Jugando con fuego. Cap. 2: ¿Estás segura? Repito ¿Estás segura?

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    Ilenia on #270473

    Capítulo 2: ¿Estás segura? Repito ¿Estás segura?

    –No grites–Sentí como la sangre dejó de correr por mis venas, todo mi cuerpo se había quedado congelado. Quería gritar, llorar, darme la vuelta y lanzarme a sus brazos, pero era incapaz de reaccionar. No comprendía cómo no había caído al suelo desmayada.
    Me giró hacía él con sus manos aún en mi cintura acariciándome con suavidad y nuestras miradas se volvieran a encontrar después de tantas lágrimas derramadas, de incertidumbre y profundo dolor, una vez más me perdí en la profunda oscuridad de sus ojos. Bajó su mirada a mis labios y sin esperar más juntó nuestras bocas. La tierra se abrió bajo mis pies. Cerré los ojos y dejé que todos los sentimientos que tenía guardados se adueñaran de mí. Me apretó contra su cuerpo convirtiéndonos en uno, por fin reaccioné y le rodeé el cuello con los brazos para apretarme más contra él y así evitar que se escapara.
    Estaba allí conmigo después de haberlo perdido, la vida me lo devolvía y jamás lo volvería a dejar ir.
    Cada caricia de sus manos en mi espalda hacía que mi cuerpo se convirtiera en pura electricidad, le besaba con todo el deseo acumulado en las noches de soledad en las que solo había llorado por no tenerlo junto a mí, en las que había intentado convencerme a mí misma de que aquel cuerpo jamás volvería a producirme el deseo más puro y noble que una persona pueda sentir por otra.
    Separó nuestros labios y en cuanto abrí los ojos las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, eran mis lágrimas, pero no era dueña de ellas. Él las limpió con los pulgares y besó mi mejilla derecha mientras tenía mi rostro entre sus manos.
    –No llores–me abrazó y escondí la cara en su cuello sin poder parar de llorar. Sus brazos me daban el consuelo que necesitaba, él era todo lo que yo necesitaba.
    Cuando me sentí un poco mejor y con la suficiente fuerza, dejé de esconderme en su cuello y volví a conectar mi mirada con la suya, tenía demasiadas preguntas que hacerle que no sabía por dónde empezar.
    –Tenemos que hablar–fue él quien dio el paso y lo agradecí enormemente. Agarró mis manos para apartarlas de su rostro, pero no me soltó, me condujo hacía el sofá donde nos sentamos.
    – ¿Qué pasó? –me atreví a preguntar después de ver que él tampoco sabía cómo empezar.
    –El furgón explotó, pero por suerte pude darme cuenta a tiempo y conseguí alejarme unos metros antes de que explotara.
    –¿Y por qué no has aparecido en todo este tiempo? ¿Por qué no me llamaste? ¿Por qué me enviaste aquella nota? –hubiese hecho muchas más preguntas, pero él me puso un dedo en los labios pidiendo mi silencio.
    –Porque no sé quién explotó ese furgón, es demasiado estúpido que lo hicieron ellos, iban dentro, estaban esposados, Alex todo esto es muy raro y es grave, ni siquiera he hablado con la comisaria, solo tú sabes que estoy vivo y debe seguir así.
    –¿Por qué? –me estaba ocultando algo, en mi interior sabía que no me estaba contando la verdad o solo lo hacía a medias y eso me preocupaba.
    –No puedo darte respuestas porque no las tengo. Yo ni siquiera debería estar aquí.
    –¿A qué te refieres? –dije soltando su mano.
    –Te estoy poniendo en peligro–me levanté del sofá, no quería seguir escuchándole. Me alejé de él profundamente dolida y haciendo un gran esfuerzo para no comenzar a llorar de nuevo. Acababa de volver y ya se estaba despidiendo.
    –Alex mírame–se puso en pie, estaba parado justo detrás de mí, lo suficientemente cerca como para hacerme sentir el calor de su cuerpo sin necesidad de tocarme.
    Esperó unos segundos, pero yo no me di la vuelta porque no podía, no tenía la capacidad suficiente para mirarle y asumir que de nuevo se marcharía.
    –Créeme que si realmente no pensara que tu vida corre peligro jamás me alejaría de ti, te quiero y lo sabes, pero para todos Daniel Ross sigue muerto–por el espejo vi que alzó su mano para acariciarme la espalda, pero se quedó a mitad de camino, dejó caer su mano y simplemente se marchó.

    Serían más de las cuatro de la mañana cuando conseguí descansar unas cuantas horas. Lo que había pasado me había dejado agotada tanto física como mentalmente, pero había llegado a una conclusión, no permitiría que Daniel Ross volviera a destruir mi vida. Si él quería seguir estando muerto para todos, así sería, yo haría mi vida con normalidad o al menos lo intentaría.

    Me vestí, desayuné algo ligero y me encaminé hacía el garaje donde se reunían mis amigos. Hablar un rato con Joseph siempre me venía bien, era mi terapia favorita, mucho más después de que Tania se marchara, hablaba con ella de vez en cuando por teléfono, pero no era lo mismo. Además, aprovecharía para molestarlo por los nervios que tenía debido a que Sandra regresaría en un par de días. Había resultado que no estaba tan sola como parecía, de la nada le salió una tía que la había estado buscando durante muchos años y cuando por fin la encontró, comenzó a ocuparse de ella y como regalo para las dos se habían ido de vacaciones durante todo el mes a Málaga.

    Joseph había estado triste por no tenerla cerca, pero a la vez contento por Sandra, ciertamente el hallazgo de un familiar fue como un renacer para ella.
    Aunque el idiota de mi amigo aún no se había atrevido a confesarle sus sentimientos, allí todos lo sabíamos y quien no, lo sospechaba. Parecía que la única que no se percataba de cómo la miraba era la propia Sandra.

    Cuando llegué al lugar, no vi a Joseph por ningún lado, de hecho, no había nadie, aquello estaba vacío. No solían dejar el garaje abierto y solo, lo cuidaban como si fuera un tesoro. Ese lugar había sido un santuario en el que todos habíamos compartido las cargas más pesadas que llevábamos sobre nuestros hombros. –Hola–me sobresalté y pegué un pequeño grito ridículo que provocó la risa de la persona que me había asustado.
    Me di la vuelta y me encontré a un chico que no había visto nunca antes por allí.
    –¿Qué buscas? –preguntó directo, con un tono un poco grosero que no me gustó.
    –Busco a mis amigos–me miró de arriba abajo y frunció el ceño como si no me creyera.
    –Dudo mucho que la gente de este sitio sean amigos tuyos–rodé los ojos, aquello me parecía estúpido, yo tenía derecho a ser amiga de quien quisiera y por vestir un poco diferente, ese tipo no tenía por qué mirarme de ese modo, me sentí totalmente prejuzgada, como si yo viviera en una burbuja y él conociera la cruda realidad.
    –¿Dónde está Joseph?
    –No está–se limitó a responder ¿Qué diablos le pasaba a ese tipo? Por una vez estoy contigo, este tipo es idiota. Estaba comenzando a impacientarme, y sus pantalones rotos, su camiseta negra con una gran calavera, su pelo rubio y revuelto, no iban a asustarme, debía reconocer que su pelo era bonito.
    Sabía que no iba a conseguir nada de ese chico y tampoco iba a perder toda la mañana intentándolo.
    –¿Puedes decirle a Joseph cuando le veas que he preguntado por él y que me llame? –me miró con sorpresa y después con desprecio, como si fuera una inconsciente por pedirle un triste favor.
    –No soy un mensajero.
    –Y una persona amable tampoco por lo que se ve–me di la vuelta en dirección a mi coche, aquella conversación sin sentido ya se había alargado demasiado.
    No quería volver al piso, estaba segura de que Álvaro seguiría por allí y no me apetecía nada verlos acaramelados o escucharlos gritar mientras tenían relaciones o alguna pelea tonta.
    Se me cruzó por la cabeza ir a la casa de mis padres y para mi sorpresa la idea no me pareció tan mala.
    Al entrar por la puerta me encontré a mi madre subiendo por las escaleras con una bandeja que contenía un café y un par de tostadas de mantequilla con mermelada de fresa. Me indicó con un gesto que la siguiera y así lo hice, subí las escaleras detrás de ella, nos dirigimos hacía su estudio de pintura, adoraba ese lugar y volver a tener acceso libre para salir y entrar cuando me apeteciera me encantaba.
    Me senté en un taburete y observé la nueva obra que había comenzado. Aún estaba muy reciente por lo que no llegaba a distinguir cuál sería su acabado, pero seguro seria precioso.
    –¿Eso está en esa dieta de la que hablas tanto y la que dices cumplir a la perfección? –pregunté irónicamente mientras ella le daba el primer mordisco a una de sus tostadas.
    –Niña, el desayuno es la comida más importante del día–me respondió a la defensiva.
    Estuvimos un rato hablando de nada en concreto, por un momento pensé que querría retomar la conversación que dejamos a medias en mi piso, pero no hizo amago alguno de querer sacar el tema, quizás no quería afrontar una posible discusión, por supuesto yo tampoco quería discutir por lo que me hice la loca como ella. De tal palo tal astilla.
    –Alex, tu padre está raro–hizo una pausa, supongo que esperando algún tipo de reacción en mi pero no hablé–Está así desde hace una semana, vino un policía a casa–el corazón se me aceleró. Daniel ocupó mi mente en menos de cinco segundos. Intenté tranquilizarme para no hacer sospechar a mi madre.
    –¿No le has preguntado que quería? –pregunté intentando sonar indiferente.
    –Sí, pero dice que es por un problema de unos papeles de la empresa. Sinceramente no le creo–yo tampoco me lo creía, pero quería dejar a mis padres fuera de todo eso. No tenía mucho sentido que aquello tuviera relación con Daniel, pero debía reconocer que era demasiada casualidad que en menos de cuarenta y ocho horas, un policía visitara mi casa y Daniel apareciera de la nada.
    Estuve un buen rato intentando convencer a mi madre de que veía muchas películas y que seguro lo que mi padre le había dicho era cierto. Para cuando salí del estudio estaba casi convencida pero aún tenía la mosca detrás de la oreja, era una mujer muy inteligente como para dejar manipularse con facilidad.
    Me encaminé con rapidez hacía el despacho de mi padre, necesitaba saber a qué había venido ese policía.
    Mi padre se sorprendió al verme, pero de momento sonrió y se levantó para darme un abrazo. Antes de comenzar con el interrogatorio, quería observarle un poco.
    –¿Ya has visto a tu madre?
    –Sí, acabo de estar con ella. Me ha dicho que hace unos días estuvo un policía por aquí–observé con detenimiento su reacción. Se puso al instante tenso y apartó la mirada de mis ojos.
    –Sí, problemas en la empresa…
    –No me mientas–le corté rápidamente. No era tonta y no me iba a andar con rodeos, necesitaba saber con urgencia que estaba pasando, más bien necesitaba saber que él no sabía nada de Daniel.
    –Si estás pensando que tiene algo que ver con la muerte de Daniel, olvídalo–dijo con tono tranquilizador.
    Si dijera que sus palabras y el tono sincero no me tranquilizaron, mentiría, pero, aunque no se tratase de Daniel. Fue estúpido por mi parte pensar en esa posibilidad, que yo supiera, en comisaría nadie conocía nuestra relación, ni siquiera mis amigos sabían a que se dedicaba mi novio “muerto” sólo María y Tania tenían esa información.
    –¿Entonces qué quería? –volví a insistir. Mi padre me mantuvo la mirada en un intento inútil de intimidarme. A esas alturas debería saber que los trucos que empleaba cuando tenía cinco años ya no funcionaban.
    Lo vi suspirar cansado, frotarse los ojos con fuerza y pasarse las manos por el pelo. Parecía resignado a tener que contármelo si no quería tenerme noche y día encima de él hasta que me dijera la verdad.
    –Antes de nada, prométeme que no le dirás nada a tu madre–asentí sin apartar la mirada de él. –Ese hombre vino a decirme que la muerte de tu hermano no fue un accidente, sino provocado–me quedé en estado de shock. Oía a mi padre llamarme, pero realmente no le escuchaba, no era capaz de articular ni una sola palabra, de mover un solo musculo de mi cuerpo. No podía ser cierto, ese agente debía estar confundido, mi hermano no tenía enemigos, ¿por qué iban a querer matarle? Además, Daniel participó activamente en el caso de mi hermano, si hubiese sido provocado él me lo habría dicho. ¿Estás segura?
    Conseguí volver en mí misma, recuperando todo el aire que le habían faltado a mis pulmones. Miré a mi padre que parecía preocupado, incluso se había levantado y colocado a mi lado.
    –¿Qué más te dijo? –pregunté con un hilo de voz.
    –Raúl estaba metido en asuntos de drogas y algo debió ir mal. Según me dijo todo apunta a un ajuste de cuentas-la voz de mi padre se quebró, de mis ojos escaparon dos lágrimas que recorrieron mis mejillas hasta esconderse en el hueco de mi cuello.
    No podía ser cierto, mi hermano no era ese tipo de chicos. Si hubiese estado metido en líos como esos me lo habría contado, él siempre me lo contaba todo o al menos yo me había dado cuenta de que algo no iba bien, pasábamos muchísimo tiempo juntos, lo sabía todo de él, absolutamente todo. Repito ¿Estás segura?
    Antes de marcharme mi padre me hizo prometer de nuevo que no le diría nada de lo que me había contado a mi madre. No era necesario que insistiera tanto en que lo hiciera, por supuesto que no lo haría, soltarle una bomba como aquella sería como retroceder en el tiempo, la destruiría y no sabía cómo podría afectar aquello a nuestra nueva relación, pensar en la posibilidad de volver a perderla hizo que un escalofrió me recorriera la espalda.
    Necesitaba respuestas a todas las preguntas que pasaban por mi cabeza. Después de insistir más de media hora conseguí que me dijera el nombre de ese policía, probablemente no me lo quería decir porque se imaginaba mis planes. Necesitaba urgentemente respuestas por lo que estaba totalmente decidida a plantarme en comisaría y encontrar a ese hombre para que me diera todas y cada una de las respuestas que necesitaba.
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    ¡Hola jugadora o jugador!

    Si eres nuevo, te informaré de que «Jugando con fuego es la segunda parte de «Jugando con la ley» más abajo os dejaré los links para que podaís leer la primera parte.
    ¡Nos leemos!

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    Prólogo https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley/
    Capitulo 1: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-2/
    Capitulo 2: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-2-una-no-oferta-y-una-fantasia/
    Capitulo 3: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-3-un-sirope-y-escalofrios/
    Capítulo 4: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-4-control-de-alcoholemia-y-el-salto-del-tigre/
    Capítulo 5: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-5-un-deseo-desvelado-y-ojos-dilatados/
    Capítulo 6: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-6-un-hombre-de-champions-league-y-ajustar-cuentas/
    Capitulo 7: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-7-una-orden-y-un-limite/
    Capítulo 8: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-8-un-trago-de-cerveza-y-una-detencion/
    Capítulo 9: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-9-una-risita-y-una-noche-divertida/
    Capítulo 10: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-10-una-pared-fria-y-sospechas-confirmadas/
    Capítulo 11: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-11-mayday-mayday-houston-tenemos-un-problema/
    Capítulo 12: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-12/
    Capítulo 13: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-13-una-camiseta-peculiar-y-una-tumbona/
    Capítulo 14: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-14-un-loro-chillon-y-veinte-segundos/
    Capítulo 15: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-15-y-16/
    Capítulo 17 y 18: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-17-y-18/ç
    Capítulo 19 (final) https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulo-final/

    links «jugando con fuego»

    Capítulo 1: https://weloversize.com/topic/jugando-con-fuego-cap-1-2a-parte-de-jugando-con-la-ley/

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    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #270581

    quiero más!!

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