Jugando con fuego. Cap. 4: Sangre en los labios.

Inicio Foros Querido Diario Relatos Jugando con fuego. Cap. 4: Sangre en los labios.

  • Autor
    Entradas
  • Ilenia
    Invitado
    Ilenia on #280061

    Capítulo 4: Sangre en los labios.

    –Quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre lo que pasó con mi hermano y por favor, basta de mentiras–ojalá María no hubiera estado en el piso. Ver a Daniel allí reprochándome que hubiera estado en comisaria sabiendo que llevaba meses mintiéndome a la cara descaradamente hizo que la sangre me hirviera.
    Él sin embargo intentó mantenerse impasible, pero por unos segundos pude ver la sorpresa reflejada en sus ojos, le conocía mejor de lo que se pensaba.
    –¿A qué te refieres? –era realmente un mentiroso experto. Respiré hondamente en busca de calma, apreté los puños con toda mi fuerza, lo último que debía hacer era ponerme a gritar, aunque fuera lo que deseaba con todas mis ganas, gritarle y desahogarme.
    –A las drogas, el motivo de su muerte, la mafia, ¿Quieres que siga o vas a dejar de una maldita vez de mentirme? –alcé un poco el tono de voz, pero era apenas normal, no estaba mentalmente capacitada para mantener una conversación de tal calibre en voz baja, me sentía como si la rabia me comiera para después escupirme.
    –¿Qué te han contado? –por la expresión de su rostro era más que obvio que estaba enfadado, pero intentaba mantener la compostura.
    –Las preguntas no las haces tú, inspector–cerró los ojos un par de segundos y resopló cuando le nombré su puesto de trabajo. Probablemente en ese instante se dio cuenta de que sabía más de lo que él se esperaba.
    –Está bien. Te lo contaré todo, pero antes necesito que me digas si has notado algo extraño últimamente.
    –Déjate de estratagemas y responde, ¡joder! –no sabía que tenía tanta paciencia, estaba orgullosa de mi autocontrol.
    –Alejandra te voy a contestar, pero por favor, piensa y respóndeme, es importante.
    –¿A qué te refieres con algo extraño? –a diferencia de él, quise colaborar para que ambos pudiéramos llegar a un punto.
    –¿Has notado si te han seguido? ¿Te has sentido observada? ¿Algo ha cambiado en tu día a día, por mínimo que sea? –estaba tan serio que me asusté un poco. ¿Me habían estado siguiendo?
    –A parte de un novio mentiroso, no me ha pasado gran cosa–me senté en la silla de mi escritorio. No iba a mostrarle mi debilidad, quería estar enfadada con él hasta que me diera un buen motivo para no estarlo.
    –Haz un esfuerzo y piensa.
    –No lo sé Daniel, ¿Qué quieres qué te diga? Tanía se marchó a vivir con su padre, María ahora vive conmigo y mantiene una extraña y sexual relación, de repente Sandra tiene una tía que se ocupa de ella, me topé con un chico desagradable en el garaje de mis amigos, en comisaría un policía fue muy pesado.
    –Espera, repite lo último–me interrumpió y se acercó mirándome fijamente a los ojos. ¿Qué diablos le pasaba? ¿Acaso eran celos? No podía negar que su mirada me puso tan nerviosa que tuve que levantarme de la silla y poner distancia entre nosotros.
    –Estuve en comisa…
    –No eso no, lo del chico desagradable–volvió a acercarse y mi corazón dio un vuelco. Así era imposible concentrarse en nada.
    –Sólo es un chico nuevo del grupo de mis amigos. ¡Deja de volverme loca y explícamelo todo desde el principio para que pueda entenderte! –finalmente exploté, pero no al nivel que me hubiera gustado.
    –Tu hermano era un camello, pero no vendía la droga de cualquier tipo, la mafia italiana no es precisamente una broma–se sentó en la cama sin apartar la mirada de mí, sabía perfectamente que me estaba analizando, quizás para decidir hasta donde contarme, pero lo que él no sabía era que yo no lo dejaría marcharse hasta que me quedara conforme.
    –Continúa–le apremié. Volví a sentarme en la silla por seguridad.
    –Al principio era uno más, en poco tiempo su jefe comenzó a tenerle más en cuenta y tu hermano se sintió poderoso pero los cargamentos y por ende el peligro eran cada vez mayores. Tu hermano se metió en un círculo vicioso del que no sabía cómo salir. Un día decidió plantar cara y decir que lo dejaba, pero por supuesto eso no iba a pasar, le amenazaron con matar a su familia y ese fue el detonante para avisar a la policía. En ese entonces yo sí era un agente de policía que participaba en la misión. Raúl nos dio un chivatazo de donde se iba a producir la descarga de un fuerte alijo de droga y armas ilegales, pero se nos fue de las manos, hubo un tiroteo y el hijo de Conte murió. Por eso ordenó la muerte de tu hermano, por eso y por todo el dinero que perdió. –hizo una pausa y suspiró profundamente. Sabía que aún no me lo había contado todo, pero necesitaba que lo hiciera, no estaba preparada, pero era mejor así.
    –Sigue por favor–de mi garganta salió un hilo tembloroso de voz. Daniel hizo ademán de acercarse a mí, pero un gesto con mi mano fue suficiente para que no lo hiciera, no debía venirme abajo antes de tiempo.
    –Te están vigilando y muy probablemente ese tipo que has mencionado sea el topo–no entendía nada.
    –¿Para qué diablos van a vigilarme ese Conde?
    –Conte–me corrigió
    –¡Me da igual como se llame! Mató a mi hermano, consiguió lo que quería, ¿Qué vigilan? ¿Las flores que llevo a su tumba? –me levanté de la silla y me llevé las manos a la cara, me sentía totalmente sobrepasada. Un momento. Me giré desconcertada hacía Daniel, tenía las manos entrelazadas y miraba fijamente al suelo. El corazón comenzó a latirme tan rápido que pensé que se me iba a salir del pecho. –Daniel, mi hermano está muerto, no necesitan vigilarme–afirmé cada palabra a cámara lenta, pero él seguía sin mirarme. Me puse delante de él, pero seguía sin moverse. Antes de que consiguiera pronunciar palabra se levantó y me obligó a sentarme en la cama, se puso de rodillas frente a mí y entrelazó sus manos con las mías.
    –Mi amor, lo siento–su voz fue un susurro que partió mi corazón.
    –Dilo de una vez–aparté sus manos de las mías.
    –Tu hermano no está muerto– intenté levantarme de la cama, pero me lo impidió. Comencé a sentir la falta de aire en mis pulmones, sus palabras fueron como una daga directa al corazón. Quería hacer un millón de preguntas, pero no conseguía articular palabra. Supe que estaba llorando cuando sentí las lágrimas mojar la piel de mis mejillas, respiraba con fuerza intentando recuperar el control de mi cuerpo, pero no podía, era demasiado, más de lo que podía soportar en una sola noche.
    –No puede ser. Yo le abracé, ¡estaba muerto joder, no respiraba! –la rabia fluía por todo mi cuerpo. Conseguí levantarme de la cama y mi llanto se intensificó, Daniel fue en mi busca, me atrapó entre sus brazos, pero le rechacé porque no necesitaba su consuelo, sino entender por qué había estado llorando durante más de dos años en una tumba vacía, no podía creer el infierno tan gratuito que había sufrido ¡No tuve madre durante dos malditos años! ¡No tuve nada!
    Caí al suelo de rodillas y lloré como nunca antes lo había hecho al darme cuenta de la gran mentira que era mi vida. Sentí los brazos de Daniel rodearme y esta vez no fui capaz de rechazarle, me aferré a él y lloré en su pecho.
    Me ayudó a ponerme en pie y me llevó hacía la cama donde me sentó y continuó abrazándome, trasmitiéndome una tranquilidad que no conseguía llegar a mí.
    –Alex escúchame–atrapó mi cara entre sus manos y me obligó a mirarle. –No sé cómo, pero han averiguado que tu hermano está vivo. Conte ha puesto a todos sus hombres a buscarlo y a vigilar a todo aquel con el que tenga relación.
    –Mis padres–vinieron a mi mente como un rayo y de nuevo la respiración empezó a faltarme.
    –Tranquila, tenemos a tus padres cubiertos.
    –Por eso hay un coche vigilando a mi padre cuando está en su trabajo
    –¿Qué? –parecía bastante desconcertado.
    –Sí, no es un coche oficial, pero es bastante obvio que es de policía, no sois muy discretos.
    –Bueno, mientras cumplan con su trabajo lo demás no importa–parecía molesto, pero no le di mayor importancia porque necesitaba seguir haciendo preguntas.
    –¿La explosión la ordenó Conte? –volvió a quedarse mudo y me di cuenta de que me ocultaba algo, me sentí tan frustrada, deseaba que las mentiras entre nosotros se acabaran. Me aparté de él y fui a sentarme de nuevo en la silla de mi escritorio, no quería tenerle cerca pero tampoco me sentía con fuerza para seguir aguantando la conversación de pie. Él también se levantó del suelo, pero no se sentó en la cama, se limitó a mirar mi estantería de libros.
    –Cuando te dije que tenía que cumplir con un traslado no te estaba mintiendo–se giró y me miró a los ojos. –Pero no eran asesinos, estábamos trasladando a tu hermano porque habían descubierto donde se escondía. La furgoneta la explotamos nosotros, la bomba la pusieron los hombres de Conte, pero antes de arrancar siempre revisó minuciosamente los vehículos y me di cuenta del artefacto, era una buena oportunidad y decidimos aprovecharla. Volamos la furgoneta y volvimos a fingir la muerte de tu hermano, esta vez incluyendo la mía y la de mi compañero–aun no entiendo como conseguí no desmayarme. Todo parecía tan irreal, como si alguien con el corazón de hielo escribiera nuestras vidas y su mente retorcida sólo fuera capaz de crear dolor.
    –¿Por qué tardaste tanto en ponerte en contacto conmigo? –me masajee las sienes en busca de tranquilidad, desde hacía unos minutos un fuerte dolor se había instalado en mi cabeza. Sabía que era el momento de parar, pero no quería hacerlo.
    –Porque no debería haberlo hecho–volvió a arrodillarse frente a mí. –Pero me imaginé por lo que estarías pasando y no lo pude evitar, yo no quería que esto pasara. No sé hasta qué punto saben de ti, no sé si únicamente te vigilan por ser su hermana o si saben algo de nuestra relación. Alex es muy importante que no le cuentes nada a tu amiga, a tus padres, a nadie–no era estúpida, entendía perfectamente los motivos por los que debía mantener la boca cerrada, pero seguir manteniendo a mis padres en esa mentira me parecía demasiado cruel.
    Daniel seguía de rodillas frente a mí, parecía esperar una reacción por mi parte, pero en realidad no tenía ni idea de que más decir, mi mente estaba en blanco, haciendo un esfuerzo sobrehumano por procesarlo todo antes de que me volviera loca.
    –Quiero ver a mi hermano–quizás sí que me había vuelto loca, pero lo necesitaba imperiosamente, casi había olvidado como era su voz. Daniel en principio no reaccionó, pero cuando procesó mis palabras, se levantó y se alejó de mí.
    –No–se limitó a decir evitando mirarme a los ojos, supuse que no quería que viera la ira que escondía tras ellos, probablemente deseaba gritarme si me había vuelto loca o algo por el estilo, pero él debía entenderlo, por más que le costara.
    –Es mi hermano–intenté mantener la calma, había algo en el hecho de que no me mirara que me molestaba.
    –¿Es qué no lo entiendes? Están buscando a tu hermano para matarlo, el mínimo error que cometamos podría acabar en desastre–habló con tal obviedad que por unos segundos me hizo sentirme tonta. Decidí no insistir más pero únicamente por el momento.
    –Está bien, se hará como tú digas, ahora vete de mi casa, no tienes nada más que hacer aquí– me puse en pie señalándole la puerta, aunque en realidad no estaba muy segura de cómo había entrado.
    Noté como se tensó, parecía una estatua de yeso en mitad de mi habitación. No sabía si estaba así porque contarme toda la verdad le había dejado mentalmente agotado como a mí, o si el hecho de que le estuviera echando era algo que no se esperaba que pasara.
    Quizás al día siguiente me arrepintiera por tratarle así, podía llegar a comprender que todo lo había hecho había sido para protegerme, pero hubo muchas situaciones que vivimos que se podría haber ahorrado, no paraba de venir a mi cabeza la imagen del día que le mostré el cuarto de Raúl, como dijo que nos parecíamos, como si fuera algo que él no supiera sin necesidad de observar ninguna fotografía. Me hizo demasiadas preguntas para las cuales él ya conocía la respuesta.
    –Si quieres adoptar esa actitud infantil adelante, yo sólo intentaba protegerte–no quería estallar, no quería recriminarle nada de lo que estaba pasando por mi cabeza, pero no me lo estaba poniendo nada fácil. No tenía ningún derecho a hacerse el digno.
    –¿Sí? Y la mejor forma de protegerme es haciéndome creer que estás muerto, hacerme sufrir como lo hice hace más de dos años y luego enviarme una misteriosa carta para quitarme el sueño por las noches por no saber si estabas vivo o muerto o cualquiera de las mil cosas que se me han pasado por la cabeza en todo este tiempo. Gracias inspector–estaba dolida y si seguía provocándome íbamos a acabar muy mal.
    –No eres la protagonista. Yo también lo he pasado muy mal sin ti. Han intentado matarme ¿recuerdas? –con su sarcasmo lo único que conseguía era que me hirviera más la sangre.
    –Pues aprende a hacer las cosas mejor–dije golpeándole el pecho con el dedo índice, no le hacía daño, pero por su expresión sabía que le molestaba bastante.
    –Perdóname si no te gusta como trabajo, a mí me encanta tener al jefe de la mafia italiana detrás de mi cabeza para cortármela–ese comentario realmente me dolió.
    –Tranquilo, para lo que la usas, no será una gran pérdida–volví a clavarle el dedo en el pecho repetidas veces
    –¡Para ya con el dedito! –agarró mi dedo y lo apartó de su pecho
    –¡Parare si me da la gana! –volví a hincarle el dedo pero esta vez en las costillas, quizás sí que me apetecía hacerle un poquito de daño.
    –Necesitas que te enseñen modales–estaba realmente enfadado, me miraba como creía que no lo había hecho nunca.
    –Atrévete–le reté. Me agarró por mi brazo derecho y tiró de él para pegarme por completo a su cuerpo. Me tenía atrapada entre sus brazos, intenté forcejear, pero por supuesto era mucho más fuerte que yo.
    Estampó sus labios contra los míos con fuerza, exigiéndome que le correspondiese, pero no lo hice, forcejeé lo suficiente hasta que conseguí zafarme, pero no pude más, le agarré por las solapas de la camisa para atraerlo hacía mí y lo besé con desesperación, como si me quisiera meter dentro de él.
    Le empujé y cayó sobre la cama, me senté a horcajadas sobre él. Se te ha olvidado preguntarle porque se acercó a ti si tan peligroso era. Me quité la camiseta quedándome en sostén, se incorporó para abalanzarse sobre mis pechos mordiéndolos con cuidado por encima de la tela. Quise gemir, gritar por todo el deseo que recorría mi piel, pero debía controlarme. ¡Oye! ¡Aterriza que no le has preguntado!
    Me moví sobre su entrepierna, la cual ya estaba exageradamente abultada, quería provocarlo y hacerlo sufrir. De un solo movimiento, hizo caer mi sujetador al suelo, y mis pechos quedaron expuestos a él. Bueno… ya se lo preguntarás otro día ¡quítale la camisa!
    Lamió mi pecho derecho y yo me aferré a su pelo incitándole a que continuara mientras yo prácticamente le arrancaba la camisa.
    Empujé su pecho y volvió a caer sobre el colchón de mi cama. Nos miramos por unos segundos a los ojos, la intensidad de su mirada hizo que me estremeciera de pies a cabeza. Bajé hasta su pecho con las manos, jamás me cansaría de admirarlo y acariciarlo. Sustituí las manos por mi boca, cerró los puños con fuerza, supongo que para evitar hacer demasiado ruido.
    Yo quería deleitar mi boca con su cuerpo, pero él era incapaz de mantenerse quieto, lo que dificultaba mi tarea.
    De un solo movimiento, hizo que rodáramos en la cama para ponerse encima de mí. Bajó las manos hasta el cierre de mis pantalones y no paró hasta que estuve completamente desnuda ante su atenta mirada.
    Introdujo dos dedos en mi interior sin apartar los ojos de los míos, consiguiendo crear una unión que me excitaba más. Estuve a punto de gritar, pero fue rápido y ahogó mi gemido con un tierno beso.
    No estaba siendo tan salvaje como al principio, en unos segundos algo había cambiado entre nosotros, los besos duros y salvajes habían cambiado por unos suaves, llenos de ternura y amor que me derritió. Daba igual lo enfadada que estuviera, que hubiese muchas cosas que aún no entendía, lo amaba con todo mi corazón.
    Terminó de desnudarse, se colocó la protección y se acomodó sobre mis piernas haciéndome sentir su hombría rozando mi cavidad. Estaba temblando por el deseo que sentía por él.
    Me penetró con cuidado y el aire escapó de mi cuerpo, por más que lo intentará, jamás encontraría las palabras adecuadas para describir cómo me sentí en ese instante
    –Abre los ojos–estaba tan sumergida en el placer que no reaccioné a su petición hasta que la repitió por tercera vez. Tenía los labios humedecidos, la frente impregnada en sudor y sus ojos proyectaban un brillo especial. –Necesito decirte algo estando así. Siento muchísimo todo lo que ha pasado. Solo pensé en mantenerte apartada de todo esto porque si te pierdo me muero. Te dejé pasar por todo ese dolor por evitármelo a mí mismo, fui un egoísta y lo siento–no quería llorar, pero sus palabras no me lo estaban poniendo nada fácil
    –No has sido egoísta. No ha sido fácil para ninguno–acaricié su rostro y como muchas otras veces me perdí en el océano de oscuridad que eran sus ojos.
    –Te amo con toda mi alma–me embistió con fuerza y un grito ahogado escapó de mi garganta. Comenzó a moverse con ritmo acompasado sobre mí. Sin dejar de moverse, volvió a mis pechos, besó y lamió mis pezones produciéndome múltiples descargas en mí espina dorsal.
    Aceleró el ritmo de sus embestidas y creí que me iba a morir. Mordí su cuello ahogando en el todo lo que se aproximaba, no sabía cómo iba a controlar todo ese oleaje de placer. En la última estocada todo arrasó conmigo, mi alma escapó por unos segundos de su sitio. A los segundos lo noté temblar y apretar los puños contra la almohada en un intento desesperado por no hacer ruido.
    Saboreé mis labios y noté un sabor desagradable. Me limpié con el dedo y vi sangre, automáticamente dirigí la mirada hacía el cuello de Daniel y me quedé callada. Mis dientes estaban marcados en su cuello, le acaricié la herida y él se quejó.
    –Lo siento–me sentía un poco avergonzada.
    –No importa, sólo dilo–parecía preocupado y yo sabía perfectamente a lo que se refería.
    –Te quiero–me acerqué y sin importar que en mis labios estuviera su sangre, le besé para sellar mis palabras.
    .
    .
    .

    Has llegado al final del capítulo. Si lo deseas puedes compartir tus ingeniosos comentarios.
    .
    .
    .

    Links «Jugando con la ley» (Primera parte)

    Prólogo https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley/
    Capitulo 1: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-2/
    Capitulo 2: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-2-una-no-oferta-y-una-fantasia/
    Capitulo 3: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-3-un-sirope-y-escalofrios/
    Capítulo 4: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-4-control-de-alcoholemia-y-el-salto-del-tigre/
    Capítulo 5: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-5-un-deseo-desvelado-y-ojos-dilatados/
    Capítulo 6: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-6-un-hombre-de-champions-league-y-ajustar-cuentas/
    Capitulo 7: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-7-una-orden-y-un-limite/
    Capítulo 8: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-8-un-trago-de-cerveza-y-una-detencion/
    Capítulo 9: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-9-una-risita-y-una-noche-divertida/
    Capítulo 10: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-10-una-pared-fria-y-sospechas-confirmadas/
    Capítulo 11: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-11-mayday-mayday-houston-tenemos-un-problema/
    Capítulo 12: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-12/
    Capítulo 13: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-13-una-camiseta-peculiar-y-una-tumbona/
    Capítulo 14: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-cap-14-un-loro-chillon-y-veinte-segundos/
    Capítulo 15: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-15-y-16/
    Capítulo 17 y 18: https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulos-17-y-18/ç
    Capítulo 19 (final) https://weloversize.com/topic/jugando-con-la-ley-capitulo-final/
    .
    .
    .
    Links «Jugando con fuego» (Segunda parte)

    Capítulo 1: https://weloversize.com/topic/jugando-con-fuego-cap-1-2a-parte-de-jugando-con-la-ley/
    Capitulo 2: https://weloversize.com/topic/jugando-con-fuego-cap-2-estas-segura-repito-estas-segura/
    Capítulo 3: https://weloversize.com/topic/jugando-con-fuego-cap-3-una-mentira-y-un-perro-que-hace-la-croqueta/

    Responder
    Silviosa
    Invitado
    Silviosa on #280296

    Guau, la espera ha merecido la pena, me has dejado sin palabras ;)

    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #280536

    JOpe, vaya vuelco ha dado la historia!! me tienes enganchada, no…lo siguiente!

    Responder
    Bibi
    Invitado
    Bibi on #283376

    Hola Ilenia, quería decirte que ayer andaba en una tarde aburrida y como sé, y llevo muchísimo tiempo siguiendo WLS, que existía el foro para relatos me metí a ver que podía leer y disfrutar de la magnífica mano que tenéis muchas (ojalá yo).
    Lo que quería comentarte es que empecé jugando con la ley y en cuestión de un par de horas o tres me había puesto al día incluso con jugando con fuego. Me parece que escribes muy bien (aunque algunas veces halla algunos errores de repetición de palabras), hilas super bien y saber transmitir muy bien. Lloré bastante con la muerte de Ross y también cuando su madre volvió a su vida, y no suelo llorar con cualquier libro, así que te animo a que sigas escribiendo, y nos sigas dando capítulos, que tengo muchas ganas de ver como avanza la cosa, que se ha puesto bastante interesante.
    Mucho ánimo y enhorabuena!

    Responder
    MarSoñadora
    Invitado
    MarSoñadora on #290709

    ¡CAPITULAZO! Soy muy muy fan de esta saga. ¡Sigue así!

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 5 entradas - de la 1 a la 5 (de un total de 5)
Respuesta a: Jugando con fuego. Cap. 4: Sangre en los labios.
Tu información: