la situación, pero hubiese encontrado cualquier otra razón para ofenderme. Lo que más me duele es que salí de allí llorando y en ese momento fue cuando te necesité y no estabas, y me sentí sola.
    -Lo siento, lo siento mucho, te prometí que no te dejaría sola y te pedí que confiases en mí, lo he hecho todo mal…
    -Lo único que quería era hablar contigo, te llamé, te escribí y me pasé horas esperándote. Y para rematar la noche te presentas en mi casa borracho, sin una explicación, sin preguntarme ni siquiera cómo estaba, como si no te importara. Quise echarte de mi casa, y quise pegarte porque te estabas portando como un imbécil y esta mañana seguía tan enfadada contigo que no quería ni verte.

    Marcos me escuchaba sentado en el sofá, con los codos apoyados en las rodillas, a veces cerraba los ojos y ladeaba la cabeza, sin atreverse a mirarme.

    -Me desperté al escuchar la puerta, estuvimos esperando casi dos horas. Me sentía fatal, y quería disculparme por haberme presentado así en tu casa, no debimos hacerlo.
    -Me fui a casa de Toñi y no salí de allí hasta que os vi marchar. Ayer se me juntó todo Marcos, tu no hiciste las cosas bien, una sola llamada, y hoy todo sería distinto. Sé que todo esto me ha afectado mucho más por la forma en que me trató mi madre, y tampoco puedo hacerte responsable del daño que ella me causa, no puedo pedirte que estés ahí cada vez que tenga un problema con ella, tengo que aprender a hacer esto sola.
    -No Lucía, sí que puedes pedírmelo, así es como debería ser, debí estar ahí para ti, he sido yo el que te ha fallado y no sé qué hacer para que puedas perdonarme.
    -Sé que podré perdonarte, solo… no me pidas que lo haga hoy, aún me duele, pero se me pasará.

    Antes de marcharse aquella tarde, Marcos me abrazó y sentí aquel gesto como una disculpa.
    Él sabía que se había equivocado, y yo seguía pensando que debió hacer las cosas de otra manera, pero aun así, no pude evitar sentirme culpable, tenía la sensación de que todo aquello lo había provocado yo.
    Por la cena en la que intenté reunir a nuestros amigos, por mi mala relación con Belén y Silvia, por dejar que me afectase tanto todo lo que decía mi madre, por depender tanto de él… quizás estaba exigiéndole demasiado.
    Pasaron varias semanas desde la fiesta de compromiso de Eva, Marcos parecía arrepentido y cuando estábamos juntos siempre se esforzaba en hacerme sentir bien, pero sus ausencias comenzaron a ser cada vez más habituales, Alberto no estaba en un buen momento y reclamaba constantemente su atención.
    Quise ser prudente y comprensiva, dejarle su espacio y tiempo para dedicarle a Alberto, era su amigo y le necesitaba, no quería presionarle, pero Marcos empezó a dejar su vida de lado por atenderle, apenas dedicaba tiempo a estudiar, faltaba a clase y salía mucho.
    Cuando llegaron las pruebas de acceso a la policía en octubre, suspendió el primer examen y todo empeoró.
    Marcos estaba enfadado y decepcionado, y a veces pagaba su frustración conmigo.
    Una tarde llegué al bar esperando encontrarle allí, pero no estaba.
    Vicente tenía muy mala cara y me contó que él y Loli habían discutido con Marcos.

    -¿No has hablado con él?- preguntó Vicente.
    -No, no le he visto en un par de días, habíamos quedado hoy.
    -Se ha comprado una moto y se ha presentado esta tarde aquí con ella sin decirnos nada. Y nos parece una locura. Marcos no es de los que hacen las cosas sin pensar, ya no cuenta con nosotros, apenas nos habla, se pasa todo el día fuera de casa, no parece él. Lo de la moto ya es lo de menos, pero su comportamiento no es normal.

    Alberto tenía moto, y llevaba tiempo insistiéndole a Marcos para que se comprase una, pero Vicente tenía razón, no se trataba de la moto, Marcos no era el mismo, siempre había contado con sus padres para todo, la relación con su familia era una de las cosas que yo más envidiaba de él porque siempre habían estado muy unidos y eso también lo estaba perdiendo.
    Esperé por él y aunque no apareció por el bar, me llamó por teléfono un poco más tarde.

    -Llevo un rato esperando por ti- dije- no vas a venir ¿verdad?
    -¿Sigues en el bar? Pues hazme un favor y dile a mi padre que esta noche me quedo en la parcela.
    -Marcos…tienes que hablar con ellos, están preocupados por ti.
    -No empieces tu también Lucía, es lo último que necesito ahora.
    -Solo quiero que tu…
    -Déjalo ¿vale? no me apetece discutir contigo. Te llamo mañana.

    Me colgó el teléfono sin dejarme decir nada más.
    Volvió a casa, pero la relación con sus padres seguía siendo tensa y después de aquello, nuestros fines de semana juntos prácticamente desaparecieron, Marcos se los pasaba con Alberto, organizaban rutas para irse en moto o salían de fiesta hasta la madrugada durante varios días seguidos.
    Cuando llegó la boda de Eva decidí ir sola, no había vuelto a ver a mi madre desde la fiesta de compromiso y no quería darle la oportunidad de reprocharle nada a Marcos y montar otro de sus numeritos, además, él tampoco estaba en su mejor momento.
    Apenas crucé dos palabras con ella ese día, mi padre seguía tan apartado de todo como siempre y mi hermano simplemente me ignoraba.
    Fue una boda preciosa, Eva estaba radiante y feliz y disfruté mucho viéndola cumplir su sueño.
    Al final de la noche me entregó su ramo, con el deseo de que algún día pudiese verme vestida de novia y acompañarme en un momento tan especial.
    Yo no tenía los mismos sueños que Eva, casarme y tener hijos no eran un objetivo prioritario para mí, pero pensé que, si alguna vez eso sucedía, querría que fuese junto a Marcos.
    Mi cumpleaños fue otra de esas noches para olvidar, Alberto y Marcos llegaron tarde, se quedaron el tiempo justo para la cena y se marcharon de nuevo, como si hubiese sido un compromiso asistir.
    Después de navidades, nuestros encuentros empezaron a limitarse a una o dos tardes a la semana en las que casi siempre Alberto nos acompañaba, y algún domingo que aparecía en mi casa especialmente cariñoso.
    Empezaba a sentirme utilizada y no me gustaba nada que me tratase como si fuera una chica con la que pasar un buen rato, hasta que surgía otra cosa más interesante que hacer y entonces volvía a marcharse.
    Pasé muchos días sola y recuperé el hábito de escribir en mi libreta rosa, me resistía a la idea de que Marcos había cambiado tanto, y en tan poco tiempo, que a veces ya ni lo reconocía, y empecé a utilizarla como un diario en el que solo escribiría las cosas buenas que había vivido con él.
    Porque eran muchas, porque necesitaba recordar todo lo que me gustaba de Marcos, lo enamorada que estaba de su sonrisa y cuánto la echaba de menos, todos los momentos bonitos que habíamos compartido, todas las veces que me había sentido protegida, todos los besos, los abrazos, las caricias, las veces que nos miramos a los ojos y nos entendíamos sin hablar, todo lo que me hacía sentir solo con rozarme, todas las veces que había sentido que juntos éramos mejores, todo lo que me hacía quererle tanto.
    Terminaba convenciéndome de que su comportamiento era algo temporal y lo permití durante un tiempo, pero llegó abril, Marcos suspendió de nuevo el examen y hubo un momento en que no pude más.
    Uno de los domingos que vino a mi casa, quise hablar con él.

    -Marcos no puedes seguir así. Sé que Alberto es tu amigo, pero te has centrado tanto en él que estás dejando de lado todo lo demás y te estás dejando llevar por un camino que no os beneficia a ninguno de los dos.
    -¿Qué camino Lucía? Solo me estoy divirtiendo un poco, necesitaba un respiro, creí que tú me entenderías.
    -Y lo hago, sé que suspender el examen dos veces ha sido duro y entiendo que necesitaras un desahogo, pero si sigues así, cuando llegue octubre volverá a pasar lo mismo. Tienes que volver a clase y arreglar las cosas con tus padres, necesitas recuperar tu vida.
    -¿Esto es porque paso menos tiempo contigo? ¿Ya no te sientes el centro de atención y estás celosa por Alberto? Perdona si no me dedico a ti 24 horas al día, no eres la única que tiene problemas.

    No sé en qué momento aquello se había convertido en una discusión.
    No solo sentía que estaba perdiendo a Marcos como pareja, también estaba perdiendo a mi mejor amigo y en mitad de ese cruce de palabras, una canción apareció de fondo en mi cabeza, no quería escucharla, pero cada vez parecía sonar más fuerte, como un presagio.

    You and me, we used to be together, every day together, always.
    I really feel I’m losing my best friend
    I can’t believe this could be the end
    It looks as though you’re letting go
    and if it’s real, well, I don’t want to know.
    Don’t speak, I know just what you’re saying
    so please stop explaining, don’t tell me ‘cause it hurts
    Don’t speak, I know what you’re thinking
    I don’t need your reasons, don’t tell me ‘cause it hurts
    Our memories, they can be inviting
    but some are altogether mighty frightening
    As we die, both you and I, with my head in my hands I sit and cry
    It’s all ending, I gotta stop pretending who we are
    You and me, I can see us dying. Are we?

    Intenté centrarme de nuevo en la conversación, pero Marcos estaba a la defensiva y se lo tomaba todo como un reproche, empezaba a costarme mucho hablar con calma.

    -Estás siendo injusto conmigo, he sido muy paciente y he soportado que me hables mal muchas veces sin razón. No pretendo ser el centro de tu vida, pero echo de menos estar contigo, hablar contigo y que seamos nosotros, solo quiero ayudarte Marcos, y que vuelvas a ser el que eras.
    -Pues si quieres ayudarme, déjame respirar un poco Lucía. No he venido aquí para escuchar esto.
    -¿Y para qué has venido Marcos? ¿Para acostarte conmigo y entretenerte un par de horas hasta que Alberto te llame? Porque eso es lo que haces últimamente, utilizarme.
    -Para eso no necesito venir aquí, puedo llamar a Silvia, al menos ella ha mostrado interés por estar conmigo desde el principio.

    Se me heló la sangre al escucharle, no me podía creer lo que acababa de decir.
    Sabía que Marcos estaba enfadado, pero lo pagó conmigo de la peor manera, sabiendo el daño que podía causarme con sus palabras.
    Yo podía haberme equivocado eligiendo aquel momento para hablar con él, podía no haber sido suficientemente paciente, podía asumir que también había cometido errores… y a él podía perdonarle muchas cosas, pero aquello no.

    -Vete de mi casa- dije mientras las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas.
    -Lucía perdona, me he pasado, no quería decir eso.

    Intentó acercarse a mi pero no le dejé.

    -Vete Marcos, por favor…
    -Lo siento ¿vale? Es que parece que solo ves las cosas malas y yo…
    -¡Que te vayas Marcos! ¡Quiero que te vayas ya!

    Grité, porque no quería seguir escuchándole, solo quería que desapareciese de mi vista.
    Escuché cómo se cerraba la puerta tras él y en ese momento vi la libreta encima de la mesa, y no sé por qué lo hice, pero abrí la ventana y cuando le vi salir del portal la tiré, dejándola caer encima de su coche.
    Cerré la persiana, apagué el teléfono y desconecté el timbre.
    Hundí la cabeza en el sofá, sintiendo que me faltaba el aire y lloré deseando que el nudo que tenía en la garganta se deshiciese, pero esa sensación tardó mucho tiempo en desaparecer.

    “Así es como le quiero, y no cambiaría ni uno solo de sus defectos. Nadie es perfecto y sé que tiene cosas malas, pero las buenas son tan buenas, que compensan todo lo demás”

    Recordé esa frase, la había escrito en la libreta.
    Ahora él podría leerla y saber lo equivocado que había estado con sus últimas palabras.
    Pero también pensé que quizás la equivocada era yo, puede que no compensara tanto, puede que las cosas malas fuesen mucho peores de lo que creía.
    No quise volver al bar, no quería encontrármelo allí.
    Y él no llamó, no escribió, no me recibió en la parada del autobús al día siguiente y tampoco le vi salir del bar, ni de casa.
    Durante dos semanas no supe nada de él.
    No quería verle, no estaba preparada para hablar con él, pero en el fondo, esperaba que su reacción hubiese sido otra.
    Marta me había llamado en esos días y la puse al corriente de todo, avisó a Elena y Susana y quisieron pasar el fin de semana conmigo, pero les pedí que no lo hicieran, necesitaba estar sola, pensar, llorar, gritar, regodearme en la pena mientras escuchaba canciones tristes, bailar en mitad del salón con un ataque de risa repentino, ingerir un montón de comida basura, sentirme culpable y volver a llorar hasta quedarme dormida.
    Así es como decidí intentar superar el dolor que sentía, aunque no sirvió de nada porque no desaparecieron ni el vacío en el pecho, ni el nudo de la garganta, ni las lágrimas, que parecían no cesar nunca.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Marga
    Invitado
    Marga on #213085

    ?? Sin palabras… Deseando que llegue el siguiente capitulo… Intriga maxima

    Responder
    M. ángeles
    Invitado
    M. ángeles on #213087

    jolín!!!!! y ahora tengo que esperar una semana más??????

    Responder
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #213148

    Ay…

    Responder
    Lila
    Invitado
    Lila on #213166

    Me has dejado con la sangre cuajada…. impresionante capítulo!! O_O

    #NoQuieroAEsteMarcosEnMiVida

    Responder
    K
    Invitado
    K on #213228

    Ayyy que intriga!!!! Estoy super impaciente por leer el siguiente!!!!!! No tardes mucho Moetsi porfaaaaaaaaa ?????

    Responder
    Marsoñadora
    Invitado
    Marsoñadora on #213320

    ¡Joder! Me llegan al alma estos capítulos, son tan reales que de una manera u otra te sientes un poco identificada.
    Gracias Moetsi y sigue escribiendo que lo haces GENIAL

    Responder
    Mery
    Invitado
    Mery on #213788

    Madre mía que intensito todo!!! Me ha dejado mal, cuerpo, pobre Lucía, como la entiendo… A ver que pasa la próxima semana!! ?
    Por cierto, ¿puedo utilizar la frase que puso Lucía en su libreta rosa? Me parece lo más!!

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #213801

    Gracias chicas! Me he reído mucho esta semana con los comentarios de éste capítulo (desde el cariño, eh)
    Ha sido muy divertido recibir amenazas para que arregle pronto la situación ?
    También he sido acusada de quitarle el sueño a varias personas, de provocar lágrimas, angustia y pena.
    LILA se ha quedado como Lucía y hasta me ha cambiado el hastag :P
    Me presionan para que escriba más rápido, y para que escriba más capítulos, porque nunca teneis suficiente!
    Algunas habeis pasado del amor al odio con Marcos en un solo capítulo, si el chico fuera real, recibiría collejas hasta en el carnet de identidad ?
    ¡En fin, que me encanta leer vuestras reacciones! ?
    Aún no hay fecha para el capítulo 15, lo que queda por contar quiero escribirlo con calma, intentaré hacerlo lo mejor que pueda. (esto ya es cosa mía, pero a veces no resulta fácil ponerse en la piel de Lucía)
    MERY puedes usar esa frase y todas las que quieras, siempre que quieras! #compartiresdeguapas ;)

    Responder
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