Marcos y Lucía: capítulo 18 (FINAL)

Inicio Foros Querido Diario Relatos Marcos y Lucía: capítulo 18 (FINAL)

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #222894

    Marcos entró en el salón, dejó la cazadora en una silla y se sentó en la barra de la cocina.

    -¿Sabes? Tienes un don para aparecer siempre en mis cumpleaños cuando los paso sola. Es la segunda vez que lo haces.
    -Siento haberme presentado así, ni siquiera pensé que podrías estar con alguien.
    -Marta este año no podía venir, por eso fuimos a verla a Madrid, y si no estamos las cuatro, las cenas navideñas no son lo mismo.
    -Te he traído algo- dijo entregándome un paquete envuelto.
    -Gracias, pero no era necesario.
    -Era lo mínimo que podía hacer ya que me he presentado sin avisar.

    Dentro del paquete había un libro, pero no uno cualquiera, era una edición especial de La sombra del viento.

    -Viene con ilustraciones, pensé que te gustaría- dijo.
    -¡Me encanta! Este libro es muy especial para mí, gracias- sonreí- Oye ¿has cenado?
    -No, he salido de trabajar y he venido directo aquí.
    -Yo iba a cenar ahora, si te apetece puedes acompañarme.

    Añadí un cubierto a la mesa, le serví una copa de vino y nos sentamos a cenar.
    Mientras cenábamos hablamos sobre el trabajo, me preguntó cómo había pasado el día y me contó que él tenía libre hasta después de Navidad y había venido a pasar estos días con sus padres.
    Yo intentaba actuar de manera natural como si aquella situación fuera algo de lo más normal, pero la verdad era que estaba super nerviosa.
    No sabía por qué Marcos había aparecido así de pronto y aunque unos días antes habíamos pasado la noche juntos, no podía obviar el tiempo que llevábamos sin vernos y las cosas que habían pasado entre nosotros.
    Rellené la copa de vino al menos dos veces más, mientras Marcos no había terminado aún la primera y me miraba sonriendo.
    Con los años, y la costumbre, para qué negarlo, toleraba bastante bien el vino, pero a veces me soltaba un poco la lengua.

    -Veo que tienes sed- comentó divertido.
    -¿Cuántos años hace que nos conocemos?- pregunté.
    -Casi 6- dijo- aunque la mitad del tiempo no nos hemos visto.

    El tono de su voz fue un poco más amargo al final de su respuesta.

    -Después de tantos años, sigo poniéndome nerviosa cuando te veo y el vino ayuda a calmar los nervios.
    -Lo disimulas bien.
    -Y tú mientes fatal, me conoces de sobra y diría que incluso te has aprovechado de eso más de una vez para divertirte- respondí.
    -Tienes razón, siempre me ha gustado provocarte.

    Recogí la mesa y me dispuse a fregar los platos cuando me di cuenta de que la radio aún seguía encendida y en ese momento empezó a sonar una canción que reconocí al instante.
    Me dejé llevar unos segundos por la música, recordando el momento exacto en que la había escuchado por primera vez unos días antes, mientras iba en el coche con Marcos en dirección a su casa.
    Marcos se había sentado de nuevo en la barra de la cocina y me miraba fijamente mientras yo seguía distraída pensando en aquella noche.
    Se aclaró la garganta, con la clara intención de sacarme de ese trance y en cuanto fui consciente de la situación, apagué la radio.

    -¿Vas a contarme por qué has venido?- dije.
    -¿Por qué has quitado la radio?
    -He preguntado yo primero.
    -Dime por qué has quitado la radio y te respondo.

    Le miré y al ver su gesto, supe que él también había reconocido aquella canción.

    -Porque me recuerda cosas en las que no debería estar pensado ahora.

    Sonrió mordiéndose el labio, y a mí me temblaron las piernas.

    -Bueno, dime ¿por qué estás aquí?

    Marcos de pronto se puso serio e hizo un gesto, señalando un taburete, dejé los platos en la encimera y me senté a su lado.

    -Estoy aquí porque creo que deberíamos hablar. No podemos acostarnos después de estar tres años sin vernos y hacer como si nada hubiera pasado. Al menos yo no puedo. No sé lo que significó para ti, igual tú crees que fue cosa de una noche, pero para mí fue mucho más.

    Marcos hizo una pausa, intentando ordenar las palabras, tenía mucho que decir.
    Suspiró y continuó hablando.

    -He venido todo el camino pensando en las cosas que quería decirte, pero no servirán de nada si antes no me respondes a algo. ¿Aún me quieres Lucía? Porque esa noche creí que sí, al menos así lo sentía. Pero no lo dijiste, te dije que te quería y no dijiste nada. Y ahora necesito saberlo, porque si la respuesta es que no, entonces no tiene sentido que siga aquí.
    -¿Crees que habría pasado esa noche contigo de no ser así? Pensé que no necesitabas escucharlo para saberlo, pero debí decírtelo y cuando volví a casa el lunes, fue de lo único que me arrepentí. Estemos juntos o no, y pase lo que pase entre nosotros, claro que te quiero Marcos, nunca he dejado de hacerlo.

    Ahora que había pasado el tiempo, estaba segura de que esa era la verdadera razón por la que nos separamos, porque nos queríamos de verdad y tomamos juntos esa decisión porque necesitábamos tiempo para convertirnos en las personas que éramos ahora, las que realmente queríamos ser.
    Y esa noche que pasamos juntos, fue la confirmación de que hicimos lo correcto porque al reencontrarnos, pudimos comprobar que los dos estábamos mejor, habíamos llegado hasta ese momento limpios de todo lo malo.
    Al menos en eso no nos habíamos equivocado, por muy duro que hubiese sido separarnos.
    Antes de que Marcos siguiera hablando, quise decirle algo más.

    -Es evidente que nos atraemos, y cuando nos vimos en Madrid, puede que le diéramos más importancia a eso que al resto de cosas durante unas horas, porque el sexo también forma parte de quiénes somos cuando estamos juntos. Pero tengo claro que no fue solo sexo. Era casi imposible encontrarnos, y aun así sucedió y fue especial, porque entre nosotros siempre hubo algo especial, esa noche también significó mucho para mí, y necesito que lo sepas.

    Marcos sonrió al escucharme y su gesto, que unos minutos antes estaba tenso, pareció relajarse un poco.
    Se acomodó en el taburete y colocó su mano sobre la mía.

    -Lucía quiero que me escuches, porque necesito decirte algo y es importante para mí. Sé que tu sacrificaste mucho más que yo y tuviste que aguantar muchas cosas que no te merecías. Para mí siempre fue fácil estar a tu lado, tú lo hacías fácil, y sé que no puedes decir lo mismo de mí, sé que te hice daño.
    -Todo lo que hice, lo que aguanté o lo que sacrifiqué, fue por amor, y a pesar de que las cosas no terminaron como deseaba, no me arrepiento Marcos, lo hice porque te quería. El daño que pudimos hacernos, ya forma parte del pasado. Ni tu ni yo éramos los que somos ahora, eso lo sé.
    -Todos estos años me han servido para cambiar, para corregir todas esas cosas que no me gustaban. Ahora tengo claro lo que quiero, he conseguido tener una vida estable, intento hacer las cosas bien, intento volver a ser yo, pero tenías razón la otra tarde cuando dijiste que me faltaba algo. Me falta todo lo que sentía cuando estaba contigo. Durante esas horas que pasamos juntos en Madrid, recuperé una parte de todo eso, pero necesito más.

    Sabía perfectamente de lo que estaba hablando, porque yo también me sentía así.
    La misma sensación de vacío nos había acompañado a los dos durante todo este tiempo.

    -Te extraño Lucía, extraño tu sonrisa, tu voz, tus besos, extraño mirarte a los ojos y poder tocarte. Extraño tus manías, hasta extraño que te enfades conmigo, y cuando me di cuenta de que extrañaba incluso las cosas que menos me gustan, fue cuando supe que no podía vivir sin ti. Lo intenté, pero no funcionó.

    Me latía el corazón a mil por hora ¡quería decirle tantas cosas!
    Se me amontonaban las palabras en la garganta queriendo salir, pero Marcos hizo un gesto, aún tenía algo más que añadir y quise dejarle terminar.

    -Hace tres años nos separamos porque no era nuestro momento, pero ¿y si lo es ahora? No puede ser casualidad Lucía, contigo nunca nada fue una casualidad. Nos equivocamos una vez, pero ahora todo es diferente, el momento es diferente. Te quiero y quiero estar contigo, me has escuchado decirte muchas veces que quería tenerte cerca y eso no ha cambiado. No quiero rendirme cuando sé que tenemos otra oportunidad, nos la debemos. Esta vez puede funcionar, lo creo de verdad y al menos yo estoy dispuesto a intentarlo. No he venido aquí para tratar de convencerte de nada, pero necesitaba decirte todo lo que siento. Ahora que ya lo sabes, la decisión es tuya.
    -He querido interrumpirte varias veces mientras hablabas porque había muchas cosas que yo también quería decirte, pero al final todas se reducen a una sola. Si de algo puedo estar segura después de todo este tiempo, es de que te quiero tanto que yo tampoco puedo vivir sin ti.
    -Y entonces ¿por qué seguimos perdiendo el tiempo?

    Me levanté y me abracé a él, tan fuerte como pude, tan fuerte como nunca, esta vez no quería dejarle marchar, esta vez le quería así, conmigo y para siempre.
    Marcos me rodeó con sus brazos y entonces lo sentí, todo el vacío en mi interior se llenó con ese abrazo y ese nudo en la garganta que me había acompañado en los últimos tres años de mi vida, por fin se deshizo.
    Sujeté su cara entre mis manos, sus ojos brillaban de nuevo y su sonrisa amplia, confiada, sugerente, pícara y seductora, dulce y descarada a la vez… esa sonrisa que expresaba tantas cosas, la misma que vi el primer día y de la que me enamoré, también continuaba ahí y era mía.
    Le besé tímida, como si fuera la primera vez.

    -Quiero temblar cuando estás cerca, quiero sentir escalofríos cuando me acaricias, y sonrojarme cuando me besas, quiero que me sonrías y que me provoques, y quiero sentir deseo. Lo quiero todo contigo Marcos, quiero sentirme siempre así, como si cada día fuera la primera vez que te veo.
    -Si quieres tener todo eso, solo se me ocurre una cosa que podemos hacer.

    Marcos se acercó a la mesita del salón y encendió el portátil.

    -¿Quieres que baile contigo ahora?- dije sorprendida- pensé que te referías a… otra cosa.

    Sonrió mientras seguía buscando en el reproductor.

    -Eso podemos hacerlo después.

    Comenzó a sonar Soñar contigo de Zenet y sonreí acercándome a él, acomodándome entre sus brazos mientras comenzamos a bailar.

    Déjame esta noche… soñar contigo,
    déjame imaginarme en tus labios los míos,
    déjame que me crea que te vuelvo loca,
    déjame que yo sea quien te quite la ropa,
    déjame que mis manos rocen las tuyas,
    déjame que te tome por la cintura,
    déjame que te espere, aunque no vuelvas,
    déjame que te deje tenerme pena.
    Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
    siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día.
    Qué bonito sería jugarse la vida, probar tu veneno,
    qué bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.
    Déjame presumir, de ti un poquito,
    que mi piel sea el forro de tu vestido,
    déjame que te coma solo con los ojos,
    con lo que me provocas yo me conformo.
    Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
    siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día.
    Qué bonito sería jugarse la vida, probar tu veneno,
    qué bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.
    Déjame esta noche… soñar… soñar… contigo.

    -Sabía que la habías reconocido.
    -¿Cómo no iba a hacerlo? Esta canción sonaba la noche que fuiste a mi casa. Y volvió a sonar esta noche. No puede ser casualidad.
    -Sabes que seguiremos cometiendo errores ¿verdad? Si algo sabemos uno del otro, es que no somos perfectos. ¿Cómo vamos a hacerlo Marcos? ¿Cómo vamos a conseguir que esto funcione?
    -Encontraremos la manera Lucía, nos queremos, y esta vez con eso, sé que será suficiente.

    No sé qué pasará entre nosotros a partir de ahora, solo sé que ese hilo rojo nunca se rompió y que ahora ya no tiene nudos ni enredos, va en línea recta de su corazón al mío.
    El destino existe y nos unió de nuevo, nos ofrecía otra oportunidad y no pensaba desaprovecharla.
    Esa noche bailamos y reímos, y hubo besos, caricias y promesas.
    Hicimos el amor, y las luces regresaron al cabecero de la cama.
    Nos quisimos como siempre y como nunca.
    Esa noche nos recuperamos.
    Éste era nuestro momento, volvíamos a ser Marcos y Lucía, volvíamos a ser nosotros.

    ……………………………………………………………………………………………………………..

    La cara de Lucía.
    Eso es lo que más recuerdo cuando pienso en la primera vez que la vi.
    Acababa de llegar a casa después de ocho meses de misión en Afganistán y estaba en la calle pasando el rato con Alberto, jugábamos con un coche teledirigido como si fuéramos dos niños pequeños y esa chica apareció de la nada.
    Perdí el control del coche y fue directo a sus pies.
    Salí corriendo para disculparme con ella y sonreí como un idiota, observando esa mirada profunda de ojos verdes y escuchando su risa nerviosa, mientras arrugaba la nariz y se le marcaban dos hoyuelos en la comisura de los labios.
    Entró en el bar y se quedó allí un rato hablando con mi padre.
    Lucía despertó mi curiosidad desde ese instante, quería saber su nombre, quería hablar con ella, quería conocerla y quería saberlo todo.
    Y ese fue mi propósito desde aquel momento.
    Lucía era clienta habitual del bar y eso me facilitó las cosas, nos veíamos con cierta frecuencia, y cogimos confianza, compartíamos algunas aficiones, sobre todo la lectura, y eso fue lo que más nos unió.
    Quedamos muchas veces para leer juntos y me costaba concentrarme cuando la tenía cerca.
    Con el tiempo descubrí una Lucía tímida y llena de inseguridades a la que le costó mucho dejarme entrar en su vida.
    Pero yo no tenía prisa, en pocos meses tuve muy claro que la quería en mi vida, pero tenía que ser ella la que decidiera cómo y cuándo sucedería.
    Lucía se convirtió en el centro de todos mis pensamientos.
    Una tarde me presenté en su casa y le llevé un libro, en realidad era una excusa, porque lo único que quería era verla.
    Pasamos unas horas juntos y al final de la noche solo podía pensar en besarla, pero no dejó que lo hiciera.
    A veces me desesperaban su indecisión y su desconfianza, pero aprendí a ser paciente con ella.
    Le dejé claro que me gustaba y esperaría el tiempo que fuera necesario hasta que ella decidiera qué era lo que quería.
    Pasábamos mucho tiempo juntos, nos hicimos amigos y entre nosotros había mucha complicidad.
    Ella siempre rechazaba mis propuestas, pero nunca dejé de insistir hasta que, en una ocasión, aceptó cenar conmigo.
    Su sonrisa, su mirada, las caras que ponía cuando hablábamos… Lucía era muy expresiva, todo en ella me atraía tanto que no pude resistirme al verla de espaldas a mí, moviendo las caderas al ritmo de la música y esa noche la besé por primera vez.
    Después de aquello tuvimos una conversación, Lucía no entendía por qué me gustaba tanto y yo no entendía por qué ella no podía ver lo mismo que veía yo.
    Me enamoré de Lucía, con ella sentía que podía tenerlo todo, para mí era perfecta incluso con esos defectos que ella creía tener.
    Me divertía mucho viendo sus reacciones y al final, provocarla se convirtió en una costumbre, algo que ella de vez en cuando también hacía conmigo.
    Lucía organizó una cena por su cumpleaños a la que Alberto y yo asistimos, los dos nos dejamos llevar por ese juego de provocación y esa noche terminamos acostándonos.
    Había imaginado muchas veces como sería estar con ella, pero fue aún más increíble de lo que nunca pensé.
    Lucia y yo conectábamos de una manera muy especial, única y en todos los sentidos.
    No quise que se sintiera presionada después de compartir esa noche, intenté que todo continuase con normalidad y mi actitud la llevó a confundirse un poco y a dudar de nuevo.
    Pero después de hablarlo creo que por fin conseguimos entendernos y un par de meses después comenzamos nuestra relación.
    Lucía confiaba en mí y me dejó entrar en su vida poco a poco.
    Compartimos cenas, conversaciones, secretos, vacaciones, días y noches juntos cumpliendo deseos y fantasías.
    Prometí no hacerle daño, prometí que siempre podría contar conmigo, prometí estar a su lado y no dejarla nunca sola.
    La quería de verdad, y aun así falté a mis promesas.
    El inicio de nuestra relación coincidió con algunos cambios que decidí realizar, dejé el ejército y comencé a preparar las oposiciones para policía.
    Mi vida se descolocó un poco y me costó mucho adaptarme al cambio, empecé a agobiarme y a sentirme un poco perdido, mi estado de ánimo cambiaba constantemente, pero a ella siempre se lo oculté, ya tenía bastantes preocupaciones en su vida como para tener que soportar las mías.
    Llegué a sentirme sobrepasado por la situación y cometí el peor de los errores, pagué mi frustración con Lucía durante varios meses en los que ella soportó muchos desprecios, pero nunca me dejó solo y continuó a mi lado a pesar de mi comportamiento.
    Estaba al límite y cuando intentó ayudarme, fui cruel con ella, le falté al respeto, dije cosas que no se merecía y le hice daño.
    Después de aquello me sentí avergonzado, Lucía solo quería verme bien y estaba sufriendo por mí y lo peor es que no fui capaz de hacer nada para evitarlo.
    Me alejé de ella sin darle explicaciones, pensando que estaría mejor sin mí y me equivoqué de nuevo porque eso la hizo sufrir más.
    El accidente de Rocío hizo que nos encontrásemos varias semanas después, seguía sin poder mirarla a los ojos, pero tuve el valor suficiente para hablar con ella y contarle lo que me estaba pasando, no podía dejar que se sintiera culpable por algo que había estropeado yo.
    Ella, que siempre fue generosa conmigo, y que seguía queriéndome, quiso darme tiempo para poder rehacerme.
    La echaba muchísimo de menos, pero estaba convencido de que, por su bien, debía alejarme de ella.
    Pasaron varios meses hasta que volvimos a vernos, aprobé las oposiciones y había conseguido enderezar un poco mi vida.
    Necesitaba contárselo, necesitaba que comprobara que de verdad me estaba esforzando por volver a ser yo y fui a verla el día que inauguró su tienda.
    Unos días después era su cumpleaños, supe que no iba a celebrarlo y quise hacerle compañía, al principio dudó, pero le propuse hacer un paréntesis, sabía que había muchas cosas que teníamos que arreglar, pero en ese momento lo único que quería era que no se sintiera sola.
    Esa noche la acompañé a la parada de autobús, y volví a besarla.
    Y lo hice convencido de que aquello no era un error.
    Pero ese beso no hizo desaparecer todos fallos que antes había cometido.
    Unos días después Lucía me llamó y me pidió que fuera a su casa, y por mucho que me negara a aceptarlo, supe que tenía razón cuando me dijo que debíamos separarnos y lo hicimos de mutuo acuerdo.
    Después de todo lo que fuimos, quisimos compartir una última vez todo aquello que sentíamos cuando estábamos juntos.
    Fue la última noche que pasé con ella, salí de su casa sintiéndome vacío por dentro, porque todo lo que quería se quedaba allí.
    No volvimos a vernos en tres años ni una sola vez.
    Aprendimos a evitarnos, y creí que sería un poco más fácil cuando terminé la academia y me destinaron a Madrid.
    Durante el tiempo que estuvimos separados supe muy poco de Lucía, ella seguía teniendo contacto con mi hermana, pero Rocío cada vez me hablaba menos de ella.
    A mí me bastaba con saber que estaba bien, pero me resultaba imposible olvidarla.
    Me parecía verla en todas partes, en cada libro que leía, en cada cafetería por la que pasaba, en cada canción que escuchaba…
    Intenté aprender a vivir sin ella, incluso conocí a una chica con la que terminé acostándome una noche, pero no funcionó, porque ella no era Lucía.
    Lucía era irremplazable.
    Muchas veces comentamos que era el destino quien nos unió, en aquel momento casi había dejado de creerlo, pero de pronto una noche Lucía apareció ante mis ojos.
    Ella había asistido a un concierto a Madrid y yo estaba allí trabajando, controlando unos de los accesos.
    El destino volvía a cruzar nuestro camino, no podía ser casualidad.
    Lucía se acercó a mí temblando mientras yo sonreía pensando en la suerte que tenía de poder volver a verla.
    Estaba increíble, más guapa que nunca.
    Tuve que marcharme poco después, no sin antes proponerle que nos viésemos antes de que regresara a casa. No podía desaprovechar la oportunidad de pasar aunque solo fuera unos minutos con ella.
    Tuve la sensación de que Lucía no quería verme, pero ya de madrugada recibí un mensaje suyo citándome en una cafetería junto a su hotel.
    Asistí a aquella cita más nervioso de lo que nunca había estado y sin apenas haber dormido esa noche.
    Hablamos durante varias horas, Lucía parecía diferente, más serena, más madura, segura de sí misma, y un poco más valiente.
    Dijo que mis ojos eran diferentes, que me faltaba algo, y supe que, en esencia, seguía siendo la misma Lucía de siempre cuando se sonrojó al escucharme decir que lo que me faltaba era ella.
    Quería besarla y abrazarla y decirle que la quería, pero tuve miedo de su reacción, no estaba seguro de que ella quisiera lo mismo y no quise arriesgarme a ofenderla.
    Nos despedimos en la puerta del hotel y me di la vuelta, triste, sintiendo que la perdía de nuevo.
    Pero algo sucedió, fue Lucía la que decidió arriesgarse y se acercó a mí para besarme.
    La sujeté entre mis brazos deseando retenerla para siempre.
    Ese besó despertó algo que no habíamos sentido en mucho tiempo, deseo, pasión y la atracción inevitable que seguía existiendo entre nosotros.
    Le propuse pasar esa noche conmigo y aceptó venir a mi casa.
    Necesitaba sentirla, besarla, tocarla y aunque nos dejamos llevar por esa atracción sexual, sentí que no solo se trataba de eso.
    Tuvo que marcharse al día siguiente, y cuando lo hizo tuve claro que tenía que volver a verla.
    Esa noche le dije que la seguía queriendo y quise creer que ella sentía lo mismo, pero no lo dijo.
    Tenía que preguntárselo, tenía que saberlo porque si decía que sí, esta vez no estaba dispuesto a rendirme.
    Quería a Lucía en mi vida, lo tenía claro, lo había intentado, pero ya no podía vivir sin ella, y ella tenía que saberlo.
    Unos días después me presenté en su casa, fui directo desde el trabajo y fue el viaje más largo de mi vida.
    No sabía muy bien cómo presentarme allí y se me ocurrió hacerlo igual que la primera vez que aparecí en su casa, enviándole un mensaje con una frase del primer libro que leímos juntos.
    Ese día era su cumpleaños, recordé algunos de los que había pasado con ella mientras subía las escaleras.
    Los cumpleaños de Lucía siempre estuvieron rodeados de sucesos un tanto significativos, unos para bien y otros no tanto. solo esperaba que éste tuviera un final feliz.
    Lucía me recibió nerviosa sin saber muy bien qué hacía allí.
    Cuando llegó el momento de hablar con ella, intenté hacerlo lo mejor que pude, yo también estaba nervioso y de algún modo sentía que, de aquella conversación, dependía el resto de mi vida.
    Lo primero que hice fue preguntarle si ella me seguía queriendo, porque sin eso, no servía de nada todo lo que pudiera decirle.
    Y Lucía dijo que si, al igual que yo, nunca había dejado de hacerlo, me quería, y respiré un poco más aliviado sabiendo que aún seguía existiendo esa posibilidad de recuperarla.
    No intenté convencerla de nada, simplemente fui sincero y le conté todo lo que sentía y todo lo que quería, nuevamente, tenía que ser ella quien decidiera si quería lo mismo yo.
    Y no hubo dudas, los dos lo teníamos claro.
    Esa noche decidimos intentarlo de nuevo, porque nos debíamos la oportunidad, porque nos seguíamos queriendo y porque estábamos convencidos de que éste era nuestro momento.
    En cuanto regresé a Madrid solicité el traslado para poder estar más cerca de ella, pero podrían tardar en concedérmelo un mes, o un año, no sabía cuánto tiempo pasaría y tuvimos que ingeniar un plan para poder vernos con cierta frecuencia.
    Lucía empezó a venir a Madrid algunos fines de semana al cerrar la tienda y así al menos podíamos pasar unas horas juntos cuando yo tenía que trabajar.
    El resto del tiempo fui cambiando turnos con algunos compañeros y acumulando unos cuantos días seguidos de descanso para poder estar con ella.
    No era una situación ideal, y nos costó algún tiempo adaptarnos, pero pudimos sobrevivir a la distancia hasta que dos años después, por fin conseguí el traslado.
    Ahora vivimos juntos en su casa, que se ha convertido en la nuestra y tenemos una relación estable y sincera, sin miedos, sin dudas, sin ocultarnos nada.
    Lucía a veces me desespera porque es una maniática del orden, y otras veces es ella la que se enfada conmigo porque yo soy un desastre en la cocina.
    Pero sigue volviéndome loco cada vez que la miro o que la siento cerca de mí.
    Lucia siempre fue mi ancla, me mantuvo con los pies en la tierra, ella es la razón por la que mi vida es mejor.
    Nunca he podido garantizarle que lo nuestro sería perfecto, de lo que sí estoy seguro es de que no pasará un solo día sin decirle que la quiero y el tiempo que estemos juntos, que espero que sea infinito, lo dedicaré a demostrárselo.
    La cara de Lucía, esa que beso todos los días como si fuera la primera vez, esa que sostengo ahora entre mis manos y de la que sigo tan enamorado como al principio, es la razón por la que me siento el hombre más afortunado del universo.
    Ella es lo único que quiero ver cada mañana cuando me despierto, y espero que así sea todos los días, durante el resto de nuestras vidas.

    FIN

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    MOETSI:
    Sé que repito discurso, pero es que no me canso de decirlo.
    Desde que comencé El Vecino y hasta hoy, han pasado ya 6 meses y solo tengo palabras de agradecimiento para todas aquellas que, nuevamente, me habeis seguido capítulo a capítulo, y esperasteis pacientes (y sobre todo impacientes) por saber más.
    Han sido meses de risas y prisas, de lágrimas, historias personales, hastags, nervios y locura transitoria provocada por la falta de sueño.
    Puede que, para algunas personas, unos cientos de seguidores no signifiquen nada, pero para mí es un mundo.
    Las que estais desde el principio, las que os unisteis con Marcos y Lucía, las que me habéis leído día a día, las que lo habéis hecho un tiempo después de publicar, las que comentais, las que me enviáis mensajes, las que nunca decís nada pero sé que me seguís leyendo, las que habéis llegado al final para quedaros… estoy super orgullosa de teneros a todas y cada una de vosotras .
    ¡Hasta he tenido un par de haters! (Casi me siento importante y todo :P)
    Me despido de Marcos y Lucía con mucha pena, pero ha sido un placer darles vida y compartirlos con vosotras.
    Por acompañarme en esta aventura, por hacer vuestros a los personajes y por animarme e inspirarme con vuestras palabras, una vez más:
    GRACIAS


    Responder
    Moetsi
    Participante
    isa
    Invitado
    isa on #222906

    toppppp
    Empieza otra historia pronto!

    Responder
    Roberta
    Invitado
    Roberta on #222911

    Hola Moetsi…………. Saludos desde Italia… pues sí, una italiana desde hace un mes espabilaba con las aventuras de Marcos y Lucìa… tienes que publicar este relato… a lo mejor se pueda rodar una peli…..
    Muchas gracias por haberme hecho soñar…. Ahora estoy leyendo El vecino…. pero la pareja de Macos y Lucìa serà inolvidable para mi………………… besogrande, gracias, gracias, gracias. Roby

    Responder
    Sther
    Invitado
    Sther on #222914

    Ooooh!! que gran final , una pena que se acabe. y mil gracias a ti por compartir tanto talento con nosotras!! yo ya estoy deseando conocer mas a fondo a lucas.

    Responder
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #222915

    Me enganchaste con El Vecino, pero me cautivaste con Marcos Y Lucia.
    Extranare demasiado leerte…creo que releere nuevamente esta historia.

    Gracias Moetsi por tan hermosa historia, por hacerla tan real.
    Gracias por ponerle corazon.

    y solo decir que…
    #QuieroUnMarcosEnMiVida

    Responder
    Ana
    Invitado
    Ana on #222919

    Sólo tengo una palabra que decirte moetsi… GRACIAS. Por transmitir y hacernos vivir cada historia como una película. Gracias por compartir con nosotras lo que haces. Es maravilloso.
    PD:estoy aquí a moco tendio… ??? siempre he sentido un nudito en el estómago cuando he terminado un libro que me ha gustado y en el que conecto con los personajes y los hago mios… Mil besos ? y mil veces GRACIAS.

    Responder
    M. ángeles
    Invitado
    M. ángeles on #222942

    el vecino me gustó, pero marcos y Lucía me a encantado, muchas gracias por hacernos soñar un poco ??

    Responder
    Marsoñadora
    Invitado
    Marsoñadora on #222945

    Moetsi las gracias te las doy a ti. Tus relatos son increíbles, muy cercanos y realistas y creo que vernos reflejados es gran parte de tu éxito. Manda tus relatos a alguna editorial, eres genial!
    Pd.: Espero que sigas con alguna historia más ;)

    Responder
    Lau
    Invitado
    Lau on #222946

    Me encantan!!!!!!
    No podía estar con la incertidumbre de que pasaría!!!!
    Aún estoy nerviosisima con el final!
    Bravo querida!

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 21)
Respuesta a: Marcos y Lucía: capítulo 18 (FINAL)
Tu información: